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  Rayos de sol entraban ahora por la ventana recientemente abierta, y hundí la cara en mi almohada. Aún me seguía preguntando porque debía despertarme temprano los sábados, no tenía que estudiar, ni tampoco hacer deberes demasiado relevantes.

  Me volteé hacía la distracción; era una de las sirvientas, o así me gustaba llamarlas. La observé con mala cara, retenía mis ganas de gritarle.

— Fuera. — ordené con mi peor cara.

  La señora me miró asustada, su pecho se elevó debido a que había tomado una respiración profunda. Su boca se abrió y cerró unas dos veces, ella quería decir algo, lo cual fue muy obvio.

— ¿Por qué sigue parada ahí, Olivia?

  La observé a vista más aguda, sus manos estaban sobre su delantal, apretando con fuerza.

— Um, verá... Princesa...

  Yo aveces no entendía, todos aquí se ponían tan nerviosos cuando estaban a mi presencia. Podía ser un poco profunda cuando se trataba de carácter, pero juraba que yo no mordía, estaba segura de eso.

  Y Olivia era una de las sirvientas más tímidas e inseguras de todas las personas en el palacio. Olivia venía de América. Ottawa Canadá, siendo espécifica. Llegó aquí cuando era pequeña según su currículo, y ha hecho sus estudios y su vida en Corea desde entónces.

— Princesa So Jung, ya está su desayuno.

  Escuché la voz masculina de Eloy, otro de los sirvientes, y me sorprendí al recordar lo que había pasado. En realidad, fue Olivia quien me había despertado, pero no había despertado del todo, y yo le dije que pasara. Pero me volví a quedar dormida.

  Era holgazana.

  Ella siguió haciendo sus cosas por la habitación, y cuando desperté del todo, la vi allí. Por lo tanto... Era una estúpida.

  Ay no, que avergonzada me sentí.

  Me levanté de la cama con toda la pena del mundo, y le abrí las puertas yo misma a Eloy. El pobre señor me miró sorprendido, y yo, al darme cuenta de lo que estaba haciendo, igual.

  Me quedó reaccionar.

— Pasa. — me hice a un lado.

  Eloy, casi palidecido, miró a Olivia (la cual también se hayaba algo desorientada), y entró a la habitación manifestando señales de incomodidad. Pasó a mi lado para dejar el desayuno sobre una mesa que había frente a mi cama.

— Puedes irte, Olivia. — murmuré mirando el suelo.

  Ella sólo me observó, y a paso rápido se dirigió hacía la puerta para irse. Yo sólo la miré tomar las puertas para poder cerrarlas, me hizo una reverencia y se apresuró a irse.

  Me acerqué a la mesa donde anteriormente Eloy había dejado mi desayuno. Observé extrañada la bandeja, se veía un poco más "rellena" de lo normal, se suponía que yo elegía la cantidad de alimentos que quería digerir durante la mañana. Me di la vuelta dispuesta a reclamar, pero él ya se encontraba en la puerta.

— El rey y la reina quieren verla en el salón real, princesa.

  Asentí, aún que me estuviera dando la espalda.

— Puedes irte, El.

  Se dio la vuelta sólo para hacerme una reverencia, se fue, y yo me quedé atónita. Bueno, no era tan malo comer un poco de más aún que sea una sola vez.

Me senté en esa mesa, y empecé a degustar mi desayuno a mi ritmo. Recordé que había pensado que no tenía nada que hacer, y era cierto. No sé que querrían mis padres en ese momento.

El Arte de Morir. - Wonha. (Artes #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora