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Y por un par de segundos se quedó sin habla cuando sintió que la saliva se atoraba en su garganta. El idiota de Min había pronunciado esas ridículas palabras y Park no pudo evitar sonrojarse levemente. Hasta su corazón comenzó a latir más rápido de lo normal, pero quiso hacerse a la idea de que lo que sentía era repulsión. Un extraño, repentino e infundado odio hacia Yoongi.

JiMin desvió la mirada y bufó, dibujando una socarrona sonrisa en su fino rostro momentos después.

—Pues tú a mí no me gustas —aclaró, y después clavó sus ojos en los del mayor—. Te lo dije antes, y te lo vuelvo a repetir: Eres el tipo de persona que más odio, y ni estando loco me fijaría en ti.

Frunció el ceño y observó al muchacho con el semblante más serio que le permitieron sus sentidos. Yoongi quiso darle batalla con la misma imperturbable forma de mirarlo pero de un momento a otro achicó los ojos y sonrió de lado. JiMin hizo una mueca de desagrado y se desconcertó un poco por la actitud tan desenfadada del joven frente a él.

—Mientes —dijo Yoongi con toda la seguridad del mundo y acercándosele un poco más. JiMin enarcó una ceja y comenzó a ponerse inexplicablemente nervioso cuando pudo notar en los ojos del otro algo parecido al deseo. Quiso retroceder un paso, pero su auto a su espalda se lo impidió.

Yoongi le mostró otra sonrisa ladina y cuando JiMin menos se lo esperó, el muchacho lo tomó de la nuca con fuerza y le estampó un beso en los labios. Abrió los ojos por la sorpresa y pensando hacer lo mismo que la vez anterior, apretó sus manos en forma de puño y le lanzó un golpe en el costado a Yoongi, pero parecía que éste había anticipado el ataque y, antes de que pudiera tocarlo, le sujetó con fuerza el brazo después de soltar la bolsa y la dejara caer al suelo sin importarle lo que llevaba dentro.

JiMin entreabrió los ojos y cruzó la mirada con el chico. Aún lo mantenía bien sujeto del cuello y seguía con la boca pegada a la suya mientras intentaba dibujar una burlona sonrisa pero, de pronto cerró los párpados de golpe cuando JiMin le acertó un puñetazo en el otro costado, haciendo que se separara de él sin remedio y se inclinara por el agudo dolor.

Yoongi se arrodilló y comenzó a quejarse entre dientes, aunque su tonta sonrisa se negaba a desaparecer de sus labios. JiMin torció la boca y se dio vuelta entonces para subir a su auto. Encendió el motor y, mientras salía del estacionamiento, no pudo evitar observar al muchacho a través del retrovisor mientras sentía su corazón latir con ansiedad.






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Cerca del anochecer, Yoongi llegó a su casa. Una bonita residencia cerca del centro y la cual había comprado un año atrás gracias a lo bien remunerado que era su trabajo. No podía pedir nada más después de que se había graduado de la universidad con honores y las ofertas de empleo le había llovido pero, al final, decidió aceptar el etrabajo en una agencia de viajes multinacional.

Se encaminó a la cocina y dejó la bolsa con sus compras en la barra, abriendo después la nevera para sacar una botella de agua y comenzar a beber su contenido mientras el rostro de JiMin volvía a aparecer en su mente. Alejó el recipiente de sus labios, y una enorme sonrisa se instaló de nuevo en su rostro cuando recordó los dos golpes que el chico le había atizado.

JiMin había causado una curiosa impresión en Yoongi. Nunca antes había conocido a una persona que lo rechazara por su peculiar carácter ya que, para la mayoría de los chicos y chicas que habían salido con él, era suficiente su atractivo rostro y su bien formado cuerpo para que quisieran estar a su lado.

Pero parecía que el muchacho de ojos celestes , de estatura  pequeña buscaba otra cosa. Aunque, no le había dado ni la más remota oportunidad de conocerlo mejor. Sólo se había fiado de su apariencia y Yoongi pensó que era muy injusto. Porque a él sí le había gustado el chico, y una parte suya quería seguir insistiendo para que se diera cuenta de su verdadera personalidad.

Esta Mesa Esta Reservada (YoonMin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora