6.

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─¿Owel es tu vecino? ¿Pero qué clase de coincidencia es esta? ─pude visualizar una sonrisa mientras se levantaba de la mesa y recogía su plato y el mío(que todavía estaba medio lleno). Fruncí el ceño confundida.

─Em, ¿de verdad que estás bien con todo esto? ─me dirigí a su cocina y vi como ponía el lavavajillas. No me gustaba como reaccionaba, ella siempre que quería ocultar sus penas sonería forzadamente e intentaba evitar la mirada.

─Probablemente te pediría ayuda pero, ahora que ya me ha rechazado…─paró de hablar y puso nuestros vasos dentro del lavavajillas. ─olvidaré estos sentimientos, así que estaré bien.

La miré fijamente, ella esta vez aguantó la mirada. Me sentí de una manera frustrada, frustrada por no hacer más por ella, pero ¿Por qué me esforzaba tanto en esto? Sé que ella era mi mejor amiga, creo que la única a la que tengo tanta confianza, y aunque nos prometimos que nos ayudaríamos mutuamente en estas situaciones, yo siempre quería darle más de lo que prometimos. No me refiero a que yo gustaba de ella, pero me preocupaba demasiado. Hemos llegado a un punto de nuestra amistad que tengo miedo de perderla por no hacer las cosas bien, a no poder darle lo que quiere. Joder, puta vida.

─¿Abby? ─me sobresalté un poco y volví a la realidad.

─Em, tranquila. ─me dí la vuelta para recoger mi carpeta y mis notas de clase que habían en el suelo en la alfombra suave que tenía ella en su casa (bueno, la suya y de sus padres). Lo metí todo en la mochila y me puse mi chaqueta.

─¿A dónde vas? ─no frunció el ceño, pero sus ojos mostraban confusión y desesperación.

─Tengo que volver a mi departamento. Mañana tengo una prueba de Matemáticas y no he practicado. ─puse mi mochila en mi hombro y me dirigí a la entrada.

─¿Estás enfadada? ─preguntó con un hilo de voz. Estuve a punto de tocar el pomo de la puerta y me detuve. Cerré los ojos y me calmé. Estaba actuando como una completa idiota.

─No, no estoy enfadada. Solo es que… no quiero que finjas estar bien, siéntete libre de mostrar tus sentimientos Em. ─me giré para abrazarla. Ella me correspondió y escuché un “ajam” de asentimiento.

Cogí mi penny y salí de su casa. La calle estaba oscura aunque todavía eran las ocho. Fui sin prisas hasta que llegué a la comunidad donde se encontraba mi departamento. Subí las escaleras al segundo piso, y cuando estaba a punto de llegar a mi puerta escuché unos golpes. Me espanté porque no sabía de dónde venían, y fui caminando por todo el pasillo para saber de donde provenían. Los volví a escuchar, y era en el departamento que se encontraba justo a mi lado, el de Ian. Eran fuertes por momentos y luego solo había silencio.

Estaba yendo hacia mi puerta cuando escuché algo romperse y ruidos raros. Me preocupé y decidí tocar su puerta.

─Ei, ¿estás bien? ─golpeteé la puerta.

Esperé unos segundos y se abrió de golpe, me aparté un poco y vi una sombra salir y tirarse encima de mí. Observé lo que estaba pasando. Ian Owel. Me. Estaba. Abrazando.

Reaccioné unos segundos después al sentir su aliento entrecortado chocar contra mi oreja. Miré por el rabillo del ojo, estaba pálido. Después de un rato, le escuché tragar con dificultad, preparándose para hablar. Necesitaba una explicación de su comportamiento, oh sí.

─Mu…muero…─hablaba tartamudeando. ¿”muero”? ¿es qué se iba a morir?

─¿Mueres…? ─repetí algo asustada. Realmente no sería de mi gusto presenciar su muerte en primera fila, no sin ser yo la causante.

─Mu…muero… de…─silencio. ─ Muero de hambre. ─acabó de decir. Bajé la mirada, haciendo que mi flequillo tapara mis ojos llenos de furia. Lo empujé al suelo con fuerza.

La chica de las Vans verdes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora