Capítulo diecinueve: Una emoción.

13 4 5
                                    

Capítulo diecinueve: Una emoción.
Martin.

Observar cómo mordió sus labios fue mi límite, mi perdición, hace mucho que deseaba poder besarla, besarla con todas las de la ley, con ganas, con pasión, con todo lo que había comenzado a crecer dentro de mí, pero no podía dejarme llevar por un impulso, uno que no sabia dónde terminaría.

-¿No vas a besarme ya? -consultó y bajé mi vista a sus labios por instinto.

No, no lo haría, no si no estaba vinculado de algún modo con ella. Besar a alguien antes de ser novios nunca acababa bien o al menos no para mi, y quería que con ella todo se diera, por eso no lo besaría, no hasta ser oficiales, no hasta que fuera mía.

Y se que no es un objeto que le puede pertenecer o no a alguien, pero si ver cómo un desconocido rozaba sus labios y le decía "te amo" me hirió, no quería imaginar que sería de mí si besaba sus labios y luego sólo se iba con otra persona, como si nada.

-No. -contesté, su rostro se contrajo en confusión, su ceja arqueada y el entrecejo fruncido me lo decía todo, no era la respuesta que esperaba.

-¿Qué? ¿Por que no? -desilusión venían junto a aquellas palabras, mi corazón se contrajo.

-Quisiera hacer las cosas bien. -pronuncié y ella alejó su rostro del mío, volviendo a su antigua posición.

-¿Con que demonios te refieres a hacer las cosas bien, Martin? -gruñó. Tragué en seco. -¡No estamos en la edad media! ¡No tenemos que estar casados o ser novios para besarnos!

-¿Entonces sólo quieres besarme por capricho y ya?

-¡No! -exclamó alterada. -¡No es sólo por eso, maldición!

-¿Entonces por que lo es? -quería escuchar lo que ella pensaba, que dejara salir lo que sentía, que me lo hiciera saber.

-Porque... porque... -murmuró sin completar su oración, frustrada por no saber qué decir, exclamó: -¡Ah!

Extendió sus brazos al techo y giró sobre sus talones, comenzando a subir los escalones, dejándome a mi a mitad de ellos.

-¿¡Por que es tan difícil decirlo!? -le grité cuando estaba casi en la cima. -¡Ash! -realicé sus mismos movimientos hacia el lado contrario pero con tan sólo bajar dos escalones volví a girar y subí con rapidez cada uno de ellos.

Sus pasos eran apresurados hacia la puerta de su habitación, sus caderas contoneándose de lado a lado, sus hombros tensos y su cabeza moviéndose de derecha a izquierda, negándose ella misma a aceptar que aquello abandonara su boca.

»-¡Espera! -exclamé cuando tomó el pomo de su puerta. -Por favor, sólo espera.

No lo giró pero tampoco volteó para observarme, lo tomé como el visto bueno para comenzar a hablar.

-Sé que no estamos en la edad media y que muchos jóvenes hoy en día hacen y deshacen lo que quieran con sus vidas, con las personas que lo rodean, con las chicas y con todo en general pero yo no soy así, mi madre me crió de una forma distinta, a pesar de todo lo que nos pasó, no voy por el mundo besando a cada chica que pasa y tampoco me gusta cada muchacha bonita que se cruza por mi vista. -hice una pausa y llegué hasta posicionarme detrás de ella. -Pero es que no sólo me gustas, Jackie, me encantas, los chicos no lo creen por decir que nos conocemos de muy poco pero considero que no es el tiempo quien decide que ya es hora de querer a alguien, uno mismo lo decide y si desde un primer momento sentiste química con esa persona, ¿por que no? -consulté retóricamente. -Me encantas más que cualquier otra chica y quiero hacer las cosas bien contigo porque lo mereces, mereces todo lo mejor de este jodido mundo y quisiera dártelo pero no puedo y no podré si tú no quieres lo mismo, si ni siquiera crees que podrás sentirlo. -digo y colocando mi mano en su hombro, la giro hacia mi. -Porque aunque me gustes y muera por ti no puedo obligarte a estar aquí. -culmino posicionando su mano sobre el lado izquierdo de mi pecho.

Mi caja torácica late acelerada y su mirada se clava allí, en nuestras manos, en mi pecho.

-¿Qué quieres, Jackie? -pregunto, su vista sube a la mía. -¿Qué sientes?

Su respuesta es clara, precisa y concisa.

-Miedo. -soltó. -Tengo miedo de volver a enamorarme de alguien que termine hiriéndome de nuevo, miedo a abrir mi corazón y que alguien más me obligue a cerrarlo para siempre, que un día esté y al otro ya no.

Entonces entendí que ella también fue herida. ¿Cuántas veces? No lo sabía y no iba a preguntarlo.

»-Y joder, te quiero a ti, por supuesto que te quiero a ti, a una jodida historia de amor con escenas románticas, tantas que haga vomitar a todos los que nos vean pasar, pero ¿y que tal que te vas?

Su mano se liberó de la mía y bajó a un costado de su cuerpo.

»-¿Quién me asegura que tú no te irás? ¿Quién dice que quieres algo en serio conmigo?

-Yo lo digo, y yo mismo te lo aseguro. -contesto. -Entiendo perfectamente que desconfíes pero dame una oportunidad para demostrarte que puedes creer en mi, en lo que estoy sintiendo y está creciendo.

Sus manos se colocan sobre su pecho.

»-Estoy poniendo en tus manos dejarlo crecer o matarlo de raíz, pero no me ilusiones si la que terminará yéndose eres tú.

Su boca se abrió y cerró varias veces, sin saber qué decir.

»-No tienes que decidirlo ahora mismo, tómate tu tiempo. -repuse rápidamente y ella asintió, abriendo la boca para al fin soltar palabras por ella.

-Prometo decírtelo antes de irme. -tal vez intuyó que preguntaría cuándo se iría porque añadió: -Tres semanas, el internado nos dio vacaciones por problemas en las instalaciones. Tal vez volvamos antes o quizá después, no lo sé.

Perfecto, tres semanas para que pueda pensarlo, con claridad y sensatez. No la presionaré y todo tiene que salir bien.

¿No es así?

El nacer de un deseo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora