Capitulo 11. "Vestir o morir"

214K 8.8K 753
                                    

—Courtney—

La mamá de Cristina afirma que las madres nunca seequivocan, pero claro que  lo hacen; excepto cuando hablamosde los consejos que nos dan además, si nunca se equivocan significa que ellatiene razón.

—Cristina, ¿sabías que roncas?

Ella me mira como si la hubiera ofendido.

—¿Y tú sabías que duermes como si estuvieras en coma? Me hago la ofendida.

—Eso no es cierto.

Ella sonríe y sigue aplicándose la pomada contra las marcas de la varicela, que ya casi se desvanecen por completo.

Ya son las tres de la tarde, lo que significa que no vamos a desayunar, sino a comer. Conociendo a la mamá de Cristina, quizá pidió pizza o comida china o alguna otra cosa de su agenda de comidas, que está pegada en el refrigerador.

Bajamos las escaleras y entramos al comedor, pero ella se sigue de corrido rumbo a la cocina, donde hay una pequeña barra y una puerta hacia el patio trasero; ahí hay una mesita, dos sillas y una sombrilla. Se sienta en un taburete de la barra y yo hago lo mismo mientras me pregunto dónde estará su mamá.

—¿Y tu mamá? —le pregunto.

—Seguro fue por la comida —contesta como si ya fuera algo normal.

Escuchamos la puerta principal abrirse y cerrarse; su mamá aparece con comida china.

—Creo que era demasiado tarde como para preparar el desayuno, así que compré comida china.

—Gracias —respondemos al unísono.

Su mamá se sienta en el taburete frente a Cristina y comienza a repartir los platos.

—¿Qué tal tu noche? —le pregunta Cristina mientras le quita el plástico a su plato.

Evito escupir el arroz y me pongo una mano en la boca mientras me comienzo  a reír.

—Muy buena —dice—; bueno, quizá.

—¿Por qué? —me atrevo a preguntar.

Ella me mira con una sonrisa burlona como diciendo "tú sabes a lo que me refiero".

—Ustedes sabrán el porqué.

Por un momento todo queda en silencio porque las tres tenemos la boca llena como para preguntar algo.

—¿Y lo malo? —pregunta al fin Cristina.

—Creo que está interesado en algo serio, pero aún no estoy lista —dice y se mete otro bocado a la boca—. ¿Sabes?, que tu padre ya tiene novia.

Cristina casi escupe su comida.

—¿Cómo lo sabes? —pregunta.

Sé que está confundida al igual que yo. Pero su papá no: seis meses y ya tiene novia. Al menos eso ya no le importa a ambas.

—Sí, su novia se encargó de decírmelo: "Soy la novia de Mark, no intentes buscarlo ni llamarlo, él me ama a mí —intenta hacer una voz chillona—. Sinceramente eso no me importa, dejé de sentir cosas por tu padre desde que supe que me había engañado.

¡¿La había engañado?!, creo que hasta ahora me entero.

—Descuida, mamá, podemos ir Courtney y yo a golpearla con los bates —dice Cristina, mientras golpea la palma de su mano.

—Claro —dejo el tenedor en el plato—. Acepto, sólo si eso no me lleva a la cárcel o a la correccional. Si no, todo bien.

Aun con los platos vacíos, la charla sigue y es divertido; las anécdotas que cuenta su mamá son graciosas o incluso tristes, pero mayormente graciosas.

Enamorada de la apuesta. (Wattys2015) ¡En librerías!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora