Primera parte: II

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Inconvenientes de las agujas dechables.

   Tokio era un paraíso lleno de heroína barata y policías corruptos. Aún así, durante una época, al principio, cada cierto tiempo intentábamos dejar la heroína. Y lo intentábamos así, de golpe; algo que todavía parece posible cuando eres joven y estúpido y cada vez tienes menos control sobre tu vida y el futuro te da cada vez más miedo.

   Era muy duro. Me acuerdo de una vez que estábamos viviendo a lo grande con el dinero que íbamos sacando con la tarjeta de crédito de un médico. Deku todavía llevaba poco tiempo metiéndose y todo iba sobre ruedas: muchos picos y mucho sexo que nunca conducía a ninguna parte.  Pero también recuerdo que la caída fue muy dura.

   Durante cuatro semanas, sacamos cada día quinientos euros de cajeros automáticos, hasta que uno se tragó la tarjeta del médico. La repentina reducción de liquidez después de una época de abundancia fue lo que nos animó a intentar desintoxicarnos. Aguantamos una semana a base de Deprancol y píldoras para dormir y polen de hachís. Estábamos completa y continuamente ciegos y nos sentíamos fatal. Nos pasábamos todo el día delante del televisor, viendo culebrones que tenían mucha gracia cuando estabas colocado pero resultaban insoportables sin heroína. Sólo aguantabamos el dolor porque nos teníamos el uno al otro y porque el futuro era nuestro.

   Parecía que esa vez íbamos a conseguirlo. Hacia el sexto día, empezamos a sentirnos mejor.

   - Podríamos hacer algo esta noche, Deku- sugerí- Podríamos arreglarnos un poco y salir a dar una vuelta. No creo que pueda soportar una sola noche más encerrado en casa.

   - Vale ¿Te apetece ir al cine?

   Por la tarde fuimos al centro y vimos una película sin mayor interés. Era el principio de una nueva vida y eso es lo que hace la gente normal. Resultaba un poco raro con Deku, ya que nuestra relación era relativamente reciente y hasta el momento se había basado exclusivamente en mucho sexo y cada vez más heroína. Toda esa mierda doméstica era territorio nuevo para nosotros.

     Al salir del cine compramos unos helados y nos dimos un paseo. Era una de esas noches de verano de Tokio, en que el aire huele a jazmín y a comida.

   - Son las nueve y media- dijo Deku- Me siento bien. Me siento muy despierto.

   Observé cómo se comía el helado e intenté imaginar que era mi polla. Pero me estaba adentrando en terreno peligroso, porque el sexo y la heroína tienden a confundirse fácilmente.

   - Yo también- dije- La verdad es que no me apetece volver a casa.

   - ¿Qué quieres que hagamos?

   Busqué ese brillo en sus ojos. Estábamos tentándonos el uno al otro. Cuando las tripas me empezaron a sonar supe exactamente lo que iba a ocurrir.

   Me comporte con naturalidad, como si encontrara cada sugerencia en el aire que nos rodeaba. Eso formaba parte del juego. Así nadie podría decir que la habíamos cagado deliberadamente.

   - No hay mucho que hacer por aquí- dije- Podríamos ir al One for All a ver qué se cuece por ahí.

   - ¿Estás seguro?

   Me miró con aparente reprobación, pero las comisuras de los labios le empezaban a temblar.

   - Sólo estoy hablando de dar una vuelta. No tenemos que colocarnos.

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