Capítulo once: Una chica.

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Capítulo once: Una chica.

Me remuevo en mi lugar al escuchar un zumbido que se acerca, muchísimo más cerca que antes, gruño cuando algo hace contacto con mi piel y de manera casi instantánea el sonido o más bien, la voz, está sobre mi oído.

—¡Hora de levantarse! —grita Evaluna y luego le siguen unos cacerolasos. Me encuentro sentado, cosa que pareció ser más acto reflejo que otra cosa, a mi lado escucho gruñir a mis compañeros y poco después el mismo grito sale de la boca de la rubia menor, la persona a mi lado pide tregua y al no obtenerla termina sentado, mis ojos siguen cerrados pero cuando los abro y observo la hora en el despertador me quejo. —Nada de quejas señoritas, hoy es nuestro último día junto a mi hermana así que lo disfrutaremos al máximo. —dice ella, pero como cualquier baile sincronizado y planeado, nosotros volvemos a juntar nuestras espaldas al colchón.

—¡Vamos chicos, arriba! —anima la divertida voz de Jazmine, nosotros gruñimos y ellas resoplan. —Muy bien, nosotras iremos a comprar el boleto de avión para Jackie y si de casualidad nos encontramos con ciertos chicos guapos no será nuestra culpa. —añadió haciendo hincapié en las palabras claves para hacer que nosotros nos levantáramos.

—¡Bien, bien! —dijo rendido Aaron y seguido de él nos pusimos de pie.

Muy bien, es hora de comenzar otro día junto a estos locos de pacotilla que tengo como amigos, pensé.

***

Nada más traspasar las puertas del aeropuerto el aire acondicionado nos da la bienvenida, eso y aquel millón de personas que lo transitan. Muchas caminan agitadas, arrastrando sus equipajes junto a ellas, algunas personas van acompañadas y otras están solas, dejo de mirar el lugar cuando Aaron y Esteban colocan sus brazos sobre mis hombros y hacen lo propio con los míos sobre los suyos, es así como empezamos el tonto juego de no pisar ninguna de las rayas que yacían en la cerámica bajo nuestros pies.

Vicente por otra parte habla animadamente con las chicas, quienes dicen y piden que dejemos de jugar y hacerles quedar en ridículo, pero son ellas mismas las que nos giran cada que debemos hacerlo.

—¿Mandy? —dice dudosa la vocecita de Evaluna, frunzo el ceño y levanto el rostro, ella iba frente a nosotros y se detuvo, casi choco con ella cuando frena en seco y luego exclama: —¡Mandy!

Es cuando caigo en cuenta a quien llama, Amanda, no puede haber otra chica a quien le diga así, ¿o si?

El resoplo de la pelinegra me confirma que sí es ella y como ni siquiera me preocupé por stalkear a la chica no tengo ni una mínima idea de cómo es su rostro, entonces antes de mirarla a ella llevo mi vista a la furiosa bellota a nuestro lado, se encuentra de brazos cruzados, con la trompa en pompa y el entrecejo arrugado, todo producto de su enojo.

Quiero correr hacia ella y abrazarla pero dos fuertes brazos sobre mis hombros refuerzan su agarre cuando parecen ver mis intenciones.

—No te acerques aún, será como una bomba al estallar. —susurra Esteban en mi oído, suspiro pero asiento y vuelvo mi vista al frente, a la chica.

Su cabello es castaño, su piel blanca y algunas pecas se esparcen entre sus mejillas y nariz, sus ojos se mantienen cerrados mientras se efectúa el abrazo con la rubia menor de nuestro grupo, a su lado yace otra chica, de ojos grises y piel trigueña, su cabello está suelto sobre sus hombros y tiene dos pelotas, entre negras y rubias, hechas sobre su cabeza, creo que es un nuevo peinado, varias chicas en el colegio lo llevan hecho.

Cuando la que parece ser Amanda abre los ojos aún en los brazos de Eva quedo pasmado, sus ojos se encuentran con los míos, son color miel, un miel mezclado con el color mierda que siempre se reflejaba en los ojos de mi padre, un color mierda que lo caracterizara, un color mierda que gozaba golpear a mi madre y hasta a mi mismo, ese mismo color mierda.

Ella parece igual que desorientada que yo porque se aleja de Eva y avanza hasta quedar frente a mi, su mirada se volvió curiosa y mi corazón comenzó a acelerarse. ¿Podrá ser? No, no es posible.

—Disculpa, ¿te conozco? —es lo que sale de su boca con ese característico acento español, mi corazón salta aún más acelerado. Esperanzado. Ohmidios, su voz es suave, tranquila, llena de intriga pero sobre todo llena de amabilidad. Es cuando Jackie arranca a Aaron de mi lado y se coloca en su lugar, toma mi brazo y se apega a el cual koala. —Oh ya, eres el falso novio de ella. —dice borrando todo rastro de amabilidad y transformándolo en recelo. Mi corazón se estruja.

Quiero alejar a Jackie de mi y preguntarle a ella de dónde es, quiénes son sus padres, si vive aquí o donde lo hace, si tiene hermanos y conocer toda su vida si es necesario pero sé que un desprecio de mi parte hacia la pelinegra y más frente a ella me saldrá lo suficientemente caro como para no querer volver a hablarme nunca más.

Suspiro, dispuesto a hablar pero me veo interrumpido.

—No es ningún novio falso. —cuando la pelinegra suelta las palabras algo hace que mi estómago tenga una extraña sensación y el otro brazo se aleja de mi hombro. Oh vamos, ya me dejaron solo en esto, ¿y se hacen llamar amigos? Bah.

—Demuéstramelo. —reta la castaña, se cruza de brazos y a su lado llega quien parece ser su amiga para imitarla. Vaya, a simple vista parecía alguien pacífica, ahora mismo parece toda una arpía.

Aprieto la mano de Jackie para que recuerde lo que le dije el día anterior y si es que lo hace no es lo que parece porque me aprieta más cerca de sí, como probando que soy suyo. Oh vamos, esta chica.

¡Mi corazón ya lo tienes! ¿¡También quieres mi cuerpo!?, grita alterado mi cerebro.

Al no lograr ningún tipo de acción de parte de mi koala personal Amanda ríe irónicamente, haciendo enfadar muchísimo más a la bellota, suspiro y vuelvo a apretar su mano, pordiositosanto, no puede ser tan inmadura, debería entender porqué son los apretones. Entonces ella abre la boca y habla.

—No eres quién para pedirme demostraciones y por eso mismo no pienso dártelas. —los chicos sueltan al unísono un ohhhhh que conjugaría bastante bien con esa frase que dice thur dar for what. Jackie sonríe victoriosa y yo orgulloso cuando Amanda gruñe.

Esa es mi chica, celebra mi mente las palabras que mi boca no puede decir.

Jackie eleva su rostro hacia mi como esa niña del exorcista y me sonríe con ternura, entonces comienzo a palidecer y fuerzo aún más la sonrisa, ella vuelve su vista al frente.

¡Lo dije en voz alta, lo dije en voz alta!

Daos un beso. —habla ella en su idioma natal, uno que conozco perfectamente. Niego con la cabeza y al sentirse movimiento por mi parte la pelinegra vuelve a mirarme.

—¿Le has entendido? —asiento y con el ceño fruncido dice: —¿Qué dijo la loca?

Quiero reír pero me contengo porque si es quien creo que es; sería capaz de lanzarme su equipaje, que por cierto es del color que siempre odió, rosa.

—Quiere ver un beso, —digo como si nada, como si mi corazón no latiera desbocado, como si no estuviera entusiasmado con sólo pensarlo. —quiere que nos besemos. —especifico por si no lo entendió a la primera.

—Bueno, ¿y es que no lo has entendido? —pregunta retóricamente mi novia falsa. —¡Que no debemos demostrarte nada, joder! —exclama adoptando un poco de nuestro acento, frunzo el ceño y giro mi rostro hacia ella o en este caso, su cabeza.

¿Se la pasa mirando vídeos de youtubers españoles o qué?

El nacer de un deseo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora