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—¡Muévete maldito animal! —se escucha la voz furiosa de un hombre desconocido mientras toca el claxon. Su gran camioneta azul pasa a gran velocidad y deja un rastro de humo al irse, dejando a Rocky asustado y molesto ante el conductor. El cachorro de raza mixta, quien lleva una bolsa en su hocico, pone los ojos en blanco mientras termina de cruzar la pista dirigiéndose al otro lado del basurero. 

«Siempre es lo mismo», piensa al llegar. Deja la bolsa en el suelo y da un suspiro mientras se sienta, cansado de la rutina que pasa todos los días. Simple, intenta cruzar la carretera cuando se asegura que no hay ningún vehículo en el camino y llega un auto a toda velocidad que pasa por su costado casi matándolo. Lo peor de todo es que los conductores siempre le gritan incluso cuando es obvio que ellos están rompiendo el límite de velocidad.

Pero no se queja, ya es costumbre que pase eso. Comenzó a vivir en la calle desde que se marchó del centro de adopción después de que Ryder falleció. ¿Por qué se marchó? Fácil, porque nadie quiso adoptarlo. No importó si es un cachorro extremadamente inteligente, la discriminación en el mundo existe y el fue víctima de eso.  Al ser raza mixta lo clasificaron como no apto para tener una familia, y lo clasificaron mayormente como un perro callejero. Entonces tuvo una brillante idea, ser uno de verdad. Si sabía que eso sería hacerle caso a los prejuicios que le dijeron, pero no tenía otra opción; además perdió la fe en el cariño humano. Se largo de ese infierno, como él lo llamaba, y fue a vivir en los basureros. Sí, los basureros. Otra parte de su brillante idea fue seguir con sus experimentos, siendo uno de ellos volver a activar su pup-tag. Cada día va a distintos vertederos en distintas ciudades a encontrar las piezas necesarias para completar sus proyectos.

Y ahí fue esta vez, ahora en Nueva York. La verdad es que no sabe porque se encuentra en esa ciudad, es mayormente turística y los botaderos en ese lugar no es común. Por suerte, encontró una carretera y al seguirla se encontró con algunos, uno de ellos es en el que está en este momento reuniendo sus piezas.

«Si sigo así terminaré cuando este muerto», se queja y medio bromea mientras cuenta cuanto consiguió ese día. Solo tres piezas, nada más, nada menos. Se levanta y mira a su alrededor, con el objeto de encontrar un lugar tolerable para descansar. Su mirada se fija en una zona libre de basura, donde solo se encuentra un sillón malgastado y roto en pleno vació de desechos. Vuelve a poner las piezas en la bolsa y con eso en el hocico camina hacía el mueble que encontró.

Mientras recorre el largo trayecto mantiene su vista en el suelo, enfocado en encontrar más artefactos. Sin embargo, en lugar de hallar una pieza grande o pesada, ve una página de periódico con la imagen de un labrador. «¿Que...», piensa mientras mira estupefacto el pedazo de papel. Suelta la bolsa y se agacha para ver mejor el periódico. Su cara de sorpresa aumenta al leer el título de la noticia. 

El cachorro surfista del momento, Zuma, gana otra de las competencias en Florida

«¡¿Qué?!», ahora grita en su cabeza. Rápidamente lo vuelve a leer para verificar si es cierto lo que está plasmado ahí. Y sí, sí es cierto. Ha encontrado a su ex-mejor amigo. Desde que comenzó a vivir en las calles se olvidó de buscarlos directamente, al estar enfocado mayormente en sobrevivir y terminar de arreglar su pup-tag; siendo esa su única manera para encontrarlos, según él. Una gran sonrisa de felicidad se forma en sus labios mientras lágrimas se forman en sus ojos al pensar que lo volverá a ver. Solloza y siente sus mejillas mojarse. Por primera vez desde que Ryder falleció, comienza a llorar. La única diferencia es que esta vez llora de alegría, no agonía. 

Notando que está llorando, Rocky intenta secarse las lágrimas con la intención de no mojar el papel que yace bajo suyo. Aún así, no logra esconder la euforia que tiene. —¡Sí, sí, sí,! —celebra mientras da pequeños saltos y gira ligeramente. Simplemente no lo puede creer, lo que se supone que iba a ser su peor día se convirtió en el mejor que tuvo en estos dos últimos años y medio. Velozmente busca en el basurero un mapa, o algo que lo ayude a localizar Florida, lo más cerca posible. Sin alejarse del sillón y la bolsa que dejo en el suelo junto al periódico, identifica con la mirada un papel. 

«Eureka», piensa al acercarse y notar un papel arrugado con el mapa de Estados Unidos en un monte de desechos. Saca el mapa del montículo y lo limpia lo mejor posible para localizar Florida. El sol se está escondiendo, por lo que no tiene mucha luz; pero por suerte tiene la suficiente para ver los estados.

—Florida, Florida, Florida... —susurra mientras pasa su pata encima del papel. De izquierda a derecha y de arriba a abajo busca a su objetivo. Finalmente lo encuentra justo en la última esquina que revisa. «Típico», piensa rodando los ojos por su mala suerte. Volviendo su atención a Florida, calcula rápidamente la distancia entre ahí y Nueva York. Al ser extremadamente inteligente, planifica cómo llegar ahí de la forma más rápida y eficaz.

—Si me subo a algunos carros y sigo tomando algunos paraderos en los basureros, creo que llegaría en dos días —se dice a sí mismo mientras los últimos rayos del sol desaparecen. Toma el mapa, el periódico, su bolsa y camina al sillón que encontró anteriormente. Mientras camina escucha levemente el sonido de un trueno y suponiendo que va a llover avanza más rápido. 

Crack, escucha ahora más fuerte el estruendo. Mira al cielo y nota nubes completamente negras acercándose. «Tanto para el mejor día», piensa mientras recoge sus cosas y esconde dentro del sillón. Al estar roto y malgastado, el relleno del mueble no se encuentra y fácilmente se puede entrar. Aunque era una pésima idea esconderse dentro de un sillón en plena tormenta, Rocky realmente no quiere salir a mojarse en este momento. Primero, porque no le gusta el agua y mojarse nunca fue su favorita cosa en la vida. Y segundo, tiene dos papeles importantes junto a él y si los moja nunca se lo perdonaría.

Estando dentro del sofá, siente pequeñas gotas de agua caer en su cabeza. Frunce el ceño y maldice su suerte, otra vez. Pone las hojas bajo suyo y se echa, tomando su primer descanso en todo el día. Al no tener nada más que hacer, saca su pup-tag malogrado y lo mira, recordando todos los momentos que tuvo con sus amigos. Recuerdos desde las misiones que hacían, mayormente rescatar a gallileta, hasta todos los momentos divertidos, como cada vez que entraban al ascensor y Marshall se caía haciendo un chiste.

«Me sigo preguntando cómo salía ileso», piensa mientras se ríe entre dientes. Sus pensamientos pasaron desde el dálmata hasta el labrador que se encuentra en la imagen del periódico. Su corazón se derrite al pensar en su mejor amigos, al cachorro que quería como un hermano; y lo pésimo que él mismo fue con ese rol. Si hay algo que Rocky se lamentará por siempre, es no haberle dado una despedida correcta a Zuma. Le prometió que estaría siempre a su lado, y lo último que hizo fue decirle un adiós. Solo un adiós. Ni siquiera un abrazo, choque de patas, nada. Esa penosa despedida es lo que más recorre sus sueños, y pesadillas. Incluso más que la muerte de Ryder, lo cual ero lo que más le parece extraño y en cierta parte le asusta.

Le asusta el hecho de que un recuerdo sobre un simple adiós le preocupe más que la traumática muerte que presenció de su líder. Y aún no sabe porqué realmente, solo teorías. La mayoría sobre su gigantesco amor de amistad y fraternal que compartían. Pero Rocky no tenía suficiente tiempo para pensar en ello, y tampoco lo tiene ahora. 

Volviendo su atención a la noticia, lo saca de debajo de sus patas y cuidadosamente lo pone delante, sin que se moje con las pequeñas gotas de lluvia que caían. Lee la nota bajo el título detalladamente intentando encontrar pistas más específicas sobre su ubicación, ya que lo único que sabe es que Zuma se encuentra en Florida; aunque siendo lo inteligente que es supone que es cerca de las playas más famosas. Finalmente encuentra en diminutas letras el lugar que buscaba, Miami, como lo sopuso.

Se escucha otro trueno y cae más lluvia, una gota cayendo en el papel. Velozmente lo esconde junto a sus demás cosas y se vuelve a echar, esta vez listo para dormir. Cierra los ojos y piensa en todos los momentos que pasó junto a sus antiguos amigos, sobretodo Zuma. «Falta poco y lo volveré a ver», dice en su mente con esperanzas antes de hundirse en el mundo de los sueños.

(ANULADA)  Separados - Paw Patrol FanfictionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora