Capitulo 1

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El orfanato no era un lugar agradable, siempre estaba sucio, casi no había juguetes y cuando los había estaban rotos, la comida nunca sabía bien, cuando llovía todo estaba húmedo y lleno de baldes para cubrir las goteras; las mujeres encargadas de...

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El orfanato no era un lugar agradable, siempre estaba sucio, casi no había juguetes y cuando los había estaban rotos, la comida nunca sabía bien, cuando llovía todo estaba húmedo y lleno de baldes para cubrir las goteras; las mujeres encargadas de cuidarlos nunca se preocupaban realmente por lo que fuera que los niños hacían, pero si los encontraban haciendo algo que no les agradaba los golpeaban con fuerza y castigaban sin comer, sin embargo, era mejor que nada.

Oliver había cumplido seis años hace poco y a pesar de que el orfanato no era su lugar favorito era lo único que conocía, desde que había dejado de ser el adorable bebé rollizo y se había convertido en el mayor del lugar las cuidadoras muchas veces le decían que él era responsable por los más pequeños. A pesar de las carencias y de los golpes que le llegaban cuando uno de los niños se caía o hacía una travesura, tenía la esperanza de salir un día de ahí con una familia amorosa que le diera todo el amor que siempre había deseado.

― ¡Oliver! ― gritó la más vieja de las mujeres.

― ¿Sí? ― el pequeño de cabello oscuro y piel cetrina corrió hasta donde lo llamaban de manera diligente, si se tardaba mucho definitivamente lo regañarían.

―Daisy vomitó, ve a limpiarlo.

―Enseguida. ― soltó, ya que si se negaba o rezongaba sabía que aquella mujer lo golpearía con la escoba que sostenía.

Oliver corriendo, sintiendo sus pies apretados debido a los tenis un par de números por debajo del que tenía, fue por la mopa y un balde de agua y comenzó a trapear el desastre que la pequeña de tres años había dejado por comer cosas que había encontrado en el patio. Se acercaban las heladas y Oliver recordaba contento la estufa que había traído un hombre del pueblo para que los niños no pasaran tanto frío en las noches.

Limpió hasta que el piso brilló y luego de dejar la mopa y vaciar el agua del balde se acercó a la cuidadora, sin embargo, antes de decirle que había terminado con aquella labor comenzó a escuchar la conversación que tenía con la directora.

―Ya cumplió seis... tendrá que irse.

―Pero es Oliver...

―También me cuesta dejarlo ir, pero otro niño tomará su lugar.

― ¿Sabes dónde lo enviarán?

La directora del orfanato guardó silencio y miró con el rostro dolido a la cuidadora.

―No pueden... no con u niño tan dulce...

―Así quisieron los de servicios infantiles ¿Qué saben ellos lo que es mejor para estos niños? Ni siquiera nos han dado lo de este mes ¿Esperan que los sigamos alimentando con el dinero de nuestro bolsillo y la caridad del pueblo?

­― ¿Cuándo se irá?

―Mañana vendrán a buscarlo, lo extendí tanto como pude, pero los de servicios infantiles ya no nos darán mas plazo para tenerlo aquí...

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