Enchanted- Fremione

Fiesta de bienvenida

~~~FRED~~~

Camino a casa en lo único en lo que podía pensar era en ella, en sus ojos llenos de lágrimas y en mi corazón cayéndose a pedazos al verla salir por la puerta.

Sabía que todos mis familiares se habían esforzado mucho en arreglar la Madriguera para mi llegada y que, seguramente, habían planificado una fiesta para celebrarla, así que intenté parecer alegre aunque me estuviera desmoronando por dentro.

Cuando llegamos, el lugar estaba lleno de decoraciones, personas y comida. Un cartel hecho a mano que profesaba "¡Bienvenido a casa, Freddie!"  coronaba la entrada, no pude contener mis lágrimas al verlo, tenía las firmas de todos, incluso la de Harry.

— Son los mejores. — Logré decir mientras los abrazaba uno por uno con todas mis fuerzas.

— ¡Vamos, déjate de llantos y que comience la fiesta! — Exclamó mamá sonriendo de oreja a oreja, también llorando.

Miré a George a los ojos, asentí y sin más empezamos a correr por todos lados, molestando a cualquiera que se cruzara en nuestro camino. Extrañaba estar con él y hacer locuras.

Cuando por fin terminamos nuestro recorrido, tomamos unas porciones de pie de calabaza y nos sentamos en el comedor para pobernos al día. Le conté de mis ejercicios de rehabilitación, las asquerosas comidas del hospital y de Zara, él me habló de la escuela, el juicio de Viktor y sus intentos fallidos de avanzar con nuestros inventos secretos. Era bueno estar de vuelta.

No había pasado mucho tiempo desde que nos quedamos sin temas de conversación y el silencio llenó la sala para que mis pensamientos volvieran a centrarse en la castaña que me había enamorado.

— ¿Crees que fui demasiado rudo? — Le pregunté.

— ¿De qué hablas? — Me observó confundido.

— Hermione. — Respondí.  — ¿Te parece que fui grocero con ella?

— Un poco, sí...

— Mierda.— Dejé el plato vacío sobre una de las mesitas. — Es que no supe cómo reaccionar... Ella... Ella ni siquiera fue a visitarme cuando estaba en coma.

— No es eso lo que escuché...— Negó con la cabeza y comenzó a hablarme de lo que había escuchado decir a Harry mientras esperaban esa mañana.

— No lo entiendo... — Suspiré cuando terminó.

— ¿Qué cosa?¿Que se pteocupe por tí?

— Debería odiarme, hice que deportaran a su novio...

— ¿No la viste cuando se iba? — Cuestionó y la imagen de su partida llenó mi mente, haciéndome apretar los puños con fuerza. — Aún no puedo leer mentes, pero esa chica no parecía triste por la reacción de un amigo, más bien destruída por la de un amor.

Iba a contestar algo pero de repente mi padré nos llamó al patio a comer algo y me quedé con las palabras en la boca, deseando la cosa más improbable del mundo: que lo que había dicho mi hermano fuera real.