Capitulo 18: Segunda Pista

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Para su sorpresa la puerta estaba abierta y rápidamente se adentró a la casa en penumbras, con dificultad, pero rápidamente adapto su visión a la oscuridad, cerró la puerta tras ella y encendió una lampara que estaba justo en un pequeño mueble frente a ella, lo primero que logro distinguir fueron los innumerables cartelones que había, en los cuales había dos mujeres jóvenes una mujer de cabello rosa y otra de cabello rubio, le pareció extraño no encontrar a los perros haciendo un alboroto como la última vez que había venido a esa casa, sin darle importancia camino hacia lo que sería la sala, en el camino miraba fotografías y algunas cosas más de las actrices en su juventud,, iconos grandes de la moda que revolucionaron el teatro...era más que obvio que eso había pasado hace ya mucho tiempo...jóvenes proezas que habían destacado en todo lo que ellas hacían...pero el tiempo acabo con las carreras de ambas mujeres dejándoles simplemente la experiencia y los recuerdos

-de seguro ellas extrañan esos tiempos- murmuro Coraline tristemente- el tiempo es cruel

se adentró a la habitación la cual era alumbrada por unas lámparas, la luz no era mucha lo que le daba un aspecto lúgubre al lugar, pero era mucho mejor que estar a oscuras, Coraline miro hacia el fondo de la habitación, el sofá en el que se había sentado la última vez y justo al lado derecho había un estante con los escalofriantes perros disecados, a paso lento se acercó, ignorando las fotografías que se encontraban en las paredes, no tenía tiempo de husmear en la vida de las mujeres, al llegar noto que el estante era demasiado alto para su gusto, parecía hecho especialmente para una enorme cantidad de perros ...miro a los perros de pelaje negro los cuales tenían una especie de toga color blanca, alas en la espalda de color dorado y una aureola en la cabeza de un dorado aún más brilloso que el de las alas, Coraline sintió una corriente eléctrica recorrer su espalda, un escalofrió bastante extraño

-son aterradores de cerca- murmuro Coraline mirando fijamente a los perros- realmente me dan un mal presentimiento

pero la morbosidad no dejaba a Coraline, miro más de cerca a los perros notando que en donde deberían ir los ojos había una especie de cruz formada con alguno tipo de hilo, eso daba un aspecto aún más lúgubre, todos los perros eran iguales, vestían de la misma forma, con las manos temblorosas Coraline intento tomar uno de esos animales, pero noto que estaban anclados a la repisa, de seguro los habían pegado así para que no se cayeran, era el pensamiento de Coraline, la cual decidió dejar de insistir en moverlos, dio dos pasos hacia atrás y comenzó a buscar el ojo de color gris, llevaba más o menos treinta minutos buscando, había revidado las dos habitaciones, incluida la cocina, pero no encontraba absolutamente nada.

camino hacia la salida e intento abrirla, pero la puerta no se abría, la peli azul insistió con más fuerza pero la puerta simplemente no cedía, coloco ambas manos en el pomo de la puerta y justo a un lado de esta un pie y jalo con todas sus fuerzas, pero fue inútil, una fuerte ráfaga de viento la hizo detenerse, camino hasta la sala nuevamente intentando buscar una ventana, peo no encontraba ninguna, camino de un lado a otro hasta sentarse de nuevo en el sofá , una gota cayo en la cabeza de la joven, la cual inmediatamente llevo su mirada al techo, miro los tubos de agua los cuales estaban viejos y oxidados, miro que uno tenía una pequeña fuga haciendo que saliera una diminuta gota de agua, un brillo de color plateado llamo su a atención

-bingo- dijo Coraline sonriendo de sobremanera

el brillo parecía salir de una grieta en el techo, pensó en hacer un hoyo desde su casa, justo para empujar la joya pero recordó que no podía salir, las paredes de gris oscuro no ayudaban con la iluminación, el color parecía absorber la poca luz que había en la enorme habitación, busco alguna escalera pero no encontró ni una sola ni siquiera un banquito alto, miro el enorme estante y se percató que si se colocaba de puntita arriba del estante y con un palo talvez podía hacer caer la joya desde el techo...con desesperación busco una escoba y quito solo el palo, camino hasta el estante y coloco ambos pies en la repisa, las manos las coloco tres tablitas más arriba, intentando no tocar a los perros...incluso sabiendo que esos animales estaban muertos aun no podía quitar la sensación de terror en su mente, coloco los pies entre dos perros, evitando tocarlo a toda costa, miro hacia el frente y quedo cara a cara con uno de esos perros

coraline 2: el misterio de la otra madreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora