Parte 11

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- ¿Dónde estoy?

Sin entender que lo que sucedía, Midori se encontraba en vacío oscuro. Al intentar moverse se dio cuenta que se encontraba con las manos y sus piernas atadas a una silla. Movió su mano un poco intentando queriendo quemar la soga con su poder. - ¿Qué es eso? No tengo poderes. - intentó cortar la soga a la fuerza y lo mismo sucedió. La soga no se rompía imposibilitando su movilidad

- ¿Ya despertaste? - una voz maniaca se iba aproximando por un fondo oscuro acompañando de un jadeo. Al verlo Midori se estremeció del asco que le provocaba ver un hombre mayor, cojo, aspecto descuidado, tan gordo que la camisa no le cubría toda la barriga y el pantalón estaba muy desacomodado. - Ahora empieza lo bueno.

Secó su saliva que segregaba cada vez que la veía moviendo inquietamente las manos. Midori intentó gritar y para su sorpresa una tela se había colocado en su boca amortiguando los sonidos que hiciera. Las manos empezaron a recorrer los extremos de su cuerpo: brazos, piernas, abdomen, pies. En cada movimiento Ella sentía como si le pasara con un cuchillo queriendo sacarle toda la parte superior de su piel.

- Empecemos. - En menos de un instante su cuerpo se había puesto en una mesa de quirófano y ella se encontraba atada los pies y las manos a los extremos de la mesa. Su ropa había desaparecido dejando sólo ver su ropa interior. - Has sido una chica mala.

Tomó un bisturí empezando a cortar la piel directamente. Los gritos de dolor se perdían en la oscuridad mientras el hombre silbaba alegremente al cortar la piel desde el centro del pecho hasta llegar al estómago.

La esperanza de ella se había perdido. Gritar no serviría de nada, nadie escucharía sin importar cuanto grite o pida ayuda, ella estaba sola y no se podía sentir peor que involucrar al demente amante a torturar.

Al cabo de un rato, un fuerte ruido se escuchó resonar por todo el lugar haciendo que el hombre entre en pánico apuñalando al aire insistentemente como si viera a alguien. Una grieta de luz apareció delante de ella que se volvió a encontrar amarrada en la silla con los ojos perdidos en el abismo dando vagamente una pequeña sonrisa al fijarse cómo el hombre era cortado en dos por una espada.

Alguien la había salvado, lamentablemente ella ya no era la misma. No permitió que la toque, sólo deseaba que esa pesadilla termine.

El hombre se paró a verla para que note que mientras sonría, la oscuridad que la acompañaba podía desvanecerse. No logró reconocer su rostro e intentó alcanzarlo moviéndose libremente hasta que despertó.

***

- Sabía que tenías algo que ver, por tu culpa todo esto está sucediendo. - Misaki tenía el cuerpo completamente golpeado elevado en el aire sostenido de una mano por el chico gordo que lo detestó desde que lo conoció. - Realmente eres como ese maldito. No tienes poder y aun así eres capaz de destruir al mundo. Salva de una buena vez a la chica.

- No... no puedo, no sé como hacerlo. - expresaba con sangre derramando por su boca.

- Primero deja que se recupere. Como cambiaron de cuerpos recibió un gran daño, además, sin Midori no se recuperará en menos de una semana. - Dijo Vidar apuntando sin tocar con sus manos reflejadas de luz hacia el cuerpo de la chica con los ojos cerrados evitando que la luz se desvanezca. - Además, no puedo concentrarme con tanto ruido.

Al momento de hacer silencio, el cuerpo de Midori empezó a elevarse brillando donde apuntaban sus manos que eran en la frente y en el pecho. Luego su cuerpo bajó suavemente viendo cómo ella elevaba su mano queriendo alcanzar algo.

- Despertó. - comentó Guren viendo cómo entre sueños se desesperaba retorciendo su cuerpo. - Tienes que hacer algo.

- Creo que no es necesario. - el suave tono femenino se dio a escuchar bajo la mano que apuntaba a su frente. Afortunadamente nadie notó como una gota rodaba por su mejilla agradecida que nada fue real. Vidar quitó suavemente sus manos desvaneciendo su brillo con el movimiento hasta que sus miradas chocaron. Él la vio intentando saber que se encontraba bien. Ella quitó su mirada alegre de saber que fue él quien la salvó. - Gracias. - Sin poderlo evitar empezó a llorar asustada y agradecida.

Vidas sólo vio como los chicos intentaron acercarse siendo detenidos por Guren con un movimiento suave indicando que quién debería estar cerca no era ninguno de los tres. 

***

¿disfrutando el panorama? 

Con una sonrisa llegó el hombre que siempre causó problemas a Vidar.

- Ao. - Respondió el encapuchado.

- Vi como te divertiste con ese grupo hace poco. También quiero divertirme contigo.

Al finalizar de hablar Ao, su cuerpo cayó apoyándose en una rodilla con cortes múltiples por todo su cuerpo. - Es increíble que no te pueda tocar y que tú no me puedas matar. Esto es divertido. - expresaba riéndose con ganas mientras sus heridas se curaban. 

- Te adueñaste de mis regalos. - Expresó sin siquiera mirarlo a su espalda como toda la conversación.

- ¿No eran para mi? - fingió tristeza exagerada -  Pero creer que los revivirías, eso fue fabuloso. 

- Vi que despertaste el odio de Afrodita.

- Acaso ¿eso no era el destino de la diosa que fue traicionada por todos los despreciables humanos? Ups. Me olvidé que hace unos años tú también eras uno de esos... ST. 

- Los niños se van a empezar a mover. Preferiría que no interfieras demasiado.

- Como siempre no me prestas atención. - Respondió con una sonrisa medio dibujada. - No prometo nada. Afrodita recordó la verguenza de sus últimas palabras cuando aún mantenía sus recuerdos sellados pronunciando a su hermano. Le tomó un poco de interés. 

- Hace poco dijiste que yo no te puedo matar. ¿Será que puedo matar a tus juguetes?- La amenaza no le hizo gracia a Ao que con esfuerzo se mantuvo en silencio.- Además debo agradecerte, no puedo estar de niñera con ángeles y dioses que mantuvieron sus recuerdos. Eso es ahora tu deber hacer que mi sueño se haga realidad. Falso dios invocado.

Las últimas palabras de ST le enojaron demasiadoque intentó moverse pero su cabeza salió disparada. Una nube de humo se produjo donde se había realizado el corte mientras la mirada de Ao notaba que ST había desaparecido.

- Algún día te mataré bastardo. -expreso desvaneciéndose. 


Divine PowerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora