Sé que eres ciego, ¡pero tienes que ver esto!

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     Tras meditar por un largo tiempo y ver cómo podría cambiar a su forma más poderosa, pasaron 20 años.

Sí, así es: 420 años en el inframundo.

• • •

— Mire señor Azazel; e- estoy cansado de estar aquí. Ya empieza a aburrirme un poco todo esto.

— Amonq, leal lacayo, ¿desde cuando estas ideas han invadido tu mente?
Siempre estuviste colaborando con la reconstrucción e innovando el sitio para los nuevos inquilinos.
Me niego a que lo hagas.

— Si, pero hace 20 años me dí cuenta que esto es lo suficientemente autosustentable. Aún así yo no esté.
Pensaba en tener mi retiro, ¿sabe?

Hmmmm...
Lo siento Amonq. Eso está fuera del alcance de mi poder.
Lo máximo que puedo ofrecerte es un sirviente por tu excelente desempeño.

— Señor Azazel, le ruego.
Quiero ver una manera para poder llegar a la superficie. Permanentemente.

— Vería una manera de ayudarte, pero esto es algo con lo que no se juega.

— ...diablos...
A lo del sirviente; ¿a qué se refiere, su majestad?

— Fiel acompañante, me refiero a tener un esclavo personal.
Un demonio de rango inferior, el cual hará lo que le ordenes.
Tiene prohibido desobedecerte:
hará todo lo que no quieras hacer.

Heh, suena interesante.

— Este esclavo podrá cumplir cualquiera de tus demandas: desde recoger un grano de arena hasta servir de escudo.
Cumplirá tus peticiones: desde caprichos normales hasta sexuales y humillantes.

— Vaya. Entonces acepto. Creo...

— La decisión está tomada.

     Azazel, con un sonoro rugido, invocó un portal que conduciría al lugar donde se encuentran estas pobres almas, penando (más de lo que deberían). Su trabajador tapó sus orejas por el estruendo, siendo aturdido.

— E- eso dolió, señor Azazel.

— Me disculpo. No tengo otra manera de abrir el portal, y sabes que cuesta demasiado abrir un portal permanente.

Nahhh, no hay problema. Espero acostumbrarme...

     Una vez entraron, el demonio observó este nuevo lugar, que sin duda era otro ambiente al infierno que estaba acostumbrado, pero algunas cosas lograban distinguirse y otras estaban fuera de lugar.

     Entre las sombras que cubrían a los malaventurados, se lograba ver varios demonios, unos más grandes que otros, siendo una diferencia tal como comparar un ser del tamaño de tu mano y contar con el Titanic.

     Entre los trabajos, el más usual era picar grandes cuerpos óseos, pulverizando lo que se pueda en ese gélido (sí, frío) lugar, obteniendo lo suficiente como para cambiar de actividad o dedicarse a arrepentirse.

     Acusados por delitos que —muy seguramente, mas no todos— cometieron a costa de los demás
Muchos de ellos tenían cadenas y estaban malheridos, haciendo que esta tortura sea mayor. No podían escapar, aún así se veía que realmente tienen un gran espacio, pero que eso no te engañe. Muchos de ellos llevan por demasiado tiempo abajo, algunos casi milenios.

— ¿Y bien, Amonq? ¿Sabes cuál podría servirte?

Mmmhhh.
—soltó Amonq, demostrando que estaba dubitativo—
Perdone la exigencia, mi lord, pero... ¿podría darme recomendaciones?

Como Fracasar como Demonio: feat. Amonq (CANCELADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora