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El hecho de que Alex no queria volver a casa pero no queria ser adoptado por Aaron se habia vuelto un problema. Despues de todo, la unica forma legal para que Alex se quedara a su lado, era que lo adoptara. Al menos hasta que este cumpliera la mayoria de edad. Claro que Aaron podria ofrecerle al progenitor de Alex una cierta cantidad de dinero, pero los problemas legales aun estaban a la vuelta de la esquina.

Todo seria mas facil si luego de la firma de un par de papeles Alex llevara su apellido. De esa manera, Aaron podria encargarse de el de la mejor manera posible, ya sea contratando el seguro medico, pagandole la matricula de una escuela o llevandolo de viaje al exterior del pais. Todas esas cosas, Aaron no podia hacerlas porque Alex aun seguia estando bajo el cuidado y las ordenes de un completo hijo de puta que lo agredia cada dia.

Aaron realmente no comprendia el porque no deseaba ser su hijo. El mayor podia ofrecerle el mismisimo mundo Alex, pero no todo el tiempo del mundo. Y lamentablemente, Alex solo parecia buscar tiempo, uno que Aaron no tenia.

Ese dia, Aaron no habia salido de la cama. No se sentia bien. El mayor padecia de fuertes dolores en la zona del abdomen que lo mantenia entre las sabanas. Se sentia debil y mareado. Como si todo dentro de sus intestinos se revolviera, hasta el punto que el mayor a veces pensaba en vomitar y vaciar todo lo que habia en su estomago a pesar que ni siquiera habia desayunado. Y la noche anterior, habia cenado realmente poco.

Alex, por su parte, tambien se habia levantado tarde. Gracias a Aaron se habia vuelto un consentido. No habia motivos por los cuales despertarse tan temprano, no tenia obligaciones. Bueno, si las tenia. Aaron le habia hecho prometer que mientras el tiempo que se quedara con el, debia estudiar por su cuenta. Como para mantener su cerebro activo. Le habia comprado algunos libros de conocimientos basicos ¡Incluso le habia regalado una computadora para que buscara todo lo que deseara! Aaron realmente lo consentia. Y Alex estaba agredido por ello.

Eran al rededor de las una de la tarde, cuando comezo a desperezarse. Al mirar el reloj que colgaba en la pared le parecio extraño que Aaron no hubiese llegado a despertarlo. Se habia perdido el desayuno y tenia un poco de hambre en ese momento, sus tripas gruñeron. Asi que el mas joven se levanto de la cama con los ojos entrecerrados, ni siquiera fue al baño a lavarse el rostro, simplemente bajo las escaleras hacia el piso de abajo como si aquella fuese su casa, porque de alguna manera se habia convertido en eso: Su casa.

Marta lo recibio con el almuerzo sobre la mesa pero con una expresion que Alex no supo decifrar, de alguna manera, el joven comenzo a tener un extraño presentimiento, como si algo no estuviera yendo del todo bien.

“¿Dormiste bien, panquecito?” Pregunto Marta mientras le servia un vaso con zumo de naranja.

“Si.” Respondio en un bostezo Alex mientras se pasaba una mano detras de la nuca. “¿Y Aaron?”

“El Sr. Coller aun sigue en la cama.” Explico Marta con un tono extraño que hizo a Alex fruncir el ceño.

“Que extraño, el siempre suele levantarse temprano.” Comento el castaño mientras comenzaba a almorzar. “¿Deberia ir a despertarlo?”

Marta nego con la cabeza y le dijo que era mejor que almorzara tranquilo. La mujer tambien le dijo que no se preocupara. Pero eso ultimo fue dificil, ya que unas horas mas tarde, Aaron seguia sin salir de la cama. Marta entraba en la habitacion del mayor de vez en cuando y salia con una expresion acomplejada, pero cuando Alex intentaba ir, la mujer lo mantenia ocupado, pidiendole que le ayudara en las tareas de la casa o que fuera a jugar con los perros.

Al llegar las siete de la tarde, Alex no lo soporto mas. Estar todo el dia sin ver a Aaron le volvia loco ¿Por que tanto secretismo y misterio? Cada vez que preguntaba por el mayor, Marta le respondia de manera ambigua y cambiaba el tema de la conversacion.

Asi que, mientras Marta comenzaba a preparar la cena, el menor se escabullo a la habitacion de Aaron. Todo estaba sumido en un gran silencio, las percianas estaban cerradas y las luces apagadas. Alex se acerco a ciegas hasta la cama y a tientas prendio la luz de la mesa aledaña a esta. Y entonces lo vio, Aaron estaba palido como un muñeco de porcelana, dormido pero con una expresion de dolor tatuada en su rostro.

“¿Papi?” Pregunto con un hilo de voz y llevo sus manos las mejillas del contrario. Aaron se removio un poco, abriendo los ojos con mucho esfuerzo. “¿Te sientes mal?”

“¿Alex?” La voz del mayor parecia realmente forzada. “Sal de aquí.”

“No, quiero estar a tu lado. Incluso si estas enfermo quiero quedarme contigo...” Insistio Alex, sintiendo que Aaron lo estaba rechazando.

“No.” Al hombre de cabellos negros no le gustaba que Alex le viera en una situacion como aquella. No queria verse debil. Tampoco queria que Alex se enterara de su enfermedad, queria mantener a Alex lo mas posible ageno a ello. “Necesito descansar.”

“Prometo no molestar.” Gimoteo Alex al ver que Aaron realmente lo estaba apartando. “Estare aquí, no hare ruido y prometo que...”

“Que te vayas.”

Luego de que Aaron alzara la voz de aquella manera, Alex reprimio un sollozo. Aaron nunca le habia gritado. Con un sentimiento de angustia que dolia como el infierno, Alex salio de la habitacion para dejar a Aaron solo. Alex solo queria cuidarlo. El menor tenia una autoestima tan mala, que las palabras de Aaron, a pesar de que no habian sido pronunciadas con algun tipo de odio, le habian herido ¿Y si su presencia le habia llegado a molestar a Aaron? ¿Y si lo odiaba ahora?

Alex no queria ser rechazado por Aaron, queria mantenerse a su lado por siempre.

Durante tres dias, Aaron se mantuvo en la habitacion. Alex se sentia bastante deprimido porque Marta incluso lo habia regañado por entrar a la habitacion de Aaron sin permiso y por mas que intento buscar respuestas, no las encontro. Incluso vino un medico a examinar al mayor, pero Alex no pudo oir ni una sola palabra de lo que sucedia.

Al cuarto dia, Aaron finalmente salio de su habitacion. Mucho mas delgado y palido que de costumbre. Alex, quien estaba ahogado en su preocupacion, no espero ni un segundo en tirar su orgullo al suelo y correr hacia el mayor.

“¿Te sientes mejor? ¿Puedes caminar solo? ¿Tienes hambre? ¿Te duele algo?” Pregunto Alex con ansiedad.

Aaron simplemente sonrio al menor, acariciandole los cabellos. Alex le daba la imagen de un pequeño cachorro.

“Ya estoy mejor.” Prometio el mayor. “Lamento haberte preocupado.”

Alex se mordio el labio inferior antes de esconderse en el pecho del mayor. Lo apreto con fuerzas e hizo un puchero.

“No vuelvas a enfermarte.” Pidio de manera infantil. “Nunca.”

Aaron le miro por unos segundos en silencio antes de estallar en una carcajada.

“Hare mi mayor esfuerzo.”

La sonrisa de Aaron era tan preciosa que Alex sintio como todo su estomago de llenaba de esas horribles mariposas que le daban ganas de gritar, llorar, sonreir, besarlo y golpearlo. Solto un suspiro tembloroso mientras apoyaba su cabeza en el hombro del mayor.

“Te quiero.” Confeso el mas joven con nerviosismo.

“Yo tambien te quiero, pequeño.” Contesto Aaron tranquilamente.

Ahi fue cuando Alex se dio cuenta que la forma en la que se querian era diferente, aunque eso no lo desanimo. Ya que ahora sabia sus propios sentimientos, haria lo que fuese para que Aaron lo correspondiera de la misma manera.

Iba a enamorar a Aaron.

Pero el destino parecia ser un completo malnacido, porque esa misma tarde, mientras Alex se confirmaba a si mismo los sentimientos que tenia por el mayor, alli afuera habia un hombre que estaba buscando a su hijo para arrastrarlo nuevamente al infierno.

Aarón ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora