—Courtney—
—Antes de bajarte a preguntar alguna dirección, verifica que no sea el Sesos de Alga —me regaña por cuarta vez Cristina.
—Perdón, ya te dije que no sabía que era Matthew —le contesto—. Ni siquiera sabía que vive por aquí.
Acomodo la rodilla izquierda intentando que no me duela y me ajusto los tontos mallones de Cristina.
—Ni siquiera sé por qué te hice caso en vestirme con esta ropa.
Cristina estaciona el auto frente a la reja gigante de una mansión aún más gi- gante, más enorme que la de Peter. Y yo pensaba que la casa de Peter era insuperable. Alcanzo a observar un camino de piedras y una pequeña glorieta con una fuente; supongo que es la entrada. Cristina casi grita y yo... bueno, no podía hacer nada, simplemente me quedo sin palabras.
La casa es realmente hermosa y no puedo imaginarme cómo es por dentro ni el "patio trasero" (¿por qué los patios traseros que yo conozco sólo son un pequeño cuadrado de tres por cuatro metros lleno de pasto y plantas?).
—¿Cómo se supone que vamos a entrar?— le murmuro.
—Creo que podemos hablar por esa cosa —señala un intercomunicador que está un metro antes de la reja.
Pone reversa y se detiene a la altura del intercomunicador. Presiona un botón rojo, se escucha un zumbido y después una persona hablando.
—Mansión Smith, ¿en qué podemos ayudarla? —dice la voz de hombre.
Mansión Smith... Smith... Matthew Smith... ¿Esta mansión es de él o de Jake? Pero Jake ni siquiera se apellida Smith, se apellida Lawrence...
—Jake se apellida Lawrence, no Smith —le digo a Cristina.
—Disculpe un segundo— le dice a la bocina —, cuando me llamó me dio esta dirección y se la repetí tres veces para rectificar que era correcta —me dice y se vuelve a dirigir a la bocina—. De pura casualidad, ¿aquí vive un tal Jake Lawrence?
Sí, Jake le había marcado a Cristina, y ni ella ni yo sabemos cómo consiguió su número.
—Sí, señorita. ¿Qué tiene que ver con él?
—Venimos a visitarlo... creo —dice algo insegura.
—Está bien... —dice el señor.
Las rejas sueltan un chillido y comienzan a abrirse. No sé si decir estupideces de la emoción o imaginar mi vida en una de esas casas. Llegamos a la pequeña glorieta, y un hombre de traje espera detrás de la fuente.
—Buenas tardes, señoritas.
Ni siquiera me doy cuenta por dónde apareció, pero Jake abre mi puerta y me ofrece una mano para bajar del auto. Intento sonreír sin verme tan estúpida y tomo su mano, bajo del coche e intento no doblar la rodilla. Mamá no se tomó tan a pecho los golpes, ya que en primer año eso era común: las pelotas, por alguna razón extraña, siempre me pegaban a mí y ocasionaban que me lastimara; a veces simplemente me tropezaba con mis propios pies.
—Te ves bien —me dice Jake.
—Gracias —le respondo viendo el suelo e intentando que Cristina interrumpa esta situación incómoda.
—¿Tú vives aquí? —le pregunto.
En unos segundos, Cristina ya está a mi lado prestando atención a lo que respon- derá Jake.
—No —nos sonríe—, es casa de mi primo, yo sólo estaré por un tiempo.
No, no, no, no.
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Enamorada de la apuesta. (Wattys2015) ¡En librerías!
Teen Fiction¡Libro publicado en físico por la Editorial Sélector! Disponible en Amazon y en la tienda en línea de Sélector. *Historia Ganadora de los Wattys 2015* "-Entonces....¿Haces la apuesta?. El chico lo miró por unos segundos. -¿De qué se trata? -Pues, y...