Me dirigí hacia la puerta principal y me senté en una vieja mecedora de madera que se encontraba en el pequeño porche. Eché la cabeza hacia atrás, apoyándola en el respaldo de aquella silla. Cerré los ojos y suspiré profundamente aliviada.
Una sonrisa de felicidad se dibujaba en mi rostro. Aún no me podía creer que Elesis estuviese sana y salva en la granja. Me alegraba muchísimo por Elsword. El pobre había pasado una muy mala noche creyendo que la había perdido.
Por fin podía relajarme, aunque fuera sólo un instante. Hacía mucho que no había podido sentarme con tranquilidad. Me quedé tan relajada que ni siquiera presté atención al paso de los minutos y tampoco oí los pasos de Dragyar que se acercaban a mí.
—Veo que has estado ocupada. —dijo él mirando mis heridas.
—Nada que un buen reposo no arregle. —sonreí.
— ¿Debería preocuparme? La chica que vino con mis caballos también apareció algo magullada.
—lo miré dubitativa, sin saber bien como contestarle. —Bueno... la verdad es que los ladrones son de una especie de gremio bastante peligroso y puede que las personas que han establecido contacto conmigo corran peligro. Aunque no puedo asegurártelo al cien por cien.
Él se quedó pálido como la pared. Se veía que estaba realmente asustado y que no era un muchacho acostumbrado a meterse en problemas.
—Creo que Elsword y Elesis te podrían explicar mejor la situación. Ellos conocen mejor los peligros que podemos correr. Cuando terminen de hablar deberíamos sentarnos todos a comentar lo que está pasando.
—Sería lo mejor. —contestó él con voz temblorosa.
—Podríamos ir preparando la comida, mientras terminan de ponerse al día. —propuse yo en un intento de distraerlo. —él me asintió con la cabeza.
Nos pusimos a cocinar. Yo quería hacer gyozas, así que Dragyar fue a su huerto a recoger un par de vegetales y algunas hortalizas para poder prepararlas. Él se encargaba de los onigiris y los okonomiyakis, mientras yo terminaba las empanadillas y me ponía con la sopa de miso y el udon.
Terminar toda la comida nos llevó como un par de horas y media, quizás algo más. La verdad es que hicimos mucha cantidad, pero es que Elsword come por cuatro. Aunque él siempre dice que exageramos a la hora de hablar sobre su voraz apetito.
Dragyar empezó a poner la mesa. Colocó un mantel y me arriesgaría a decir que también colocó sus únicos platos buenos. Le ayudé a llevar la comida recién hecha y al acabar me fui a buscar a los dos hermanos para decirles que habíamos hecho la comida. Estaba a punto de tocar la puerta de la habitación donde se encontraban, cuando Elesis abrió repentinamente, chocando conmigo.
— ¿Eso que huelo es comida? —preguntó relamiéndose los labios.
Asentí con la cabeza y salió con prisa del cuarto sin decir nada más. Yo me quedé delante de la puerta un tanto desconcertada cuando Elsword se asomó a ver qué pasaba.
—¿Comida? —indagó él.
—Si. He pensado que estaría bien tomar algo en condiciones.
—Déjame adivinar. Elesis ha salido como alma que lleva el viento. —expuso Elsword con una sonrisa burlona.
—Básicamente. —contesté confusa
—Es por mí. De pequeño siempre que había un plato de comida salía corriendo para cogerlo, así que a lo largo de los años ella tuvo que "tomar la iniciativa" por así decirlo a la hora de comer. —explicó avergonzado.
— ¡Vaya! ¿Tu apetito infinito ha existido desde que eras niño? Pensaba que lo habías desarrollado a lo largo de los años. —me burlé.
—En otra ocasión discutiría contigo de esto, pero no quiero hacer esperar a los demás. —contestó con una indiferencia fingida, en un intento de obviar el hecho de que se la hacía la boca agua.
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EL LEGADO MALDITO (ELSWORD-AISHA).
FanficEn un mundo dónde la magia ha sido erradicada casi por completo, en el que sólo quedan los pequeños vestigios del pasado, se cierne una oscura sombra. Tiempo atrás, la magia fue sinónimo de prosperidad, un símbolo de lo divino en este mundo incierto...