CAPÍTULO 4.

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Un día aburrido en el bar. Muy aburrido. Llevaba sin verte unos días por trabajo, y ya estaba empezando a agobiarme. Te echaba de menos y la verdad, odiaba hacerlo. Casi 3 años con mi pareja para esto, estar los dos en una habitación y solo pensar en ti. Me angustié.

Y con un juego absurdo, se desencadenó el huracán.

Por aquel entonces estaban de moda los juegos en los Instagram stories, y uno que molaba mucho trataba sobre ser totalmente sincero con tus seguidores durante 24h, con aquellos que te hicieran alguna pregunta. Maldita la hora que me respondiste a esa historia.

Estuvimos horas hablando, horas haciéndonos preguntas, algunas graciosas, y otras embarazosas. Y entre pitos y flautas, llegó la pregunta definitiva, aquella cuya respuesta sabíamos ambos. Y, puede que no fuera exactamente así, pero venía a decir:

"¿Tú tendrías algo conmigo?"

Mi respuesta podría haber sido un "No, lo siento, solo tengo ojos para mi novio" o un "Podría haber sido si no tuviera novio", pero, por desgracia, fue un "Sí". No contento con la respuesta, que ya era favorable, seguiste preguntando:

"¿Y por qué?"

Enserio. No podías haber parado, haber pensado que con un sí era suficiente, no. Tenías que tenerlo claro, ¿verdad? Claro, más tonta fui yo que te contesté:

"Me pareces guapo y eres muy simpático, me siento agusto contigo."

Pareciste satisfecho con la respuesta, pero yo ya no estaba tranquila, necesitaba indagar más, saber qué se escondía detrás de esas preguntas aparentemente inconexas con el resto de la conversación. Pero es que, amigo, tú y yo siempre hemos funcionado así. Ese tonteo que nos pone contra las cuerdas, esa tensión... Nada sano en realidad. Pero emocionante. Al final todos veían aquello que nosotros asociabamos a un café, a una caña: nos gustabamos. Cada uno para una cosa: yo te quería para despertarme un domingo por la tarde y estar toda la tarde viendo la tele abrazados en el sofá; tú para echarme de tu cama un domingo por la mañana. Y ahí vino la respuesta que me desordenó los esquemas:

"¿Y tú, tendrías algo conmigo?"
"Sí, si no fuera por tu novio."

El principio del apocalipsis tuvo que empezar con una pregunta parecida que le hizo Eva a un tío que conoció en Tinder, y cuando dejó a Adán por ese hombre, la lió muy parda. Pues eso, welcome to my life apocalipsis. Me dejaste desnuda ante ti, sin armaduras. No pude dormir apenas. Ni ese día ni muchos que lo siguieron.

Cada día hablábamos más, cada día intimábamos más. Podíamos hablar de cualquier cosa y tirarnos horas y horas hablando. Nunca tardabas en contestar. Yo tampoco. Íbamos a mackro juntos, y ese era como un momento de paz para mí, estar solos en un coche escuchando música, haciendo la compra para mi bar, y riéndonos, siempre riéndonos. Esa era la máxima intimidad que compartíamos. Y ahí debió de quedarse la verdad. Era más feliz cuando creía que lo eras conmigo. Pero bueno, eso es lo de menos. Disfrutemos la historia mientras siga siendo agradable para todos.

¿Seguimos? Cariño, estoy segura de que, esta parte, no va a decepcionarte.

Memorias De Un Cuarto Menguante. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora