Don't pretend it's okay

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Un despertar casi siempre es molesto cuando no querías despertarte. Casi siempre que fallaste, o que simplemente tenías que continuar en este mundo por un motivo desconocido. Esa era la manera en la cual pensaba Ichimatsu. Aún cegado sobre como todo aquel episodio quebró a su familia. Él no lo sabía, porque estaba cegado en aquella burbuja en donde creía que nadie se preocupaba por él. 

Esas burbujas deben romperse.

Ichimatsu estaba viviendo en una burbuja de dolor: Creía ciegamente que no había maneras de salir de ese punto. Fue por esos mismos motivos que se molesto mucho cuando su familia entera tomo la decisión de enviarlo a un sitio apartado de la ciudad. Era casi incapaz de negar su estado de depresión. No eran idiotas. Pero, no creía que se encontraba tan mal. La vida era solo amarga, no lo necesitaban con vida. 

—Iras. 

Su madre hablo por todos ellos con un tono fuerte. Un tono firme, y nadie pio en su contra. Ni siquiera Ichimatsu. Pero, por dentro ardía en rabia. No quería irse a un sitio que consideraba estúpido, con personas estúpidas que buscaban sanar inútilmente. Él creía de manera firme que estaba perfectamente en un estado mental sano. Su mente se negaba rotundamente a que ese sitio pudiese serle de ayuda a más que otorgarle estrés. De manera contraría también pensaba que era mucho mejor a otro sitios más llenos de personas, un sitio apartado en el campo podría resultar más calmo, menos personas, esperaba. 

Así que ignorando cada pero que escapaba de sus labios hicieron sus maletas por él, y solamente lo enviaron.

Diez de la mañana

Una vez ahí: Contemplo el sitio apartado de la ciudad. No era un templo, ni un sitio anticuado. Era una estructura común. Modesta, por así decirlo. Tenía apariencia de casita acogedora, salvo que era una mansión enorme con unas ventanas con vistas preciosas a vistas como los bosques, o el lago que estaba detrás. Enormes áreas verdes, y los cantos de aves resonando como único sonido. Más de una enfermera estaba dando vueltas en las afueras con sus pacientes, alguno de ellos en sillas de ruedas, otros tranquilamente sentados sobre el césped. No era un sitio en el que quisiese estar ahora mismo. 

Quería huir a casa.

Permaneciendo de pie dudoso frente a lo que era la puerta con su maleta en mano temblorosa. Esperando la oportunidad perfecta para salir corriendo. Más de una vez pensó en saltar de la ventana de la furgoneta que lo llevo allí, pero no era como si las ventanas fueran grandes para que un adulto joven cayese. Quizá un niño pequeño, pero no él. Antes de poder retroceder y salir corriendo la puerta de entrada fue abierta por una joven enfermera con cálidos ojos (c/o) que le hicieron quedarse sin aliento. Su cabello estaba atado en un rodete, y juraba que se estaba ruborizando ante la vista: Era hermosa. 

—Señor Matsuno, le estábamos esperando. — E incluso su tono de voz era precioso para ella —.

Su cuerpo comenzó a temblar horriblemente. Nunca realmente tenía oportunidad de hablar con chicas que considerase bonitas, atractivas. Sus hermanos podrían hacerlo aún tomando el riesgo de ser rechazados, como siempre era el caso. Y ahora ella lo estaba mirando fijamente a él, nada más que él. 

—Entre, tenemos su habitación preparada. — Asintiendo torpemente, entro, cayendo en la trampa que no quería caer, ir a ese sitio de recuperación —.


Se sintió defraudado en el momento en que ella simplemente lo dejo a un lado de una mujer mucho mayor para guiarle a su habitación. Aunque, también se alivio al saber que aquella enfermera joven y hermosa sería la encargada de él. Aún si él no podría llegar a decir ni una sola palabra frente a ella. No tenía oportunidades, por supuesto. Más, aunque no la tuviese, ella estaría a su lado prácticamente todo el tiempo que fuese necesario para ayudarle. 

—La enfermera (t/n) (t/a) será la encargada de ti desde ahora. Ella será quien te ayude a adaptarte, e hará posible tu recuperación. Cada una de las enfermeras no tiene la obligación de seguir la misma ruta para hacer el proceso de recuperación, la señorita (t/a) es un caso... soñador que alegra al alma. 

—¿Y en que ayuda eso...?  — Consulto, de mal humor, enfocándose en la verruga de la nariz de esa mujer —.

—Las personas somos historias: Es lo que ella cree, entonces quiere que el mundo aprecie su propia historia. Que no termine con ella antes de descubrir la gran maravilla. Ya sea aventuras, amor, o simplemente calma interior. 

—¿Y si no quiero mejorar? 

—En un parpadeo mejoraras muchacho. 

—Tch. 

La mujer mayor se marcho en ese momento permitiendo que pudiese sentarse en la cama contemplando la ventana al final de la línea de la cama. Las ventanas estaban abiertas de par en par permitiendo que una suave brisa de verano entrase. Y pudo observar la vista del lago hacia el otro lado. Había un paciente mojando sus pies allí. Debía de ser reconfortante. 

—Toc toc. 

Giro su cabeza para mirar a la chica hermosa con una sonrisa en su rostro. Ella traía una pequeña carpeta entre sus brazos con el lápiz apoyado contra su oreja. 

—Venía a comprobar si esta adaptándose correctamente. 

—Hm...

—Uno: Nunca pretendas estar bien frente a mi, puedo leerte como un libro. 

—¿Y tú que sabes..? — Gruño, de mal humor ahora —.

—Que prometo ayudarte a mejorar. 

Parpadeo un par de veces confundido por el nivel de sinceridad que ella decía. No eran mentiras, ella estaba sonriéndole de manera tan amable, con una voz suave, pero con completa decisión a cumplir con lo que dijo. Él sabía que no estaba mintiéndole, lo sabía. 


Coffins {Ichimatsu Matsuno & Lectora} FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora