Capítulo 7

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Se ajustó los anteojos mientras repasaba nuevamente la mercancía acomodada en el mostrador mientras la cajera la miraba divertida. Las medidas desesperadas la hicieron volver a ese local particular en donde las paredes están forradas de terciopelo rojo y el ambiente huele a lubricante de uva.

–Me parece extraño que vinieras sin tener en mente que comprar– comentó la empleada mientras su clienta fruncía el ceño, cruzaba los brazos y repasaba nuevamente la mercancía: desde los pequeños juguetes sexuales hasta las correas más extrañas que había visto en su vida.

–Esta es una ocasión especial...– le informó sin fijarle la mirada.

–¡¿Al fin has encontrado un compañero de juego?!

Hanji alzó la mirada y en cuanto vio a su conocida, le mostró su lengua en señal de asco.

–Me lo suponía también, aunque toda loca merece un compañero de vida– respondió la empleada apoyándose en el mostrador.

–O compañera– corrigió la otra alzando un dedo.

– ¿EH? ¿Acaso tu...?

–Mis gustos son tan extravagantes que ni yo misma los conozco del todo. ¡¿No es divertido?!– ambas rieron–. En fin... Necesito tu opinión experta en los temas del amor y sexo.

– ¿Me estás diciendo depravada pasionalmente sexual? – Hanji asintió con la cabeza–. Nah, no te equivocas, cuéntame sobre ellos.

–Ambos son aburridos y serios– comenzó a describir su perspectiva de la pareja Ackerman mientras la otra soltaba un suspiro aburrido–. Él es enano, como de esta altura...– la mujer indicó que el novio le llegaba hasta la cintura y continuó–; y ella es un titán, mide casi lo mismo que yo.

Quien la atendía asintió varias veces con la cabeza mientras se rascaba el mentón y cuando formuló una propuesta mostró una sonrisa gatuna.

– ¿Y de qué tamaño tienen la mercancía cada uno? – Hanji se mordió la lengua y comenzó a hacer cálculos.

–Ella tiene cultivo de melones chinos llenos de hormonas y él guarda la anaconda en la cámara de los secretos.

–Santa trinidad, ahora todo tiene sentido.

–Y aquí entre nosotras– se recargó en el mostrador y le pidió a la chica que se acercara para susurrarle lo siguiente–: si tú te consideras la Christian Grey de la novela, la pervertida elegante y masoquista, ellos son el mismo Marqués de Sade... tu sabes, son tan cerdos en esto. Tuvieron sexo salvaje en su auto antes de nuestra entrevista y se manoseaban debajo de mi escritorio durante cada una de las preguntas que yo les hacía.

–¿Y tú como te diste cuenta de ello?

–Al igual que tú, yo también puedo ver y oler este tipo de travesuras.

Tras ese comentario la empleada se sonrojó lo bastante y miró a su alrededor para comprobar que nadie estuviese presente.

–En ese caso, en efecto...– caminó hasta la entrada y cambió el letrero "Abierto" por el "Cerrado"–. Este es un caso especial, sígueme.

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Mientras limpiaba deprisa la mesa #5 que acababa de desocuparse, miró de reojo la joya de fantasía en lo que movía el trapo húmedo en movimientos circulares.

La luz del sol creaba un efecto demasiado brillante en la joya, le era imposible ignorarla. Es hermosa. Detuvo su labor y alzó su mano para observar con más detalle el anillo que supuestamente la "comprometía" con Levi Ackerman.

La boda de mi peor enemigaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora