Sombra Pasada

753 48 60
                                    

*ATENCIÓN: CONTENIDO FUERTE, SI ERES MUY SENSIBLE CUIDADO* ES RELEVANTE PERO SI NO CREES PODER AGUANTAR POR FAVOR NO LEER*

Sus mirada reflejaba temor mientras que los ojos de Ludociel lo observaban con algo de ¿enojo?  Eso incomodaba demasiado a Gloxinia pero más que incomodidad era miedo pues al recordar todo lo que le había causado hacia que le dieran escalofríos con tan sólo pensarlo.

-Mi hada, he visto mis errores pero cambié y lo intentaré con más fuerza- dijo mientras se acercaba para tomar la mano del menor.

Gloxinia: No... No quiero y por favor vete de mi casa- le dijo muy apenado.

Ludociel: Vamos hadita, he entendido todo lo malo que hice -lo acerca a él- así que vine para reconciliarme. Se que aún me amas.

Gloxinia: No, ya vete de aquí.

Ludiciel: No me voy a ir de aquí hasta que me correspondas- lo agarra de las muñecas- Así que... Te lo preguntaré una vez más ¿vas o no a corresponder?

Gloxinia: Suéltame, me lástimas- comenzó a forcejear pero el agarre se hacía más fuerte y a pesar de todo estaba en desventaja contra el mayor, o eso era lo que pensaba-

Estarossa: -tomó la mano de Ludociel con fuerza logrando zafar del agarré al menor- Dijo que lo soltarás Ludociel, ahora será mejor que te vayas.

Ludociel: Bien, pero sólo para que lo pienses. Adiós, a-mor-ci-to.

Esa simple palabra llenó con odio a Gloxinia pero también de melancolía con si mismo por el pensamiento que pasaba por su mente ¿qué tal si lo aceptaba para poner celoso a Drole?, ¿funcionaria? No eso jamás; de había prometido que ni aunque su vida dependiese de eso nunca regresaría a esa miseria que le causo ese chico. Se aferró a Zeldris ocultando su cara en el cuello para evitar que vieran como las lágrimas traicioneras  escapaban contra su voluntad.

Zeldris: Hey Gloxinia, cálmate. Ocupó que me digas cómo conoces a ese hijo de...

Gloxinia: Mejor entremos por favor.

Estarossa: Ven vamos, no te preocupes.

Unas tazas en la mesa los acompañaban mientas estaban en el sofá intentando que su amigo logrará contarles la historia, aun que eso le incomodará sabía que debía decírselos o no se sacaría ese gran peso de encima.

Gloxinia: ¿Se los tengo que decir verdad?

Zeldris: Sí, ocupamos cada detalle cada uno.

Gloxinia: Y yo que esperaba no tener que volver a contar pero bueno... Ludociel y yo eramos pareja hace como unos dos años. Él era alguien lindo, amigable y servicial, entonces me tocó estar con él.

-Gloxinia he visto que fallas en algunas materias y es por eso que te he conseguido un tutor, el es Ludociel-

-Mucho gusto Gloxinia, me alegra poder ayudarte- esa sonrisa que daba un sentimiento familiar era cálida.

Después de un tiempo el se declaró, yo acepté gustoso pensando en lo feliz que seríamos en nuestra relación y al principio lo fue pero como dicen no todo es color se rosas. Tan sólo unos dos meses después insistía en que debíamos empezar a tener relaciones sexuales aun que al yo no sentirme ni preparado ni a gusto me negué, fue un error desde el principio.

Comenzó a ser más brusco, frio, salía con muchas chicas pero a mí apenas si dejaba que fuera a la escuela, tenía que regresar temprano y si quería salir él debía venir, de un momento a otro las muestras de cariño se convirtieron en golpes e insultos. Todos los días era lo mismo.

-Lo lamento amor, te juró que no volverá a pasar-

Pero eran palabras vacías, de los golpes ligeros se fue hacía la violencia extrema, había veces en que me tomaba del cabello y estrellaba mi cara contra una de las tantas ventanas de su casa o con alguna de las decoraciones no importaba si eran de metal o vidrio él no se cansaba. En una de sus tantas escapadas lo descubrí con una zorra de nombre Nerobasta, le reclame, error, agarró mis muñecas para después lanzarme hacía la cama y comenzar su tortura. Me quitó la ropa para lograr su cometido, profanarme; metía y sacaba su pene sin ningún cuidado el dolor se hacía cada vez más intenso, me puso boca abajo y no satisfecho con todo el daño que mi ser recibía tomo una navaja suiza, con el filo hizo dos marcas en mi espalda.

-No te preocupes hadita, ya no podrás escapar sin tus alas-

Recuerdo como las sábanas se tenían de color carmesí proveniente de mi, mis ojos no aguantaron más y cerraron; desperté en una camilla de un hospital, el doctor entró diciendo que había tenido suerte aún que yo no lo consideraba así. Antes de que me dieran de alta una enfermera llegó a darme el medicamento pero vi que Ludociel, el pánico de apoderó de mi y recuerdo que solté todo.

-¡Por favor no deje entrar a ese hombre!, ¡Fue él quién me causó tanto daño y viene por mi!-

La mujer vio todo el miedo reflejado en mis ojos y rápidamente llamó a la Policía, no se despegó de mi hasta el momento en que las autoridades arribaron al hospital. Se llevaron a Ludociel, me sentí seguro después de demasiado tiempo de ser torturado al fin era libre.

El silencio llegó a la sala pues la sorpresa de todo lo que pasó su amigo fue muy grande, Estarossa lo envolvió en un abrazo consolador mientras que Zeldris apretaba los puños y dientes el sabía que Ludociel era alguien que era capaz de dañar a cualquiera para su beneficio pero eso había sido demasiado. Gerhead había escuchado todo el relato escondida pues ella conocía el infierno que su hermano sufrió con ese tipo, aún recordaba la primera vez que le contó todo se había jurado que nunca más dejaría que le volviesen a hacer daño. Esa día una prioridad nació dentro del ser de los hermanos la cual era proteger al menor a toda costa pero una duda llegó a la cabeza de Zeldris.

Zeldris: Gloxinia ¿Drole lo sabé?- se dignó a preguntar.

Gloxinia: El estuvo a mi lado, pero no le he contado que regreso y no quiero que lo sepa.

Zeldris: Esta bien, por ahora nos retiramos pero de ahora en adelante nosotros vendremos por ustedes igual de regreso. No hay que exponerlo.

Fue cuando se marcharon de la casa aun que no sin antes hacer una llamará.

Monsepp (junto con todos los demás mandamientos): ¿Hola? ¿Qué sucede?- se escuchó como los ruidos del fondo cesaron.

Zeldris: Chicos hay una cosa que debemos hacer-

Montseep: Dinos.

Zeldris: Debemos proteger a Gloxinia a toda costa.

Derriere (de fondo): ¿Por?

Zeldris: Se los explicaré en mi casa.

Montseep: Bien, nos vemos haya.

En la cena de esa noche los mandamientos no sólo conocieron el pasado de su amigo sino que el sentir de venganza se convirtió de una llama media a un incendio, juraron que ese bastardo no tocaría a su compañero ya había dañado a demasiada gente y ya no habría ni una víctima más.

¿Tu orgullo o yo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora