EPÍLOGO.

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Ese día jamás pensé que serías tan importante para mí. Y ese fue mi error, menospreciar tu capacidad para entrar en mí e invadirme.

Recuerdo que hacía calor para la fecha, recuerdo que seguíamos una moda absurda y recuerdo todos los putos detalles de ese día. También recuerdo que, cuando te presentaste, creí que no íbamos a volver a vernos, creí que ese trago por el que pasé iba a ser como agua, y acabaste siendo mi absenta. Y joder si me emborrachaste.
Tengo resaca de ti y, conociéndome, esta no es de las que se pasan con paracetamol y agua. No cariño. Bienvenido al epílogo de esta, nuestra historia. Y, por suerte o por desgracia, el comienzo de la mía. ¿Comenzamos?

(P.D.: El lobo siempre es el malo si es Caperucita quién cuenta la historia. Antes de juzgar, pensad que esta historia tiene dos puntos de vista. Simplemente, me apetecía expresar el mío así.)

Memorias De Un Cuarto Menguante. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora