Memorias De Un Cuarto Menguante.

CAPÍTULO 8.

Pasaron los días, y por ellos nosotros. Sin darnos cuenta del ridículo que hacíamos, y de la ostia que nos íbamos a meter (no es por hacer spoiler, pero muy gorda), nos veíamos tímidamente, cada uno a un lado de la barra, sin saber por donde empezar. Te había dicho que había dejado a mi ex, y tú ni te inmutaste. Como si ya lo supieras, como si ya te lo esperaras. Nuestra relación se había vuelto tan tensa como predecible. Pero aún así te quería allí, conmigo. Ese día necesitaba verte porque estaba mal por lo de mi ex (quieras o no, casi 3 años de relación pasan factura, y no de las que se pagan con dinero). Ahí empezó el primer error en nuestra "relación": tenía que haber superado mi relación con él antes de iniciar nada contigo. Y la verdad, no lo pensé. Solo quería estar contigo. Y a día de hoy, sigo pensando eso. Pero no, no voy a remover eso. Discutimos porque creías que te estaba utilizando, pero no era mi intención. Después de eso no se como llegamos al punto en el que me abrazaste. Hasta que dijiste que te ibas.

Y no te fuiste.

Me besaste, o te besé. Da igual. Nos besamos. Y eso fue a más. Más intenso. Fue lo más intenso que había sentido en más de un año, por lo menos. Y no quería dejarte ir. Quería más. Lo quería todo de echo. A ti. Entero. Comiéndome no sólo en la mente.

De repente te levantaste, y no sé por qué me avergonce. Me sentí una adolescente enrollandose con su novio debajo de las escaleras del instituto. Me dijiste que lo mejor era marcharte para no llegar a más, que hacía falta más tiempo. Y, aunque insistí mucho, acepté. Podía esperar. Podía esperarte. Ya no.

Me duele todo esto cariño, recordar todo esto me entristece, pero hace que recuerde tiempos más fáciles. Tiempos mejores. ¿Seguimos?