Capítulo X: Dudas.

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Llevaba unas cuantas horas encerrado en aquella habitación. No sabía qué pasaba fuera. Tenía hambre y sed pero no había rastro de comida. Intenté caminar a tientas y descubrí que había una especie de baño al fondo y un colchón tirado en el suelo.
Suspiré resignado. No había nada que pudiera hacer. La puerta se abrió. Cerré mis ojos, pues estaban acostumbrados a la penumbra. No visualicé quién era el que entró pero cogió mi brazo obligando a levantarme y me sacó de allí.
Al cabo de unos segundos vi que era Jin el que estaba allí. Suspiré aliviado porque, de los cuatro secuaces de K, era el más cariñoso, por así decirlo.
Había una bandeja con comida sobre el escritorio de K porque sí, otra vez estaba en su maldito despacho. Me indicó con la cabeza que tomiera asiento. Me senté con recelo en la silla de K, cuya presencia no estaba en el momento, y probé un poco de la comida. Quizá quería matarme ya y había envenenado la comida. Aún así, continué comiendo. No tenía nada que perder a fin de cuentas. Jin hizo una reverencia y abandonó el lugar. Genial ahora estaba solo. Al menos tenía comida.
Volvieron a ingresar en el despacho. Esta vez era Baekhyun. Cogió la bandeja y me miró.

-El señor lo está esperando-hizo una reverencia y me indicó que lo siguiera-.

Realmente no quería ir pero al menos quería saber qué iba a pasar con Jimin y conmigo. Me levanté y lo seguí. Subimos al ascensor y me llevó a otro piso. Un pasillo lujoso se abrió paso ante nosotros. Caminamos despacio, nuestros pasos resonando en el silencio, hasta una puerta que había al final. Llamó y de inmediato se abrió. Allí estaba ese hombre otra vez. Aunque lo que más llamó mi atención fue su vestimenta. Llevaba unos pantalones negros holgados, una camisa blanca ajustada, con los dos primeros botones desabrochados y el pelo despeinado. Había que admitir que atractivo era. Dejó pasó y entré sin mirar a alguno de los dos. Cerró la puerta y quedamos él y yo.

Me quedé quieto sin decir o hacer algo. Noté su perfume cerca de mí. Nunca me había fijado en su perfume. Era embriagador pero con un toque masculino. Cerré los ojos y él colocó sus manos en mis caderas. Estaba detrás y había pegado su cuerpo completamente a mí.
Pero literalmente, incluso podía sentir su miembro en mi trasero. Alcé un poco la cabeza pero sin abrir los ojos. Mi boca se abrió para decir algo pero de ahí solo salió algo como un gruñido.
El señor K o, ahora conocido como Jungkook, me dio la vuelta y en un rápido movimiento mi espalda había chocado con la pared. Me había acorralado y me besó con posesión y deseo. Mis ojos se abrieron en demasía. No era la primera vez que me besaba pero nunca lo hizo de esa forma. Al principio me negaba a corresponder pero, cuando mordió mi labio para introducir su lengua en mi cavidad bucal, comencé a responder. Gemidos ahogados se perdían en el beso. De un momento a otro, el beso se había vuelto salvaje y caliente. Agarró mis piernas y me subió haciendo que las enrollara en su cintura. Sus besos bajaron hasta mi cuello y comencé a gemir bajito. Instintivamente, mis caderas se movieron en respuesta provocando que mi trasero rozara con su entrepierna, ya abultada.

Se separó de la pared y caminó por la, ahora que me fijaba, habitación. Me dejó sobre la cama con cuidado, contrario a lo que esperaba. Me miró fijamente y besó mis labios. Esta vez un beso suave y corto. Cerré los ojos y me dejé envolver por la suavidad de las sábanas de lino. Sentí sus labios sobre mi cuello de nuevo. Al poco se separó y me observaba desde arriba. Me incorporé un poco y mis manos acariciaron el cuello de su camisa, siguiendo el borde hasta llegar al tercer botón, que estaba abrochado. Fui desabrochando lentamente todos los botones y acaricié su abdomen trabajado. Ahora que lo veía sin ropa, definitivamente estaba bien formado. Se sentó en la cama y me sentó a horcajadas sobre él. Una de sus manos se coló por mi ropa y comenzó a acariciar mi espalda.
Al poco tiempo mi camisa desapareció y nos pegamos como buscando el calor del otro. No sabía por qué estaba haciendo eso pero, muy en el fondo, había algo en mí que quería intentar cambiar a Jungkook.

Quizá la profecía hablaba de matarlo.
O quizá solo hablaba de quererlo.
¿Quién dice que las cosas no se puedan cambiar con amor?
Quizá todo sea una mentira.
Quizá la profecía mienta.
No lo sabía pero, algo muy dentro de mí, quería descubrirlo.
Quería arriesgarlo todo. Por alguien a quien no conocía. Pero no me importaba. Solo si aquello acababa bien.

Desabroché los pantalones de Jungkook y los quité lentamente. Él hizo lo mismo con los míos. Se colocó entre mis piernas y dio una embestida en falso. Gemí y arqueé la espalda como reflejo. Otra vez aquella sensación. Ya podía sentirme duro. Pero esta vez había algo distinto... No era solo algo meramente sexual.
Repitió la embestida y cerré los ojos tratando de ahogar mi gemido.
Sus manos rápidas, quitaron tanto sus bóxers como los míos. Me sonrojé cuando pude notar que estaba completamente expuesto a él. Él sonrió y besó mis labios. Comenzó a masturbarme y yo gemía sin tratar de detenerlo mucho. Sentía ligeras cosquillas en mi vientre. Al poco, acercó dos de sus dedos a mi boca. Era la primera vez que hacía eso así que no entendí. Lo miré confundido.

-¿Nunca lo has hecho?

Negué y, al momento, sus dedos entraron en mi boca sin previo aviso. Los movió un poco y creí comprender. Comencé a chuparlos y, por su mirada, creo que de forma más sensual de la que pretendía. Mi lengua rodeaba sus dedos. Los sacó y los acercó a mis piernas. Subió lentamente, a penas rozándolas, y uno de sus dedos rozó mi entrada. Me estremecí ante aquella nueva sensación.

-Te salvaré, Jungkook-susurré sobre sus labios cuando su dedo entró en mí-.

El muñeco(KookV)~🌟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora