Capítulo XI

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Esa mañana se supone que debería de haber sido la más feliz de su vida. Aquella tarde, a las doce específicamente, cientos de personas estarían observándole cantar sobre el escenario. Quizás recibiría aplausos o una que otra felicitación por parte de los profesores, seguramente asombrados del talento que muchos desconocían que tenía.

Sonrió tristemente dando un último vistazo a su habitación, le dolía el alma... Pero la decisión la había tomado desde que escuchó la voz determinante de sus padres.

Bajó los escalones con una pesadumbre horrible, desayunó como todas las mañanas, ignorando el hecho de que Junho estaba más serio que de costumbre, o que su madre parecía extrañamente ajetreada... Incluso ignoró el hecho de que su padre estaba siendo amable con él.

A esas alturas, ya nada le importaba.

Le habían preguntado por su obra de ese día, a pesar de que sus padres habían prometido ir y verlo, habían salido con la excusa barata de "No conseguimos permiso en el trabajo" y "Todo es culpa del horario elegido por el conservatorio". Al menos quisieron que Junsu lo creyera de esa manera, ignorantes al hecho de que solo consiguieron hundirle más en su miseria.

¿Qué? ¿Acaso lo creían tan imbécil como para que no se diera cuenta de que, a esa hora, ellos estarían tramitando su encierro en un loquero?

Les dijo que no se preocuparan, que a fin de cuenta no era nada demasiado importante.

—Solo es la primera y última vez que seré protagonista en un musical, no es de gran importancia. — Ironizó, llevándose la mirada culpable de sus padres que no dijeron nada.

Junsu salió de su casa, dándole ese vistazo angustiante antes de comenzar su camino al conservatorio.

Quizás hubiera bastado con que sus padres salieran y le dijeran que irían a su musical, o menos que eso, hubiera bastado con que su madre le gritara "Ve con cuidado" desde la cocina, como solía hacerlo cuando él era pequeño.

O en el más remoto de los casos, hubiera bastado con que Junho intentara disculparse, porque después de todo, que él vaya a ser encerrado esa tarde era su culpa.

—¿No puedes siquiera acompañarme en este día tan especial? — Susurró al viento, esperando una respuesta que jamás llegó a sus oídos, sintiendo nuevamente esa soledad que lo estaba consumiendo hace mucho tiempo y que, sin embargo, era en estos momentos cuando atacaba con toda su fuerza, pudriéndole.

Su sonrisa fue radiante cuando se topó con Yunho y Jaejoong, estaba contento después de todo, le emocionaba la idea de por fin debutar en el proyecto que trabajó durante tanto tiempo.

Los mayores se alegraron y aliviaron de verle tan entusiasmado, había vuelto ese Junsu carismático, el chico que sonreía a pesar de todo.

Incluso a Donghae le había sonreído de aquella manera.

—¡Estoy nervioso, estoy nervioso! — Jaejoong daba pequeños saltitos. — ¡Quedan solo cuatro horas!

—Lo vas a hacer bien, amor. Despreocúpate, tú y Junsu son fantásticos. — Le apoyó Yunho, besándole la frente cariñosamente.

Junsu estaba sentado frente a uno de los cuántos tocadores, mirándose al espejo seriamente y repitiendo sus líneas en la mente para saber si hacía falta repasar algo antes de que fuera la hora.

—¿Quieres repasar las últimas líneas? — Preguntó Jaejoong acercándose a él. — Es la parte que todos estarán esperando, y tiene que salir perfecta. — La escena del beso, recordó Junsu, y formó una linda sonrisa de medio lado.

En mis fantasías [YooSu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora