Gavvy no estaba muy convencida de cómo empezar esto, y no es que fuese un error, es que no había significado nada. No quiere decir que se sintiera ofendida por eso, simplemente que no sabía cómo decirle al sex symbol en frente suya que se largase, que ni siquiera había sido un buen polvo. Se bajó del regazo del chico, zafándose de su agarre y se colocó el tanga en su sitio.
Menudo estropicio, pensó. No había hecho más que empezar a ponerse caliente cuando el otro ya se había corrido.
Se colocó la falda del vestido y salió del cubículo mientras el chico la observaba atentamente.
- ¿No tienes nada mejor que hacer? -preguntó arisca.
El muchacho también se levantó y se subió los pantalones, al tiempo que ella se colocaba el escote y se retocaba el maquillaje. Buscó los altos tacones y se los colocó, haciendo una mueca.
- Te he apuntado mi móvil en aquel papel -advirtió el chico, como si esperara que la llamara.
- Pues muy bien -contestó ella-, yo te he dejado la factura de los cubatas en el bolsillo del pantalón.
Y se fue sin decir nada más. ¿Qué se creía? ¿Que le iba a llamar? ¿Que buscaba a su príncipe azul? Sonrió irónica. Ni hablar. Sólo quería un bebé. Su bebé.
La “maldita zorra”, según un ego masculino muy tocado, echó a andar sin dirección alguna mientras intentaba pensar en algo que sí la pusiese a mil. Pensó en su actor favorito, por el cual más de una noche se había levantado para tomarse una ducha de agua muy fría; pensó en el hijo de puta de su ex novio, que a sabiendas de ser lo que era tenía un don en el dormitorio; incluso pensó en chocolate, aquel aditivo que le hacía tener orgasmos puros. Pero no hubo manera y se sentía muy frustrada.
Finalmente, se decidió por ir a tomar un par de copas de vodka por aquello de hacer surgir la llama y dejar que otro la prenda. Dos veces en la misma noche, ¿por qué no? Todo eran más posibilidades. Entró en un bar cercano, de nombre desconocido como le gustaba, y se sentó en la barra con las piernas cruzadas intentando, inútilmente, que no se le viera la ropa interior. Empezó a mover sus dedos encima de la barra, haciendo un estúpido ritmo que su madre le hubiese obligado a parar. Por eso lo hacía, aunque su madre no estuviese. Tragó saliva.
El camarero se acercó. Era guapo, para qué negarlo. Alto, ojos azules y pelo… Moreno. Hizo una mueca de aburrimiento. ¿Era tan difícil encontrar a un chico con pelo y ojos claros? No buscaba el estereotipo de chico ideal, no quería saber cómo de podrida estaba su alma, sólo un físico adecuado. Su bebé tenía que salir con los ojos azules y el cabello rubio y, siendo ella morena y con los ojos café, necesitaba toda la carga genética posible.
- Un vodka -pidió.
- ¿Solo o acompañado?
¿De verdad acababa de decir eso? Menuda frase tan patética. Por qué verán tantas películas que no les gustan para impresionar a chicas que nunca estarán satisfechas.
- Sola -contestó- y con coca-cola.
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Inercia
FanfictionAshton escribe canciones para una musa sin cara. Llega a una ciudad, suelta la maleta y al día siguiente empaca para marcharse a otra. Pero siempre lleva la misma clase de vacío. Gavvy tiene claro lo que quiere, pero no es capaz de conseguirlo. En...