Capítulo 4

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-¡Shuun!- Ese grito se escuchó por cada rincón de la mansión. Cualquiera que hubiera escuchado ese nombre dicho de esa forma habría salido corriendo, sin embargo, Shuun sólo salió de su habitación mirando perplejo a la persona que se encontraba al otro extremo del pasillo y sólamente se le veía la cabeza asomando por la puerta de la habitación. Tomo le hizo señas para que se acercase y así lo hizo.

Conforme avanzaba, iba descubriendo nuevas cosas que de lejos pasaban desapercibidas, como su cara de que algo le parecía divertido o que tenía la parte de arriba del su cuerpo desnudo. Apartó la mirada sonrojádose.

-¿Sí, señor?- Dijo Shuun cuando llegó hasta él.

-Traeme un vino...- pensó.- rosso, y un par de copas.- Le guiñó el ojo y cerró la puerta. Shuun suspiró y caminó hacia la cocina en busca de lo que le había pedido. Tomo no era un hombre loco, simplemente era un niño grande y caprichoso al que le daban unas rabietas terroríficas cuando algo no salía como él quería.

-Rosso... rosso...- Se quedó mirando un par de botellas diferentes. No entendía de vinos así que no sabía cuál iba a preferir. Como no le había especificado, acabó cogiendo una al azar y, de nuevo seleccionó las copas con sumo cuidado. Debían estar impolutas.

Volvió de nuevo hasta la habitación de su jefe pero cuando fue a golpear la puerta, escuchó algunos pequeños gemidos. Shuun tragó saliva y a continuación abrió la puerta del dormitorio.

Ahí estaban. Tomo con una mujer, ambos desnudos. Apartó la vista rápidamente de la cama y buscó una mesa en la que poder dejar el vino y las copas.

-Shuun...- Habló Tomo con voz melosa y algo entrecortada. Tuvo que repetirse varias veces que no debía mirar antes de contestar.

-¿Sí, señor?- Dejó el vino y las copas en una mesita que encontró en el centro de la habitación.

-Quiero que vengas aquí.- Agradeció el haber soltado lo que llevaba en las manos con anterioridad después de haber escuchado esa frase.

-¿Qu-Qué está diciendo?- Rió nervioso.

-Estoy seguro de que hace tiempo que no mojas. A nosotros no nos importa.- Algo se empezó a mover detrás suyo, antes de que pudiera responder, alguien le estaba tocando el hombro, no pudo evitar girarse. La vio, a esa mujer completamente desnuda delante suyo.

-¿Sa-Sariko?- Sin mediar palabra, ella le besó. Shuun no sabía si empujarla y salir corriendo o qué mierda hacer.

Se dejó guiar por ella hasta la cama donde estaba su jefe, ¿era normal este tipo de situaciones en la mansión?

-Vamos Shuun, tienes que dejarte llevar, no estés nervioso, ¿o acaso es tu primera vez?- Le miró a los ojos. El chico estaba furioso y eso a Tomo le divirtió más- Ahh... que miedo, que miedo.

De repente, una mano se coló bajo su pantalón y le hizo soltar un pequeño gemido. Tomo leyó sus intenciones antes de que pudiera pensarlas y le sujetó las manos.

-Venga, no me hagas este feo, es un regalo de mi parte.- Empezó a decir su jefe con voz juguetona. Él también empezó a tocarle, primero por encima de la ropa, después sus manos se colaron dentro y lentamente le fue quitando la camiseta mientras rozaba su piel.

Shuun empezó a sentir sensaciones distintas. Por una parte, su jefe a quien no dejaba de mirar le tocaba el cuerpo de forma demasiado probocadora. Por otro lado estaba Sariko que, sin haberle quitado todavía el pantalón comenzaba a estimularle sus partes más íntimas.

Al final, el placer le pudo y dejó de forcejear. Tomo miró fijamente a Sariko que estaba haciendo una buena labor y después a Shuun que no dejaba de mirarle a él.

Systemless (Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora