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LEER ESTO ANTES DEL CAP: Este es cómo un capítulo extra que se me ocurrió hacer, espero que lo disfrutéis tanto como yo disfruté escribiéndolo:)

*Día de la comunión de Steve*

IAN’S POV.

Acomodé mi corbata granate en mi cuello y alisé mi chaqueta. Miré que mi pelo estaba igual que siempre, intocable y perfecto.

No sabía porque me arreglaba tanto, supongo porque por fin conocería la familia que tanto adoraba la familia Owel, la familia Fleshner. O puede que estaba nervioso por la noticia que teníamos que darles a los Fleshner.

Volví a echarme un vistazo en el espejo y decidí que era hora de bajar. Agarré mi móvil que estaba cargando y lo puse en mi bolsillo, luego rocé la otra mano por mi mesita de noche para coger veinte pagos que tenía para ir a comer.

—¡Ian, el coche ya está aquí! —escuché la voz de mi madrastra Mery cuando ya estaba por el último escalón.

Ella me enseñó una sonrisa tierna cuando me vio con más claridad, sabiendo que obviamente me veía increíblemente guapo. Yo solo la saludé y seguí mi camino hasta el coche, donde mi padrastro estaba dentro.

—Ese traje te queda fenomenal, hijo—Gale alzó su pulgar hacia arriba mirándome por el retrovisor.

—Lo sé—dije mientras sonreía un poco.

El trayecto hasta el restaurante era de una hora y media, una hora y media que tenía para decirles a mis padres lo que quería.

Tragué saliva y entrelacé mis manos para poder hablar. Pero antes, tenía que preparar bien lo que quería decir. Aunque por dentro me estaba casi arrancando los cabellos, por fuera parecía como si estuviera empanado mirando un punto en concreto de la carretera, con mi cara de indiferencia.

—Tengo algo que decirles. —Mi voz sonó ronca y ansiosa.

—¿Qué es, cariño? —Mery giró un poco su cabeza, pero yo intenté no hacer contacto visual para no que mi faceta no cayera.

Ahora, Ian. Es ahora o nunca.

—Quiero independizarme.

Silencio. Esa fue la respuesta a mi confesión de algo que realmente quería hacer desde hacía bastante tiempo.

Mery se mordió el labio inferior, y sabía que luego tendría que arreglarse el pintalabios. En cambio, Gale seguía conduciendo con tranquilidad, pero sus nudillos un poco blancos lo delataron.

—Hijo, ¿hemos hecho algo mal para… que tomes esta decisión? —Mery tartamudeó. Gale solo echó un vistazo por el retrovisor.

—No, madre. Vosotros no habéis hecho nada mal. En realidad, os estoy muy agradecido de que me hayáis cuidado tan bien. Solo quiero explorar el mundo por mí solo.

—Tienes toda la vida por delante para hacer eso, me niego rotundamente—la voz de mi padre sonó precisa y sin ningún resentimiento. Fruncí un poco el ceño.

Des entrelacé mis manos y las puse en mis bolsillos.

—¡¿Por qué?! No quiero ser el hijastro de Gale Owel que se quedó en casa hasta los cuarenta, para luego explorar el mundo sin tener ni idea de cómo ir a encargar una camiseta en una tienda común—exploté. Mi respiración se volvió pesada por haber hablado tan rápido.

—Ian, no quiero decir que te quedes tanto tiempo en casa. Eres demasiado joven para vivir solo, estudiar y trabajar. Yo a tu edad intenté lo mismo con mi padre antes de que él me hiciera de lado—paró de hablar, sabiendo que lo último me hizo pensar un poco—. Yo no sería capaz de hacerte eso.

La chica de las Vans verdes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora