Preguntas

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Cuando Kayn volvió a su habitación, se encontró con el niño dormido. Su apariencia era tan angelical que difícilmente se lo imaginaba como un aprendiz de las artes oscuras, mas no iba a dejar que se convirtiera en una persona débil.

Después de un rato de observarlo, procedió a acostarse. No había otra cama, por lo que tendría que dormir con él.

Lo movió un poco hacia el lado intentando no despertarlo, mas Einar era una personita de sueño ligero.

Despertó asustado, como si hubiera visto la peor de las atrocidades. No miró a Kayn durante unos segundos, sus ojos estaban fijos en el techo. Sus lágrimas caían sin quejidos.

—¿Einar? —

—¡M-mamá! —

El niño se aferró fuertemente a Kayn. Temblaba de sobremanera, casi parecía convulsionar.

—¿Qué pasó? ¿Una pesadilla? —

—¡No! ¡Mamá! ¡Mamá! —

Repitió un par de veces entre sollozos.

Kayn no sabía que hacer para calmarlo. Cuando era niño y tenía pesadillas, el solo estar con Zed lograba estabilizarlo, mas ahora estaba con un niño con un estrés pos-traumatico que incluso lo había hecho perder la memoria.

Después de varias caricias forzadas mientras el niño repetía la palabra "mamá", Kayn soltó un último recurso que se le ocurría para calmarlo.

—Yo soy tu mamá, estoy aquí. Deja de llorar. —

Las palabras de Kayn no sonaban para nada dulces, mas consiguió su cometido, Einar se calmó.

Kayn le secó las lágrimas y luego le acarició la cabeza.

—Duérmete, estaré aquí contigo. —

Einar se aferró al brazo de Kayn y cerró los ojos.

Las veces que había dormido con Zed en su infancia habían sido parecidas. Por alguna razón este niño le estaba haciendo recordar muchos acontecimientos pasados que en su momento lo llenaban de alegría.

.

A la mañana siguiente, se despertó con el sol pegándole en la cara. Había olvidado cerrar las cortinas. A su lado, el niño seguía descansando.

—Comida... — Pensó.

Cuando Einar despertara, iba a tener hambre, por lo que quería anticiparse y preparar su merienda.

Como era un niño de aproximadamente cuatro a cinco años, las comidas debían ser livianas.

—Qué fastidio. —Dijo.

Salió de la habitación. Caminó un par de pasillos perdido en sus pensamientos, las opciones de meriendas por la mañana eran muy pocas según recordaba.

Cuando dobló hacia el siguiente pasillo, sin darse cuenta chocó con alguien. Era Zed.

Kayn se estabilizó en segundos volviendo a tierra. Después sus miradas chocaron, Zed tenía una expresión que congelaba.

—Buenos días. — Dijo.

—Buen día. —

Un silencio incomodo invadió el lugar.

—¿Vas al comedor? —

—Sí, Einar aún no se despierta. Quiero que coma apenas lo haga. —

—Qué buena madre. —

Kayn frunció el ceño ante el comentario, casi todo lo que viniera de Zed le molestaba y era peor si encima se atrevía a burlarse de él.

—Con permiso. —

Odio lo que me haces recordar ~ Zed x KaynDonde viven las historias. Descúbrelo ahora