Capítulo 9: Ex

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La toalla pasaba por su cuello escondiendo parte de su abdomen trabajado y bronceado, no estaba depilado completamente pero a la vez no parecía una alfombra. Mi mente trataba de concentrarse para volver a la razón por la que había quedado pasmada anteriormente. Respiré hondo y dirigí mi mirada hacía la televisión donde hacía unos minutos había aparecido Félix, él chico con el que me había topada al salir del baño del restaurante. Recordé que estaba pensando y volví a mirar a Nicolás que tenía las cejas altas esperado una respuesta.

—No es nada. —respondí finalmente dándole paso para que el siguiera su camino y fuese hacía su cama.

Había optado por no contarle quién era realmente Félix porque los chicos que hacían surf siempre eran catalogados como chicos de fiestas o descontrolados y admitir que él era uno de ellos era permitirle a Nicolás que su argumento de que Félix era una mala persona y de quien debía alejarme fuese cierto y yo era muy orgullosa para dejarme llevar por la corriente que Nicolás quería manejar.

Al final cada uno se recostó en su cama y se olvidó que el otro seguía en la habitación. Nicolás se recostó de espaldas a mí y se quedó observando el celular, yo lo copié y miré hacia el lado opuesto y me quedé mirando por la ventana que había frente a mí. La ventana no poseía ningún tipo de paisaje, solo daba a la calle por donde a esta hora solo pasaban un par de autos cada tanto, aunque posiblemente también fuese así de día puesto que solo era un pueblito.

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—¿Silla? —escuché una voz lejos de mí, sentía los pasos caminar hacia mí. —¿Seguís durmiendo? —Una mano se posó sobre mi brazo que estaba al descubierto de las sabanas, su tacto era cálido pero cargado de dolor.

Mis ojos se abrieron y estos vieron la cara de Nicolás agachado al lado de mi cama. El sol ya daba en diagonal al hotel así que dirigí mí mirada hacia el reloj de la pared que ya marcaba las nueve de la mañana. Nicolás seguía observándome con sus ojos verdes oscuros cargados de emociones escondidas, a veces al conectarme con él y observar su mirada podía ver como las ventanas que llevan al alma estaban tapadas por sabanas oscuras y cerradas imposibles de abrirse o revelar la mínima expresión, los cristales parecían ser muy gruesos e incapaces de romperse, pero cuando el brillo las iluminaba mínimamente estas revelaban su vidrio fino y delicado. Algunas personas expresaban que una ventana rota en un alma cerrada era la primera oportunidad de entrar pero para mí una ventana rota podía romperte a vos también al tratar de entrar.

—Buenos días. —dijo él frunciendo el ceño en señal de extrañeza al no responderle nada.

—Hola. —lo saludé avergonzada pero a la vez ya descansada y más animada.

—¿Querés desayunar o te aguantas lo que queda de viaje? —preguntó él parándose y yendo hacía el bolso donde comenzó a guardar su traje de baño.

—Me aguanto. —contesté estirándome en la cama. Fuera la brisa marina se sentía levemente y las calles ya se veían habitadas.

Coloqué mi traje de baño, al igual que Nicolás, en el bolso y nos preparamos para salir de la habitación. Caminamos por el pasillo hasta el ascensor donde presionamos el número uno. Éste comenzó a bajar pero se detuvo en el piso dos donde se abrieron las puertas y mostraron a una chica al menos diez centímetros más alta que yo. Sus ojos brillantes como el mar y su pelo sedoso color sepia oscuro que llevaba atado en una coleta alta que dejaba a la vista su figura con enormes pechos, piernas largas, algo anchas, pero largas y su abdomen plano. En ese momento recordé que hacia tan solo unos minutos había amanecido y ni siquiera llevaba la base.

—Nico. —nombró ella inclinando la cabeza, sonriendo y elevando las cejas.

—¿Amanda? —cuestionó el tirando la cabeza hacia atrás observándola de otra forma.

«¿Qué pasó acá?» me pregunté mentalmente.

No sabía que estaba sucediendo exactamente acá puesto que estábamos en un pueblo que nadie conocía con una persona que conocía hacia algunos días en un hotel donde coincidentemente se alojaba una persona con pinta de ser fotografiada profesionalmente todo el tiempo que conocía a Nicolás y, como final, que él conocía. Mi cabeza trabajaba a todo dar tratando de averiguar cómo había sucedido todo sin éxito.

Ella lanzó sus brazos alrededor de él muy animadamente y este le contestó el abrazo. Nicolás se veía incómodo sumergido en ella pero ella parecía muy feliz por verlo, como si el hecho de verlo arreglara una taza rota. El ascensor comenzó a bajar y ella seguía apretujándolo hacia ella, Nicolás por su parte ya no respondía el abrazo y me lanzaba miradas furtivas a las cuales yo veía de reojo. Al final las puertas se abrieron y ella deshizo el abrazo.

—¡Qué locura! —exclamó ella saliendo del ascensor para ir hacia el mostrador.

Nicolás la observó alejarse y después me lanzó una mirada. Su mano se posó en mi cintura atrayéndome hacia él. Yo me incomodé bajo ese empujón y lo miré con el ceño fruncido, al que él respondió un una leve abertura de ojos. Ella estaba entregando su llave cuando yo dejé también la llave avisando que ya nos marchábamos.

—Amanda, ella es Silla. —me presentó Nicolás. Ella se volteó a observarme, me echó una mirada y sonrió.

—Un gusto Silla, qué nombre. —dijo como molesta por mi nombre. Me tendió una mano que yo acepté puesto que no quería quedar como grosera.

—Igualmente. —respondí ignorando su comentario. Ésta apartó su mano y se acomodó el bolso que llevaba. — Y ¿de dónde se conocen? —pregunté antes de que un vacío y silencio abundara el aire.

—No es importante. —susurró rápidamente Nicolás con su boca cerca de mi cara.

—Somos ex novios. —contestó ella de alguna forma orgullosa de ello. Seguramente ser algo de Nicolás era algo de que enorgullecerse puesto que él era muy cerrado, pero no creo que de la misma manera que ella lo estaba.

—Ah, así que novios. —dijo sorprendida observando a Nicolás que no fijaba la mirada en ninguna de nosotras y a quien parecía que toda esta situación le irritaba.

—Ex. —recalcó él rascándose la barbilla.

—Sí, novios. —recalcó ella sonriéndome forzadamente.

La expresión de ambos me confirmaba que algo no había terminado bien, él se veía harto y ella muy emocionada. Yo solo respiré hondo y esperé a que alguno de los dos reaccionara puesto que yo ya había intentado y había sido un fiasco.

—Bueno, si no hay nada más que me quieras decir Nic—dijo resaltando el sobrenombre "Nic" —, me voy.

—Fue un gusto verte. —dijo despidiéndola amablemente, aunque no parecía convencido de que haya sido un gusto verla.

—Un agrado conocerte. —me despedí de ella rápidamente antes de que Nicolás tomara mi mano y me arrastrara apresuradamente hacia afuera.

Ya fuera, y frente al auto, me soltó la mano y lo rodeó para ir hacia el asiento del conductor. Yo lo imité y me subí al carro sin gesticular una palabra. El auto avanzó por la calle que el día anterior habíamos recorrido pero esta vez incorporándonos a la carretera que ya estaba más despejada por la hora. Llevábamos ya veinte minutos de viaje y el silencio entre ambos cada vez se volvía más incómodo e irritante así que decidí romperlo.

—Así que tienes una ex novia modelo. —dije tratando de sonar divertida para que esto no lo incomodara o molestara. Lo observé y él me lanzó una mirada con una pequeña sonrisa. Tenía la mano derecha en el volante y la izquierda apoyada en la puerta. Noté que no iba a contestar así que volví a hablar. —¿Cómo se conocieron? —la pregunta le incomodó ya que borró la sonrisa y se acomodó en el asiento.

—Una noche de fiesta. —respondió apresurado. No quería evitar la conversación, por más que esto lo incomodara, quería conocerlo y estaba harta de evitar los temas porque a él no le agradaban.

—¿Por qué terminaron? —pregunté ahora más seria.

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XOXO

El Número 32Donde viven las historias. Descúbrelo ahora