Prólogo.

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Una noche de Abril, observando las pocas estrellas que se asomaban en el preciosísimo cielo pensé en ti, aunque en realidad, no eras precisamente tú. Yo sólo idealicé a una hermosa chica, con sentimientos reales, sinceros, alguien que no me lastimara y me valorara.

Sin notarlo estaba deseando encontrarte, deseé que aparecieras antes de que comenzara a creer que el mundo era una auténtica mierda, pedí que una chica que valiera la pena apareciera y al fijarme en la hora que era me di cuenta de que como cuando era niño, un deseo pedía que se cumpliera.

Cerré los ojos al instante en que mi reloj marcó las once y once de la noche e imaginé cómo quería que fueras, te imaginé con una sonrisa traviesa, unos labios que no me mintieran, unos ojos brillantes que siempre sólo a mi me vieran y así, para mí, ya tú eras perfecta.

Fuiste mi deseo una noche no tan estrellada y esperaba que así mismo no me estrellaras, ni a mí ni a mi corazón, en ninguna madrugada.

El nacer de un deseo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora