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El sol dejo de brillar para dar paso a un clima mucho más frio que obligo a Aarón a prender cada estufa de la mansión. Aunque mucho más helada era la conducta de Alex cada vez que cruzaban miradas.

El menor se había sentido rechazado desde lo ocurrido en el balcón y se había cerrado en sí mismo. El mayor no podía creer que Alex desarrollara una actitud como aquella luego de todo lo que había sucedido. Aarón tampoco podía entender los sentimientos del castaño.

¿Cómo podía siquiera comprender el hecho de que Alex le deseaba como un hombre si le doblaba la edad? Era un sinsentido.

Se habían conocido en una situación casi irreal, en un momento límite de la vida y podía comprender que Alex hubiese desarrollado una gran dependencia emocional por él. Porque, siendo sinceros, incluso el mayor había desarrollado aquella dependencia hacia Alex.

Lo amaba, si.

Lo amaba tanto como nunca había amado a nadie, porque Alex se había convertido en el motivo de su lucha contra el cáncer y la depresión aunque este ni siquiera lo sabía.

¿Pero desearlo?

Aarón no se permitía a si mismo sentir un deseo carnal por un ser tan puro y precioso. Sentía que si lo miraba con otros ojos, que si llegaba a tocarlo, Dios no se lo perdonaría. Ni el mismo sería capaz de perdonarse.

Alex era demasiado precioso para Aarón.

Y Aarón lo era para Alex, pero el mayor parecía ignorar aquel hecho. Alex le amaba con una locura y le deseaba de la misma forma. Aarón era el motivo por el que Alex se levantaba cada día, pero este parecía que tampoco lo sabía.

¿Cómo podían amar con tanta intensidad y ser tan ciegos? Parecía casi una burla.

Y lo peor quizás era el orgullo de Alex que se interpuso entre ambos pareciendo un muro gigante mientras que la inseguridad de Aarón permitía las distancias entre ambos.

“Brother.” George frunció el ceño cuando Alex le pidió ir a su casa a pasar la noche. “Yo realmente te aprecio pero a Nicolás no le gusta recibir visitas.”

Nicolás era el novio de George, un hombre completamente misterioso para Alex. Nunca le había visto la cara y George tampoco lo mencionaba mucho. Cada vez que el pelirrojo hablaba de su pareja lucia nervioso, como si no le gustara demasiado hablar de él.

Nicolás era un tabú, pero Alex no entendía el porqué ya que George no tenía problemas de hablar sobre las cosas relacionadas a su sexualidad y sus experiencias. Pero nunca nombraba a su novio. Casi como si le tuviera miedo.

Alex comenzó a tener pequeñas sospechas cuando vio moretones en los brazos de George, bajo la tela del uniforme, pero fue la fogosa actitud de George que lo hizo disipar de la idea.

El castaño comenzó a concentrarse en sus propios problemas porque, después de todo, era la primera vez que tenía un amigo en quien confiar sus inseguridades y sentimientos. Se había vuelto un poco egoísta sin darse cuenta.

“No quiero ver a Aarón por un tiempo, siento que no puedo volver a verlo a los ojos jamás.” Suspiro el castaño con agotamiento.

“No es para tanto.” George rodo los ojos. “Parecías tan confiado al principio, tan motivado, que no puedo creer que te vayas a rendir por ser rechazado solo una vez.”

“¿Y qué debería hacer?” Pregunto Alex sin mirarlo, sintiéndose triste.

“Luchar.”

¿Luchar? Alex no se había dado cuenta de que se había rendido hasta que George le pidió que luchara por Aarón. Se sintió agradecido de que su amigo le abriera los ojos.

Esa tarde, le pidió a Aarón que no lo pasara a buscar. Salió con sus amigos a comer y paso una tarde espectacular. Mientras que Aarón se sintió demasiado preocupado, pensando en que quizás Alex no volvería porque el menor no le respondía los mensajes.

Aarón se comenzó a sentir mal.

Su mente creo historias con diferentes finales, uno peor que el otro ¿Y si no volvía más? ¿Y si le había pasado algo? Al llegar el anochecer, Aarón tomo las llaves del auto sintiendo que se ahogaba. Alex ni siquiera respondía sus llamadas.

El mayor experimentaba brutales puntadas en el abdomen que ya no sabía si se trataban de su preocupación o de su enfermedad. Sentía que sus órganos se revolvían de manera espantosa en su panza.

Comenzó a caminar hacia el auto cuando vio a Alex entrando por el gran portón. Sin pensarlo, comenzó a correr hacia él y lo atrapo entre brazos con fuerza.

“¿Dónde estabas?” Pregunto Aarón con un nudo en la garganta. “¿Por qué no respondías mis mensajes? No sabes lo preocupado que estaba…”

“Solo fui a comer con unos amigos.” Alex se sintió sorprendido al sentir al mayor temblar cuando lo abrazaba. “No fue para tanto.” Se encogió de hombros.

“No sabes lo preocupado que estaba.” Volvió a repetir antes de dejar caer todo su peso sobre el cuerpo del menor.

Alex no se vio venir aquello, no estaba preparado para soportar el peso del mayor. Ambos cayeron al suelo de manera seca. Alex frunció el ceño, quejándose por lo bajo por el dolor.  

“¿Puedes levantarte?” Pregunto Alex con suavidad pero no obtuvo respuesta. “¿Aaron?” El menor miro al mayor pero no había ninguna reacción. “¡¿Aaron?!”

Pero Aaron estaba inconsciente, tan inerte como un cadáver.

Alex sintió que se le cayó el corazón a los pies. 


Aarón ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora