- ¡Vuelve a hacerlo! ¡Vamos!- Exigió el menor de manera risueña sobre el regazo del mayor, estirando las mejillas de Aaron para que volviese a sonreír.
Sí, Alex había quedado a horcajadas del contrario principalmente por un motivo: todo daba vueltas a su alrededor, incluso Aaron. Así que decidió sentarse encima de él para sujetarlo. Así de simple.
- Me hace gracia llamarte "papi" cuando mi padre de verdad jamás me dejada llamarlo así.- Se rió sin saber porqué, haciendo que Aaron se alarmara por sus palabras.- Me hubiese pegado hasta dejarme sin conocimiento, más incluso que cuando fue mi cumpleaños. ¡La golpiza que me regaló el muy hijo de puta! ¡Me dejó hasta en el hospital!- Ahora llevó sus dedos a las mejillas del contrario para subirlas y así intentar achicar sus ojos, ausente de lo que estaba diciendo. Le gustaba verlo sonriente.
No hacía falta decir que el alcohol en el chico se dejaba ver desde kilómetros. Además de que este le hacía soltar la lengua más de lo debido.
Un pensamiento sin sentido cruzó la mente de Aaron mientras le acariciaba la nuca al contrario.
—Si yo fuera tu padre eso jamás pasaría. Te cuidaría mucho, te querría mucho, te mimarla, te compraría regalos en tu cumpleaños, saldríamos a pasear. Deberías ser mi hijo.
¿Conocer a un extraño y pedirle que sea tu hijo? A Aaron nunca le había pasado algo así por la cabeza. No sabia si era por el alcohol o porque la pasaba muy bien al lado del chico o porque se encontraba solo. Quizas una mezcla de las tres.
—¡Está decidido!— Miro al barman, el cual parecía resignado a atender a dos tipos ebrios que interpretaban una escena cuanto menos rara. Pero el barman estaba acostumbrado.— ¡Traiganos otra copa a mi bebe y a mi! Hoy vamos a brindar porque nos convertimos en familia.
- Suena demasiado bien eso de familia.- Murmuró Alex mostrando todos sus dientes y le dio un cálido abrazo escondiendo su rostro en el cuello ajeno. Estaba muy necesitado emocionalmente, apenas tenía contacto con nadie.
Cualquiera diría que ese chico estaba en la mismísima mierda hace horas atrás. Había tocado fondo, tanto que prefería estar en una tumba bajo tierra antes que seguir viviendo. Aunque ahora, gracias a la influencia del alcohol y del contrario, ese Alex no era ni si quiera la sombra del ahora joven risueño.
El menor ni se separó de Aaron para tomar su bebida, siguió tan tranquilo sentado sobre él.
- ¿Seguro que quieres ser mi padre? Soy un inútil que no sirve para nada.- Bromeó aunque pensará que era totalmente cierto.- Te acabarás cansando de mí, si antes no te enfades porque sea una mierda y me dejes de lado, claro. Soy fácil de olvidar.- Se acabó la copa tan rápido como la tomó.
De repente, Alex tuvo ganas de llorar. Muchísimas ganas, demasiadas. Tanto que un puchero comenzó a asomarse en su rostro y sus ojos comenzaron a brillar por las lágrimas.
Ahora el alcohol le estaba enseñando su peor parte. Igual que podía hacerte sentir la persona más extrovertida y feliz del mundo también podía hacer que te sintieras como la peor escoria.
—Te contaré un secreto, Bebe.— Aaron trato de aclarar un poco su mente. Las palabras de Alex lo habían tomado desprevenido y con tanto alcohol en la sangre, no era el mejor dando consejos. Se acercó y susurro en el oído del contrario.— Yo trabajo con escoria e inútiles ¿Y sabes que pasa después? Los convierto en personas brillantes. Papi te va a educar muy bien para hacerte feliz.
No pudo evitarlo y paso sus brazos por la cintura del menor, abrazandolo más de forma para consolarlo que otra cosa.
—El único que se olvidará de alguien y lo dejara de lado serás tu.— "a mi." pensó pero omitió el pensamiento.— Pero eso no me molesta. Porque pasara un buen tiempo antes. Así que no llores, pequeño. Papi estará contigo de ahora en adelante hasta que ya no lo necesites o quieras más.
Pero ya era tarde, Alex se encontraba llorando como un niño pequeño frente al mayor. Se sorbió la nariz y miró molesto al contrario.
- No me pienso olvidar de ti.- Refunfuñó.- Eres la mejor persona que he conocido en mi puta vida y eso que nos acabamos de conocer. Quieras o no siempre te recordaré. Te jodes.- Murmuró molesto.
El menor parecía un koala encima de él debido al abrazo. Si estuviese en sus cinco sentidos lo más seguro es que no actuase así, sino callado y distante. Arisco era la palabra que definía a Alex. Pero el alcohol a veces era el mejor remedio para las personas.
- Quiero que me hagas feliz.- Casi rogó el menor mirándole todavía llorando.- ¿Tú eres feliz?- Le preguntó preocupado.- Puedo hacerte muy feliz si me dejas...- Y le abrazó de nuevo.
Alex se sentía más torpe de lo normal y eso le empezaba a molestar. Además, notaba su cuerpo adormecido, demasiado pesado.
- Papi, tengo sueño...- Se quejó acomodándose sin vergüenza encima del contrario. Bostezó sobre el cuello del mayor y sin más avisos se quedó profundamente dormido.
Aaron la mano a la nuca del menor comenzando a acariciarle el cabello para amainar su llanto. Una parte de él, la más consciente, no sabía cómo había terminado en aquella situación.
—Entonces vayamos a casa a dormir.— Dijo de manera suave contra su oido.
Con poco esfuerzo se levantó de la silla con Alex colgado como un Koala en brazos. Le dijo al barman que anotará todos los tragos en su cuenta.
Salio del bar abrazando al Alex de manera fuerte para que no se resbalara de sus brazos. Caminó hasta su coche y puso a Alex en el asiento trasero ya que se había quedado aparentemente dormido. Puso su saco sobre el torso del chico y luego cerró la puerta. Aaron se sentía como un malabarista.
Subió al asiento del conductor y arranco el auto. No estaba pensando bien: tenía un extraño en su auto, menor, alcoholizado, estaba ebrio y no tenía el cinturón de seguridad puesto. Ni siquiera podría excusarse en el caso de que la policía lo detuviera.
Condujo a su casa y llego allí en menos de 20 minutos. Y de nuevo, con una fuerza y destreza que le asombraba, sacó al menor del auto, abrió la puerta de la casa, subió al hasta el segundo piso con Alex en brazoa y lo colocó entre las mantas de su cama.
—Buenas noches.— Murmuró Aaron con una sonrisa cansada. No había tiempo para analizar las cosas bizarras que habían pasado hoy.
No pudo evitar acariciar el rostro del chico y mirarlo enternecido. ¿Porque le resultaba tan tierno un joven que acaba de conocer? No lo sabía.
- Me gusta mucho que seas cariñoso, Papi...- Ronroneó Alex adormilado contra la palma del contrario, disfrutando la tenue caricia.
Y tras abrazarle y acomodarse de lado se durmió de nuevo.
Faltaba decir que Alex tenía muchas dificultades para conciliar el sueño y mucho más durante esos días en los que se encontraba demasiado tenso e irascible. Solo pensaba en una cosa: el suicidio. ¿A la mañana siguiente seguiría pensando en ello? Ni él mismo lo sabía con certeza. Ahora se encontraba demasiado cómodo al lado de ese casi desconocido para pensar en acabar con la calidez que estaba sintiendo por primera vez.
Aaron se alejo de la cama luego de que Alex volviese a dormirse. Desapareció en dirección a su cuarto de baño y tomo una larga y fria ducha para sacarse el sudor y la borrachera de aquella noche.
Una vez que comenzó a pensar con más claridad, se envolvió en su toalla y se sentó en frente de su computador. Casi ignorando el hecho de que en su cama dormía un jovencito al que no conocía más allá de su nombre.
Reviso su email y observó el correo que le había llegado del hospital. "Resultado Medico" Aaron abrió el correo con una mínima esperanza que todo habia sido un error. Pero no era así. Sin embargo, Aaron no se permitió llorar.
En algún momento de la madrugada, volvió a la cama para compartirla con un completo extraño que iba a suicidarse hace un par de horas atrás. Llamenlo loco, pero Aaron se sentía más calmado con la presencia de Alex.
¿La razón? Ni el mismo la sabía.
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Aarón ©
Short StoryLuego de la peor noticia de su vida, Aaron, un hombre que está a punto de perderlo todo, se encuentra con Alex, un chico que ya parecía haber perdido lo más importante: la esperanza. En una carrera contra el tiempo y con una diferencia de edad notab...