CAPÍTULO 2: EL VIAJE.

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Aunque ha pasado bastante desde la muerte de mi abuelo, he seguido practicando mi magia. Cada vez soy más fuerte, pero se nota que él no está. No sólo era mi abuelo, también fue mi maestro. Me enseñó todo cuanto sé, todo cuanto he aprendido fue gracias a su ayuda y con su ida ha dejado mucho por hacer. Además, sin el stojmat, me siento incompleta. Mi poder ha caído desde que no lo tengo.

Hace unos seis meses que emprendí mi búsqueda y la verdad es que no está yendo nada bien. No sé por dónde he de empezar exactamente. He repasado el diario del abuelo una y otra vez en busca de alguna pista que me ayudara a encontrar algún indicio de que quien es la persona que robó el anillo, de donde puede hallarse o el motivo por el que ansiaba con tanto ahínco el stojmat como para asesinarnos a mi abuelo y a mí.

Después de tanto tiempo fuera y casi sin dinero para pagar alojamiento en posadas y albergues, me quedaba para un par de días a lo sumo. Pensé en buscar algún trabajo en la capital. Escuché que necesitaban ayuda con unos molestos vándalos en Kumbhalgarh y no pagaban del todo mal así que al amanecer me pondría en camino.

Desperté con las primeras luces del alba y aunque los rayos del sol entraban con intensidad en la habitación calentando la estancia, fuera en la calle hacía bastante frío. Así que me coloqué el abrigo y me puse la capucha por el helor. Me eché la mochila al hombro, cogí mi vara y comencé a caminar dirección a Kumbhalgarh con paso firme y pausado ya que la distancia entre el pueblo donde me encentraba y la ciudad es de unas ocho horas a pie aproximadamente.

Llegué con los pies molidos por la larga caminata. Tal era mi dolor que ni siquiera me di cuenta de que ya había traspasado la majestuosa entrada de la capital. Unos muros enormes de roca gris coronados con almenas de mampostería y torreones gigantescos de granito anaranjado. Una vez que volví en sí, me dirigí hacia la posada más cercana para pedir alojamiento y preguntar por los vándalos. La posadera muy amable me contó que Drows, el tabernero de la calle de al lado pagaba unas cuantas monedas por librarse de aquellos indeseables que habían destrozado su negocio un par de veces así que dejé mis cosas en la habitación, me aseé un poco (que falta me hacía) y fui a la taberna.

Después de comer un poco del estofado de Drows le pregunté por los daños que había sufrido y me ofrecí a ayudarle a cambio de un pequeño pago. Me contó que los malhechores actuaban por las noches tras el cierre, bien entrada la oscuridad. Por lo que me tomé el día libre para descasar hasta el anochecer. El tabernero tenía tantas ganas de deshacerse de aquellos sujetos que me dejó gustosamente las llaves del negocio para esperarlos dentro y así cogerlos por sorpresa para evitar en la medida de lo posible que huyeran.

Pasé las horas en la más intensa penumbra sentada en una silla aguardando a aquellos indeseables y como era de esperar cuando más oscura estaba la noche aparecieron. Apenas acababan de entrar cuando me dirigí a ellos.

—Buenas noches. —dije con un tono despreocupado.

— ¿Pero qué narices? —saltó uno de los ladrones sorprendido.

—Será mejor que se vayan por las buenas y no vuelvan nunca. —respondí cortante.

—Vaya, vaya, vaya.... Pero, ¿Qué tenemos aquí? No deberías estar fuera de la cama a estas horas pequeña. —comentó otro de ellos con una sonrisa sardónica.

—Yo de vosotros, no me subestimaría.

— ¿Nos vas a atacar con leche y galletitas acaso mocosa? —rieron todos.

—No, pero eso va a ser lo único que podáis masticar después de pelear conmigo. —sentencié furiosa.

Aunque eran tres, la verdad es que me fue sumamente sencillo vencerlos a todos sin mucho esfuerzo. Sólo me hicieron falta dos ataques para dejarlos fuera de servicio. Tras el "combate" por así llamarlo los dejé atados y esperé al tabernero para mi pago. Estaba increíblemente feliz por la captura, tanto que me pagó el doble. Después de cobrar, un mensajero fue en busca de unos guardas para apresarlos y encarcelarlos.

—Nos la pagarás, pequeña mocosa. —amenazó uno de ellos.

Sin darle mayor importancia al comentario, le sonreí con malicia y me fui de allí.

La verdad es que estaba exhausta por pasarme la noche en vela en la taberna del señor Drows, así que me quité la ropa manchada con un poco de sangre, me di un agua rápido y me tiré sobre la cama de la habitación. Apenas pestañeé un par de veces cuando caí súbitamente en un profundo sueño. Creo que dormí un día entero aproximadamente y sinceramente es que si no llega a ser por la posadera que vino a dejarme un plato de comida en la puerta hubiese seguido acostada un año.

El olor de la sopa caliente inundando la habitación, hizo que me levantase. Abrí la puerta y cogí aquella bandeja de viandas, me senté en la cama y lo devoré todo sin dejar más que unas migajas. Al fin con el estómago lleno y saciada me vestí y recogí mis cosas para partir.

Con el pago de los vándalos tenía dinero para continuar mi viaje por lo que había decidido visitar otros establecimientos de la capital y aprovechar así mi estancia en la ciudad para ganar el máximo de efectivo posible. Bajé al mostrador para pagar a la posadera y de paso le pregunté si conocía de algún trabajo que quedase pendiente por la ciudad.

Me contó que, en uno de los establos ubicados hacia el este, casi llegando al rio, estaban desapareciendo caballos.

Salí de la posada y me dirigía hacia el establo. Me costó bastante encontrarlo porque de hecho yendo hacia el riachuelo hay como unas cuatro caballerizas. Así que me tocó preguntar en cada uno de ellas hasta que; como no iba a ser de otra manera, el último al que llegué, era el que me dijo la posadera y para rematar no había nadie allí por lo que tuve que esperar sentada en un pequeño tronco que se hallaba a las puertas de aquel lugar.

EL LEGADO MALDITO (ELSWORD-AISHA).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora