En un mundo dónde la magia ha sido erradicada casi por completo, en el que sólo quedan los pequeños vestigios del pasado, se cierne una oscura sombra. Tiempo atrás, la magia fue sinónimo de prosperidad, un símbolo de lo divino en este mundo incierto...
Pasé la tarde en el confortable sillón del salón, empollando mi libro bajo la atenta vigilancia de Elsword por si se me ocurría desobedecer su "consejo". Él se dedicó a las tareas del hogar y a crear, según palabras textuales: un "perímetro seguro" alrededor de la casa por si las moscas.
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Estaba empezando a oscurecer cuando se dispuso a preparar la mesa para poner la cena. Me levanté para ayudarle y para mi sorpresa, al menos me dejó poner los platos y los cubiertos. Estaba cocinando arroz hervido y ramen, ya tenía preparados el sashimi y los mochis.
—me miró realmente indignado. — ¿Qué quieres decir? —objetó arqueando una de sus cejas.
—No... no pretendía ofenderte, es sólo que me resulta extraño que un chico tan joven se desenvuelva tan bien la cocina. —respondí con torpeza totalmente avergonzada.
— ¿Tan joven? ¿Cuántos años crees que tengo? —me preguntó con una expresión indescifrable.
—Pues... ¿Diecisiete? —contesté algo nerviosa.
—Tengo veinte. —expresó tornando los ojos en blanco. —¿Es por mi estatura?
— ¿Qué? ¡Pe-pero si me sacas más de una cabeza! —exclamé confusa.
Se quedó mirando al vacío con gesto pensativo. Seguidamente se giró a terminar la cena y me pidió que llevase los mochis y el sashimi a la mesa y que me sentase ya. A los quince minutos, él acabó de cocinar y puso el resto de la comida sobre ella y se sentó frente a mí.
Permanecimos a la mesa sin tocar la comida esperando a Elesis en silencio. Ya era totalmente de noche y seguía sin aparecer. Elsword tenía puesta la mirada en una de las ventanas situadas al lado de la puerta y yo tenía la mía puesta sobre él. Quería decirle algo, pero ya había metido la pata antes y no quería hacerle sentir mal de nuevo.
No obstante, no pude soportar más la situación, se le veía en la cara como su preocupación se iba transformando en desesperación con el paso de los minutos.
—Es la mejor espadachina de la capital, no tardará en regresar. —dije yo rompiendo el silencio. —Elsword seguía mirando fijamente la ventana sin decirme nada.
—Por cierto, siento lo de antes. —proseguí. —Pero él no me dijo nada.
— ¡Elsword te estoy hablando! —alcé la voz.
—eso pareció hacerle reaccionar y se giró para hablar conmigo. —Perdona, ¿Has dicho algo Aisha? —preguntó un tanto despistado sacudiendo la cabeza.
—Quería pedirte perdón por lo de antes y no te preocupes, Elesis es la mejor. Tú mismo lo has dicho. —respondí con una media sonrisa en un amago de hacerle sentir un poco mejor.
—No hay nada que perdonar, es sólo que tengo complejo con mi estatura... de pequeño nunca fui muy alto y mi hermana bromeaba con eso, hasta que no cumplí los dieciocho no pegué el estirón. —suspiró. —Sé que Elesis estará bien. —contestó sin mucha fe.