8. Asesinato en el Hotel Liberty

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—¿Cuál era la dirección? —interrogó el detective Smith mientras sacaba un cigarrillo.

—No lo sé, creo que ya me he perdido. Estas calles están repletas de hoteles. ¡Que a nadie se le ocurra construir uno más! —dijo Prouds furiosamente, observando con atención un papelito que tenía en la mano, probablemente con la dirección del destino. De repente se dio la vuelta—. ¿Dónde está el detective O'Brien?

—¡Estoy aquí!

Prouds y Smith miraron en dirección a la vereda de enfrente. El diminuto hombre estaba parado debajo de un gran cartel en el que se podía leer "HOTEL LIBERTY".

—¡¿En qué momento ha cruzado la calle?! —ladró Prouds antes de cruzar hacia la vereda de enfrente, seguido por Pierce Smith.

—Hace un momento —contestó inocentemente O'Brien cuando se hubo encontrado con sus dos compañeros de Scotland Yard. El trío había sido llamado desde el Hotel Liberty por un nuevo caso de asesinato.

—Venga, ya, entremos —dijo Prouds con un deje de enojo. Luego se dirigió a dos hombres de seguridad que había en la puerta del hotel—. Somos los detectives de Scotland Y...

—Ah, sí, sí, pasen, caballeros —lo interrumpió uno de los hombres, abriendo las puertas para que los investigadores entraran. Así lo hicieron. Apenas estuvieron dentro, un hombre flaco, de estatura media, cabello castaño y ojos verdes se aproximó rápidamente a ellos.

—¡Hola! Ustedes deben ser los detectives de Scotland Y...

—Así es —lo interrumpió Prouds, a quien no le gustaba en absoluto que lo interrumpieran.

—Mi nombre es Kevin Ocean, soy el recepcionista del hotel, hijo del dueño del mismo. Es un honor para mí que estén aquí en este maravilloso hotel, que por cierto es uno de los más prestigiosos del país, ¡ya diría yo que es el más prestigioso! Pero lo cierto es que no saben cuánto los necesitamos en este momento. ¡Necesitamos que resuelvan un misterioso crimen!

—Ya estoy hasta la cabeza de crímenes misteriosos —soltó Prouds—. Así que, venga, espero que no sea tan misterioso.

—¿Qué ha ocurrido? —interrogó O'Brien.

—Una de nuestras huéspedes fue encontrada asesinada. Y cuando les diga quién es, ¡no lo podrán creer! —dijo Kevin Ocean.

—Díganos quién es y nosotros le diremos si le creemos o no —dijo Prouds.

—¡Jessica Helms!

—¿Jessica Helms? ¿La actriz? —preguntó O'Brien.

—¡La misma! —exclamó Kevin Ocean con notable tristeza.

—Vaya, eso sí me sorprende —dijo Prouds—. No puedo creer que la famosa Jessica Helms haya sido asesinada.

—¡Y lo que es peor: en mi hotel! —dijo el señor Ocean—. ¿Ustedes tienen alguna idea de cómo va a decaer el prestigio de este precioso lugar por culpa del estúpido asesino de esa bella dama?

—No creo que el prestigio de su hotel sea lo más importante en este momento, señor Ocean —dijo O'Brien.

—Oh, no, sí, claro, tiene usted razón, es que me da una rabia. ¡Pobre su marido!

—¿Con quién era que estaba casada? —preguntó Prouds.

—Con un hombre llamado Evan Ross. No es muy conocido —contestó el recepcionista.

—¿Cómo fue que ocurrió el crimen? —interrogó O'Brien.

—No lo sé, no de nuestros mozos fue a la habitación de la actriz para entregarle la cena que había pedido por el comunicador, y encontró su cadáver en el piso. Había sido apuñalada —dijo Kevin Ocean.

Diez Casos del Trío de Scotland YardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora