Diez años más tarde

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En esos 10 años no sucedieron muchas cosas. Lo único importante fue la creación de un grupo formado por defensores de la isla. Los llamaban Los Legendarios. Sus miembros fueron Búho Rey, Dinosaurio Árbol, Dinosaurio de Cresta Peligroso, Ninja, Raptor y Total. Estos dos últimos fueron conocidos en esos 10 años. Raptor era un ave gigante y depredadora. Su especialidad era que alcanzaba unas velocidades asombrosas. ¡Llegó a alcanzar los 300 km/h por aire! Fue el animal más veloz del mundo. Y Total tuvo más relación con la creación del grupo. Él era un ser de aspecto extraño con alas y un poder extraordinario: podía controlar todos los elementos de la naturaleza. Por eso se llamaba así. Pero su función en la isla no era protegerla. Tenía la misión de defender el Templo Eterno. En su interior estaban los Pergaminos Sagrados, que eran unos contratos firmados por los miembros del grupo de los Legendarios. En ellos habían escritos unos textos que decían lo siguiente: "Todo aquel que firme este contrato quedará comprometido a proteger la isla de cualquier amenaza con su propia vida. Si esto se cumple, el que haya firmado será recompensado con la vida eterna sin envejecimiento. En el caso contrario, este morirá instantáneamente.". Todos Los Legendarios firmaron. Después Total imbuyó los pergaminos con su magia para que estos cumplieran lo escrito y los guardó en el Templo Eterno, donde los protegió toda su vida.
El pequeño Ninja ya no era tan pequeño. Tenía diez años más, la cual cosa lo hacía un adulto consciente de sus acciones. Ya era uno de Los Legendarios, o sea, su deber era proteger la isla. Por lo tanto, ya sabía luchar. Pero de una forma maravillosa. Tenía mucha agilidad, velocidad y fuerza. Era un súper guerrero. Él siempre luchaba con armas. Pocas veces lo hacía con puños. Normalmente utilizaba cuchillos o un arco. Pero sea cual sea el arma y la situación, siempre se desenvolvía muy bien a la hora de hacer un combate. Y muy pocas veces necesitaba ayuda de los otros Legendarios. Si él llegaba a la ubicación del enemigo, este ya no tenía nada que hacer. O se rendía o moría.
- ¡Ninja! Menos mal que has llegado. No puedo con él yo solo. Es muy rápido. -decía Búho Rey exhausto.
- Descansa Búho Rey. Yo acabaré con él. -respondía Ninja de forma imponente.
- Jamás acabarás conmigo, Ninja. ¡Jamás! -gritaba el enemigo.
Ninja desenfundaba sus cuchillos y se ponía manos a la obra. Normalmente tardaba de 1 segundo a 5 minutos en acabar con el adversario. En esos días no había quien pudiera ganarle. Pero nunca se puede cantar victoria.

La Isla de Búho ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora