Capítulo: 13 Déjenme desconfiar.

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—Bien Shara— Hablé una vez despertó de sus 12 horas de siesta, tomándola en brazos y acomodándola—... Vayámonos a un lugar más seguro... ¿Qué me dices? 

-Tengo sueño... -Bostezó y no pude evitar soltar una risa-

—Dormiste demasiado, en la noche no podrás descansar, ¿Sabes? —Noté que la niña volvía a dormitar y solté otra risa—... Bien... Tendré que buscar un lugar donde pasar la noche... No puedo quedarme en una cueva con una niña tan pequeña... Tal vez pueda llegar al pueblo de Armonía... Y dejar estas ruinas— Agucé el oído, parecía que algo se acercaba, con cuidado me asomé y noté que tenía razón: a través de los árboles, los corruptos se deslizaban con su característico paso lento.— Es una señal, supongo... Creo que dejaré que piensen que nos carbonizamos... Así no tengo que dar explicación alguna...

"¿No es ese el chico que salvó a una niña en un incendio hace un año?" "¿Qué hacen aquí?" "¿Siguen vivos?" "¡Espíritus!"

Intenté burlarlos. Fue difícil, ya que llevaba a una niña en brazos... Y uno de ellos me vio, pero supongo que, al ver que cojeaba y que no podía distinguirme, gracias a la sombra que daban los árboles, asumió que era uno de los suyos.
Media hora más tarde me iba ya en camino al pueblo mientras cargaba a la pequeña, cuando unos señores llamaron mi atención.

—¡Que me parta un rayo!

—Querido, ¿crees que llegaremos a tiempo?

—No lo sé... —Me asomé a ver que pasaba: el problema venía de una carreta en la que iban dos ancianos que parecían mercaderes...— En eso, Shara, como si le hubiese despertado el deseo de no dejarme ser sigiloso, comenzó a llorar.
 —...No me gusta la oscuridad
Diablos— Ellos se voltearon y sonriendo lo más natural que pude, me disculpé - Eh... Perdón no era mi intención molestarlos... Uh... ¿Puedo ayudarlos en algo?

— Oh, claro que no joven; ¿qué tal si mejor te ayudo yo con esta pequeña?— Habló la señora, acariciándole el cabello.

—Oh, pero, no es necesario...—Terminé entregándole a Shara con mucho cuidado, y ella, maternalmente, la calmó— Wow... Yo... ¿A cambio no puedo ayudarles en algo?

—Bueno, igual y te tomamos la palabra.— Habló el señor— Ya que eres joven... Ayúdame levantando la carreta para cambiar la rueda.— Dijo, sacando una rueda de la misma carreta.
Y así, lo ayudé, sosteniéndola, mientras la señora abrazaba a Shara. 

— Bueno, muchas gracias hijo. Ahora que estamos... ¿En confianza? ¿Te gustaría venir a la casa a tomar una infusión de hiervas para sanarte? 

—Yo... Lo agradecería mucho, pero la verdad es que tengo algo de prisa...

—Vamos, hijo. ¿Por qué andar en prisas en esta vida, si es tan corta? Tan corta, que probablemente no tengas tiempo de charlar con estos viejitos de nuevo. 

—... Está bien, me convencieron.... Pero no se sientan en mucha confianza conmigo.—Les advertí; en sí, lo hice porque todos tienen tantas supersticiones en torno a los que pertenecemos al Clan Luna, que quiero darles total confianza para no tenerme confianza.

—Descuida, muchacho. Pero si quieres que mantengamos la guardia alta, así lo haremos.—Sentenció el señor, asintiendo junto a la señora... Y a mí.

Caminamos por un largo lapso de tiempo, así que, cuando llegamos a la casa de los señores yo ya estaba cargando a Shara. 
Entramos, la señora tomó nuevamente a la niña, y el señor me pidió que me sentase.

— Pues bien, la señora de la casa se llama Louise, y tu servidor es Adam.— Se presentó a sí mismo y a su mujer, quien arropaba a Shara.


— Jack. Mi nombre es Jack.— Dije, viendo el suelo.— Y la niñita es Shara.

—¿Qué es contigo?

—Uh... Es...—¿Qué responder? ¿Debería decir lo primero que pienso?—... Es mi hija... Adoptiva, realmente.

—Oh, ya veo...— Dijo el señor, conforme con aquello para saciar su curiosidad, y dejándome aliviado porque parecía que no haría más preguntas.

—Entonces... Yo... ¿Puedo descansar?— Lo miré fijamente.

—Te ves cansado. Claro que sí; pasa con mi esposa, ella te dirá dónde podrás dormir.—Sonrió y me levanté.

Mientras tanto.

—Sí. Emma buscar a chico de coleta castaña y ropas de clan Luna, ¿Haberlo visto? 

—No, Emma... Sigue buscando...

Emma siguió buscando a Jack, como dijo señor de ropas moradas, y voló por encima de los árboles.
Emma asustó al señor de ropas moradas al despegar, pero esa no ser intención de Emma.

—¡Emma lamentarlo!— Y ascendió, deslizándose rápidamente entre las nubes; ¡A Emma gustarle las nubes!

Emma planeaba tal y como Mamá Manzanilla haberle dicho, pacientemente y analizando el lugar. Emma analizaba el lugar, buscando a chico con coleta castaña y ropas del Clan Luna, en la dirección en la que Shen había dictado a señora Galaxia, quien se la dictó a Mamá, quien se la dictó a Emma. Y así estaba Emma, esperando no olvidar la dirección.
En ese momento, Emma vio a un chico de coleta castaña y ropas del Clan Luna, quien cargaba a una niña llena de hollín, ¿Será ese a quien Emma busca? Emma intentó seguirlo, a pesar de todos los árboles que se interponían entre ellos, y, cuando Emma creyó que podía alcanzarlo y llevárselo a Mamá Manzanilla, para que le hiciera una de esas ricas bebidas suyas en recompensa, lo perdió de vista. Emma se confundió. ¿Cómo desapareció el chico, si Emma tan sólo haberle visto en algunos segundos? ¿Se quedaría sin su bebida? ¿El chico se quedaría sin energías y por eso haberse detenido? ¿El chico había muerto en tan sólo esos segundos que Emma se descuidó? ¡Un momento! ¿Emma hizo que Jack muriera al descuidarlo? 
Emma dio vueltas por los árboles, como si fuese un buitre buscando carne recientemente muerta, y vio que no volvió a salir el chico.
Emma, asustada, voló de regreso con Mamá Manzanilla para confesar lo que había hecho, y rogar por su perdón, a pesar de que lo que había hecho era imperdonable. ¿La señora Galaxia iba a perder a su hijo por culpa de Emma? 
Emma, comenzando a sollozar, llegó al campamento y cayó directamente en Mamá Manzanilla, abrazándola. 

—¡Emma pedir perdón! ¡Perdón, perdón! 

—¿Qué? Emma, ¿Qué pasó? ¡Emma, tranquila! ¡Anda, será mejor que vayas a descansar! 

El último servidor de la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora