AMPOLLAS EN LOS PIES

202 7 0
                                    


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



—Así que piensas que te están mirando —Le dijo su Ayuda. Le pagaba para que le escuchara e hiciera preguntas, le pagaba para que fuera su conciencia, le pagaba para hacer absolutamente nada. Su voz siempre había sido una mezcla entre femenina y masculina, pero aunque tenía curiosidad y le había preguntado, siempre le decía que eso no importaba para lo que le estaba ayudando. Ella l@ imaginaba como alguien totalmente bizarro. Con sombrero con un lazo y pajarita, con los ojos maquillados y labios rojos, y pantalón, quizá un porte majestuoso, nariz pomposa, pies pomposos –grandes-. Todo eso que no se permitía pensar porque era extraño, todo eso era su Ayuda.

—No lo pienso, lo sé —su voz le salió jadeante, venía caminando de hace un rato (¿una hora?). Le gustaría pensar que no.

—Estás consciente que tienes una sombra ¿verdad? Hay sol, entonces tienes una sombra, querida, quizá debería revisar que no te la hayan robado, quizá es eso lo que te está incomodando; la falta de tu sombra no una sombra ajena.

—Si me la hubiesen robado no me sentiría tan como la mierda, porque en primer lugar no tendría de qué preocuparme —Ella no estaría.

—Tienes razón, pero solo... hay gente como tú, ¿vale? Hay gente como tú y son desesperantes. ¿Te das cuenta que lo que me dices no tiene ningún sentido? Quizá deberías hablar con un sicólogo, o con tu madre y resolver tus problemas de seudo-bulimia. ¿Notaste que me los has dicho muchas veces, el hecho de que eres bulímica? Me pregunto por qué alguien admitiría eso a otra persona a penas conocerla.

—Me pregunto por qué te pago para decir esas cosas de mí.

—Tienes demasiados amigos, pero ninguno te escuchará. He ahí la razón.

—¡Ellos me escucharían si yo se los contara!

—Eres pretenciosa y falsa y dices que tienes amigos a montones, pero...

—¡Deja de decir esas cosas!

—...te oyes la persona más sola del planeta. Y ese es tu problema, estas sola, pero no quieres admitirlo porque eso significa que hay una razón para hacer lo que estás haciendo, o sea llamarme. No quieres estar sola. Odias estar sola. Te sientes dejada de lado y carcomida y... te apuesto a que te comes las uñas. Bien, eso es todo.

—¡Pero no han pasado los diez minutos!

—Con esta intensidad tuya se siente como si lo hubiésemos hecho. Último. No seas una cretina, por favor, así no es como se comienzan las relaciones, sabes. Cuenta un chiste o comienza diciendo hola, para empezar estaría bien. Feliz navidad.

Al día siguiente cuando ella intentó hacer un chiste o decirle hola a la chica B por la que estaba flipando qué rato, se dio cuenta que sacarlo de su mente y ponerlo en su boca costaba harto más de lo que pensaba. Apoyó su cabeza en su mano, cansada de escuchar hablar una vez más sobre los conflictos territoriales de siglo mierda –a quién le importaba- y miró la nuca de la chica B, una nuca d3snuda siempre era particularmente atractiva, deseando por primera vez no querer tanto algo, la hacía potencialmente una víctima. ¿No era por eso que la chica R se veía siendo zarandeada de aquí para allá cada vez que había receso?, su potencialidad de víctima era esplendorosa al ser tetona y además ridícula. Dos adjetivos que se decían mucho sobre su particular persona. Ella no quería entender a esas clases de personas y no quería ser débil y sorda y tetona y ridícula. Si quería ser algo eso era –por favor- un cuervo para cuando la carnicería hubiese acabado nutrirse de lo que quedaba. Ella era el tipo de persona que se quedaba hasta el final de una pelea solo para ver cómo acabaría, era siempre muy agradable cuando terminaba en sangre, la que leía las discusiones en los cubículos de los baños mientras meaba y sonreía porque sabía que la Chicacaradekulo pensaba que escribir culo con "k" era más ofensivo ¡Si claro! Ese tipo de persona era y no le importaba a nadie, porque era un fantasma. Ya está, era un puto fantasma de las cavernas con mil años de existencia, criogenizado. A nadie le importaba. Ella se sentía tan mala a veces hasta que recordaba que de todas formas nadie le estaba prestando verdadera atención.

Un elefante se balanceabaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora