Capítulo XI: Placer

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Ignoró mis palabras a la vez que su dedo se abría paso a través de mi interior. Cerré los ojos y gemí por el dolor. Se mantuvo unos segundos quieto y empezó a mover su dedo muy despacio. Suspiré por la nueva sensación extraña. Era algo incómodo notar que entraban dentro de tí así.

Cuando parecía que estaba dejando de doler, introdujo otro dedo y volví a gemir. Notaba cómo sus dedos apretaban tratando de hacerse paso. Los movió despacio nuevamente. Intenté mantenerme relajado para que el dolor desapareciera antes. Aunque no tenía muy en claro que eso pudiera pasar.

Pasados unos minutos la sensación cambió. Ya no se sentía tanto como una intromisión. Era más placentero. Él seguía moviendo los dedos despacio pero yo empecé a impacientarme. Mi cabeza se estaba debatiendo si seguir o parar, y mi cuerpo ya había tomado rienda suelta para mover las caderas. Al principio, fue un movimiento tímido pero cada vez se hacía más descarado. Mi pene duro empezaba a doler y necesitaba más. Me aferré a sus hombros y mis caderas empezaron a hacer que Jungkook me embistiera con sus dedos.

Me sentía tan fuera de mí.
Tan loco.
Como si no fuera yo.

Viendo mi necesidad, Jungkook sacó sus dedos y se acomodó abriendo mis piernas para hacerse paso entre ellas. Yo dejé que lo hiciera. Se acercó a mi cuello y lo besó con ansia. Cerré los ojos y eché la cabeza hacia atrás, dándole mayor acceso. Alineó su miembro con mi entrada y comenzó a introducirse. Rodeé su cuello con fuerza y él siguió abriéndose paso en mi interior. Dolía como mil demonios. Parecía que mi interior ardía, quemaba. Un par de lágrimas rodaron por mis mejillas y solo me quedé quieto. Cuando estuvo completamente dentro, se quedó inmóvil y apoyó su cabeza sobre mi hombro, haciéndome leves cosquillas con su pelo.

-¿Es tu primera vez?-me preguntó en un tono casual y con voz grave- estás muy apretado.

-Sí-dije bajito por el dolor y sonrojándome por sus palabras-.

Noté como sus caderas se movieron a penas notablemente y sentí todo mi interior siendo movido. Me agarré más fuerte a él. Volvió a moverse. Si antes dolía, ahora podría decirse que incluso más.

-¿Vamos a hacer el amor?-me atreví a decir con una voz entrecortada por aquel sufrimiento-.

-¿El amor?-soltó una risa ronca- yo nunca hago el amor. Yo solo follo duro y salvaje.

Noté que, por la seriedad de su voz, lo decía muy en serio. Me asusté. Comencé a temer. Si hacía eso en mi primera vez podría morir ahí mismo. Él era más mayor que yo, tanto en físico como en edad. Por no hablar del tamaño que tenía. Tenía que decir algo, no podía echar a perder mi vida así.

-P-pero... Y-yo... Soy virgen. ¡No puedes ser tan descuidado!

Oí su risa ronca de nuevo y esta vez apartó su rostro de mi hombro para mirarme a los ojos.

-No te preocupes por eso. Ahora duele pero dentro de unos minutos estarás rogándome por que me entierre más profundo.

Como pude comprobar, negociar no era una opción pero tampoco es como que tuviera otra. Obviamente, no creía en sus palabras. Con lo que dolía, ¿como iba a poder pedir más? Que locura. No sé por qué a la gente le gusta tanto esto.

El movimiento de su cadera se había vuelto rítmico de un momento a otro. Sentía algo menos de dolor pero aún era molesto tenerlo ahí dentro. Leves gemidos se escapaban de mis labios.
Sus embestidas eran ahora más seguras, cómo si hubiera estado calculando lo que tenía que hacer y ya lo hubiera descubierto.
Bien, ahora me sentía distinto. Una nueva sensación recorrió mi cuerpo. Completamente ajena a las anteriores, se sentía bien. Un gemido más alto se escapó cuando tocó algo dentro de mí que me hizo arquear la espalda.

-Así que, ¿ahí es...?-lo dijo más como una afirmación que como una pregunta, pero yo sin entender no contesté-.

Sus embestidas se volvieron fuertes y rápidas, pero certeras. En una de ellas volvió a tocar eso que me hacía cerrar los ojos con fuerza y gemir más. Tenía que admitir que no se sentía del todo mal pero no iba a suplicar por más. Esta vez pareciera que apuntara sus embestidas y tocaba aquel delicioso punto una y otra vez.

La temperatura de mi cuerpo había subido considerablemente. Notaba mis mejillas arder, seguramente por el sonrojo. Coloqué mis manos a los lados de mi cabeza, rozando alguno de mis dedos con mechones rebeldes dispersos por las sábanas. Abrí los ojos y miré al techo pero sin enfocar un objetivo fijo, puesto que todo estaba borroso. Mi boca entreabierta emitía gemidos bastante ruidosos. Una corriente sacudió mi cuerpo y mi vientre empezó a cosquillear violentamente. Mis manos se cerraron en puños y mi espalda se arqueó mientras balbuceaba algo sin sentido y me sentía liberar a través de mi pene duro y goteante.
Cuando todo pasó, cerré los ojos y me relajé inmensamente. Sentía mi cuerpo subir y bajar por las sábanas mientras Jungkook aceleraba sus embestidas.

-Te corriste rápido y sin siquiera tocarte-susurró al lado de mi oído entre jadeos-justo como me gustan los vírgenes...

No tenía fuerzas para contestar y ya estaba más dormido que despierto. Mi cabeza reposando sobre un lado. Un poco más vastó para notar como un caliente líquido llenaba mi interior. Me estremecí al sentir aquel calor, acogedor más que repugnante. Al instante, mi interior quedó vacío y, así como estaba, me rendí a los brazos de Morfeo sumiéndome en un profundo sueño.

El muñeco(KookV)~🌟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora