Caos en todos lados

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El miedo, el estrés y la ansiedad lo habían invadido nuevamente, todo el caos por el que pasaba su vida era mucho para procesar en el tiempo que ocurría. Por unos días no fue a la escuela y solo permaneció en el hospital donde veía como su hermana recibía terapia para sus lesiones. En las noches repetidamente tenía sueños donde aparecía Ludociel con su sonrisa característica, al principio parecía todo ser normal pero al poco tiempo comenzaba a tornarse malo, recordaba sus palabras y a la mañana siguientes se vería peor de lo que ya estaba. Cuando observaba sus heridas recordaba el momento. Sus amigos lo visitaban seguido para asegurarse de como seguía, uno de los que más tiempo pasaba con él era Zeldris quién le informaba de las medidas que estaban tomando para el momento de que decidiera regresar; el otro era Drole, no solo lo visitaban sino también le llevaba ropa limpia, le pasaba los temas o deberes que tuviera que hacer y en una que otra ocasión lo acompañó mientras todos dormían. Cuando el de menor estatura despertaba de una de sus ya seguidas pesadillas el lo tranquilisaba ya sea consolandolo o trayendóle algún bocadillo. Charlaban hasta que Gloxinia no pudiera más con el sueño y su amigo esperaba unos momentos para comprobar que todo estuviera en orden.
Esa noche no fue la excepción, tras otra vez quitarse el cansancio tomaba una taza de chocolate caliente con malvaviscos mientras que  el de mayor estatura disfrutaba del café que había ordenado.

– No necesitas hacer esto Drole, tu tienes otras actividades y el estar perdiendo horas de sueño te perjudica mucho, ¿Qué hay de tu torneo de boxeo? Es muy importante para ti, ¿No tienes una relación de la cual disfrutar? No quiero que dejes todo de lado solo por ésto, quizá solo fui dramático. En pocos días volveré, no necesitas preocuparte por mi ya– ninguna respuesta le fue daba, solo otro sorbo del café– Drole, vamos di algo.

–Sin importar lo que digas te voy a cuidar Mosca, no me voy a ir de aquí. Tú eres mi prioridad, ya vendrán otros torneos, Blanca entiende la situación y lo demás no es una molestia. Si algo te pasará jamás me lo perdonaría, se que quieres lo contrario a lo que sale de tu boca. Te conozco lo suficientemente bien como para decirte que se lo que de verdad deseas, no me voy a alejar de tí y te protegeré del miedo que tienes.– con la cabeza mirando al suelo Gloxinia trataba de ocultar las lágrimas que caían, en serio amaba y odiaba que Drole lo comprendería tan bien. Un calor recorrió si cuerpo, los fuertes brazos de su amigo lo apresában en un abrazo que en serio necesitaba, dejó salir todas las penas que había guardado.– No fingás conmigo Gloxinia, solo suéltate.– se aferró más al contrario como si de verdad se fuera a ir si lo soltaba.

–...Drole, por favor no me dejes nunca...– le dijo entrecortado.

– Jamás lo haré Gloxinia, tenlo por seguro.– Se quedaron así un rato hasta que el pelirrojo se quedó profundamente dormido, Drole lo cargó con cuidado para no despertarlo y lo llevo hasta un lugar donde pudiera descansar más cómodo. Él por su parte decidió estar despierto más tiempo por si su amigo volvía a tener una pesadillas. Amigo. Por alguna extraña razón después de unos años de conocer a Gloxinia le molestaba llamarlo de esa forma pero nunca quiso indagar mucho, después de todo era lo único que podrían ser ¿Por qué? Quizá fuera por el hecho de que muy probablemente él contrario no lo veía como algo más o que los dos fueran hombres y ¿Qué dirían los demás? ¿Lo rechazarían? ¿Qué tal si lo sacaban de los equipos? ¿Sus compañeros se burlarían se él y dejaría de ser el capitán de boxeo? No se podía permitir que eso sucediera.

–Te envidio Mosca, tienes tanta confianza y no te molesta que hablen de tí, puedes vestirte como quieras, pasas por alto cuando te dicen algo... Pero ese infeliz te causó tanto dolor, juró que no lo perdonaré Gloxinia.– acarició el largo y sedoso cabello de quién estaba a su lado.

En una habitación apenas iluminada por una pequeña lámpara se hallaba alguien notoriamente estresado pero aún con una sonrisa en el rostro. Las fotos frente a él eran todo un tesoro; un grito inundó la casa, apresar de haber pasado más de Diez años seguía sin encontrar una sola pista de su preciado hermano, todo eso estaba afectando demasiado a su persona, en vez de ir a disculparse con Gloxinia volvió a recaer en los hábitos que había dejado atrás. Estaba cansado de ser esa persona, no se reconocía para nada, ¿Qué diría su hermano si lo viera en esos momentos? Estaría decepcionado sin duda.
Por su mente pasó la posibilidad de dejar de intentar, tal como hizo su madre pero rápidamente desapareció, no iba a rendirse por nada del mundo; se sentó en el escritorio volviendo a observar el archivo del caso tratando de encontrar alguna pista que no haya notado, tras unos frustrantes minutos tenía su vista fija en todo sin embargo nada, decidió dejarlo así por esa noche. Apagó la pequeña luz y se retiró del lugar cansado.

Por otra parte en la gran mansión del par de hermanos uno de ellos se encontraba despierto en la cocina preparándose un té para relajarse, había tenido un sueño extraño, casi como una pesadilla misma por lo que decidió bajar para calmarse.

–¿Estarossa? ¿Qué haces despierto a estás horas?– Zeldris se adentro a la cocina notando a su hermano preocupado y algo estresado.

–Zeldris, solo tuve un mal sueño, no debes preocuparte. Puedes volver a dormir– su hermano simplemente se sentó frente a él sin ninguna expresión.

–No me mientas, te ves estresado, debió ser más un muy mal sueño– Estarossa le sirvió una taza de té para luego sentarse frente a él.

–Habia alguien llamándome como hermano, pero no era ninguna de sus voces. Parece que me estaba buscando sin embargo me perdí, lo perdí. No se, era todo demasiado tenso y agobiante.–

–Descuida, todo fue un sueño, aquí estoy yo y... Bueno, diría Meliodas pero tú sabes.– le dió palmadas en la espalda y una mínima sonrisa que tranquilizó a su hermano mayor.

Los dos charlaron por más tiempo hasta que se fueron a sus respectivas habitaciones pero aún dentro del mayor de ambos había un sentimiento que no lograba descifrar sin embargo no quería seguirse atormentando por cosas que no comprendía.

¿Tu orgullo o yo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora