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Me sorprende lo buen actor que llego a ser. Aunque, a decir verdad, lo mío es más mentir que actuar. Parte de ambos, supongo. Y es que; ¿qué es la actuación, si no una gran mentira? Pretendes ser otra persona. Finges tus sentimientos, cada una de las veces que hablas escupes mentiras.

No estoy bien, para nada. Y aún así sonrío, aún así intento convivir con los demás. No quiero que me noten triste y que me vengan a consolar con palabras vacías. No. Prefiero que estén felices pensando que yo también lo estoy. O que al menos que se alegren un poco por eso, aunque sea un mínimo. Sinceramente, no creo importarle a muchas personas; tal vez solo a Michael y a mi papá. Y ni siquiera.

Soy una carga para mi padre. Un constante recuerdo de su matrimonio fallido, una pérdida de dinero y otros recursos. ¿Mis padres hubieran seguido casados si yo no no hubiera nacido...? Me gusta y duele pensar que sí. Ojalá en otro universo sigan juntos; juntos y sin mi. Tal vez con una niña pequeña, o con un niño más lindo y menos idiota que yo. Me los imagino. Serían tan perfectos como aquellas familias de dientes blancos y lindos peinados que salen en las series de televisión.

Michael... ¿Qué tengo para decir de él? En este aspecto, no mucho. No sé por qué se preocupa por mi. Soy una mierda, ¿cómo siquiera le agrada mi compañía? Nunca fui el amigo que se merece, es muy bueno para mi. Ojalá me odiara. Ojalá nunca me hubiera disculpado por lo que le hice, ojalá él no fuera uno de mis mayores impedimentos para tirar la toalla. ¿Por qué soy tan patético? Gran parte de mi actual salud mental depende de su amistad. Soy una mierda necesitada y tóxica. ¿Por qué no me abandona de una vez...? No puedo simplemente dejarlo, muchísimo menos intentar hacer que me deteste; no tengo la fuerza de voluntad necesaria.

No pienso. Últimamente no pienso en nada. Muchos días me los paso acostado por horas sobre mi cama, estando en un estado que no llego a distinguir si es un sueño o la realidad. Los dos se fusionan, creando un espacio curioso. En esos momentos, siento que no existo; una gran melancolía me invade y sin embargo me encuentro en paz con el universo. Suelo despertarme de ese trance con las mejillas mojadas por mis saladas lágrimas. Me gusta estar así. Es una especie de meditación y por más de que me entristece logra relajarme más que nada.

Ahora mi pecho se siente vacío, escalofríos recorren mi espalda. Me encuentro en la soledad de mi cuarto, con la ventana abierta aún si tengo frío. Tal vez no haga cortes sobre mi piel, pero me torturo de las más diversas maneras. Sobretodo con las temperaturas; me ducho con agua helada, mientras que me despierto terriblemente sudado por haber dormido toda la noche bajo unas gruesas mantas. No tengo muy claro cómo ni cuando empecé a tener estos desagradables hábitos, pero creo que los tenía, de una forma mucho más sutil, antes incluso de los problemas con el SQUIP. Me detesto desde hace más tiempo del que logro recordar.

Me arden los ojos. De alguna forma, logró sentir las ojeras que tengo. Me da curiosidad saber cómo me veo, pero no pienso levantarme del escritorio. Tampoco tengo ganas de ir hasta mi mesa de luz a buscar mi celular. ¿Para que busco mi reflejo, si bien sé que terminaré llorando patéticamente frente a él? Tal vez para no sentirme tan solo, aún si el espejo me dedica miradas con veneno. El sueño me causa esto, supongo, pues este es un día particular; son las seis de la mañana y no he dormido en toda la noche. Lo he intentado, claro, pero por cada minuto que pasaba no podía dejar de revolcarme entre mis sábanas. No hay nada peor que tener insomnio y la mente vacía. Es un estado ambiguo, en el que podrías desaparecer sin el mayor drama. No por nada me levanté a escribir; últimamente es lo único que disfruto hacer, incluso si mis palabras son deprimentes, e incluso si nadie las leerá...

Tal vez es por la esperanza de que alguien las note. Por el deseo profundo de que un desconocido robe mi diario y se preocupe. De... De ser importante. De importar por una vez en la vida. ¡De hacerme famoso, de que alguien al fin me quiera!, ¡prefiero el amor vacío de miles antes de la soledad infernal! Dios, no puedo ser más patético, ¿verdad?

Me gusta pensar que así se sentían algunas grandes y codiciosas estrellas. Oh, Dalí; ¡él mismo afirmaba que el verdadero artista era el espectador, y no el que creaba la obra de arte! Ellos les dan la vida, independientemente de si es con el significado que pensó el pintor. Entonces; ¿hacemos todos acaso, obras mediocres y sin vida? Somos muertos vivientes si no tenemos a nadie, cascarones vacíos. La vida en soledad no es «vida». Si no eres consciente de tu existencia, entonces no puedes estar vivo. “Pienso, por lo tanto, existo”. Creo que soy el único que le presta real atención e interés a las clases de filosofía.

Y yo no estoy solo. Y me duele sentir que sí lo estoy. Y hiero a los demás con mi indiferencia. ¿Qué tan enfermo estoy? Vivo encerrado en un círculo vicioso; me doy asco, intento cambiar. Termino arruinando todo, caigo en la melancolía. Me doy asco... Y la mejor parte, es que todos mis problemas son una mierda sin mayor importancia. Me hago dramas por todo. ¿Serán acaso las hormonas?, maldigo a la adolescencia.

Me entristece pensar que, si de por sí me creo patético ahora, seré una terrible desgracia para mi yo del futuro. Discúlpame, Jeremías, pero mis dramas se sienten reales. Me duelen, ¿sí? Espero que lo entiendas. Seguro te parezco una maldita drama queen o algo y no te voy a negar que una parte de mi lo es. ¿Acaso crees que me desprecio por mero gusto? Si es así, el único idiota aquí eres tú. Es decir que yo también soy un idiota, teniendo en cuenta que me estoy hablando a mi mismo.

Soy terriblemente idiota. El sueño apenas si me deja pensar, ya no sé ni lo que estoy escribiendo. Perdón si lo que escribo parecen delirios; ya quisiera yo estar loco.

¡Adiós!

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