Libro 1 | ❝A veces tienes que sangrar para saber que estás vivo y tienes un alma. Pero otras veces también hace falta que alguien venga para mostrarte cómo.❞
• 2do lugar en los Diamond Awards 2020.
• 2do lugar en la categoría Amores Místicos en el C...
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—¿Por qué no cortarle la cabeza a la serpiente?
La pregunta había sacado de su total ensimismamiento a Savannah Carter, quien seguía enredada a la anatomía de Negan mientras que, antes del amanecer, ambos discutían acerca de aquel grupo que le había arrebatado una gran parte importante de su vida, corazón y alma. Como si le hubiesen arrancado un pedazo de sí misma imposible de recomponer o reemplazar.
—¿A qué te refieres?
La muchacha con aquella despampanante cabellera del color de los tonos rojizos de un atardecer pensó en que no podía sentirse más a gusto en otro lugar que no involucrara los brazos de Negan a su alrededor, haciéndole saber que se hallaba resguardada, protegida. Haciéndole saber que nada malo podría sucederle estando junto a él.
—Matar a Alpha y dejarlos sin un líder a quien seguir. Eso sería un golpe jodidamente bajo e inesperado. Además, es un dos por uno. Ella paga por lo que hizo y ellos se afrontan a las consecuencias.
Savannah mordió su labio inferior con duda. No sabía si debería de preocuparle el hecho de que el hombre que ahora mismo le acariciaba el muslo y al que se abrazaba descansando la cabeza sobre su pecho, le estaba proponiendo matar a alguien como si se tratara de ir a hacer las compras al supermercado.
Conocía la naturaleza asesina de Negan. No vivida en carne propia, pero sí oída por los supervivientes ante la guerra contra Los Salvadores. Además de que no había sido encerrado en una celda sin razón alguna. Por supuesto que la había, no una, sino muchas razones. Y a pesar de que estaba al tanto de lo que ese mismo hombre había cometido años atrás, Savannah no creía que aquel pelinegro fuese capaz de lastimarla. Al menos, no de la manera en la que ella pensaba.
Y quería vengarse; pero al mismo tiempo ella era tan distinta a él en ese sentido y le aterraba convertirse en un monstruo, irónicamente cuando negaba que Negan lo fuera. Ya había cruzado ese límite tres veces por necesidad. Viéndose obligada a hacerlo para protegerse a sí misma y a su hermano. Sin embargo, nunca se sintió bien, jamás se sentiría bien y no sabía si podría volver a quitar una vida... Incluso si se trataba de la mujer que le arrebató a lo que más quería en el mundo.
—Yo... No lo sé. —Se limitó a responder.
Él la tomó del mentón, elevando su agraciado rostro para que aquella amarillenta mirada que brillaba en medio de las penumbras hiciera contacto con la suya.
Savannah no había visto unos orbes verdes manchados con toques marrones más bonitos que los de ese ser humano.
—Sabes que nunca mencioné que debías hacerlo sola, ¿cierto, niña? —Ante tal cuestionamiento, la muchacha se encogió de hombros. ¿Quién más podría ayudarla si el único hombre que quizás estaría dispuesto y fuese capaz se hallaba encerrado en una jaula?—. Debes decirle al imbécil de Rick.