03: daryl dixon.

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 —¡Negan! ¡¿Qué fue lo que sucedió?! —Savannah preguntó del otro lado de la celda, exaltada y preocupada al ver el rostro completamente magullado del prisionero

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—¡Negan! ¡¿Qué fue lo que sucedió?! —Savannah preguntó del otro lado de la celda, exaltada y preocupada al ver el rostro completamente magullado del prisionero.

—No es nada, estoy bien. —tartamudeó, escupiendo en el suelo un coágulo de sangre que se había acumulado en su boca, e intentó limpiar con la manga de la camiseta su nariz que no paraba de brotar el mismo líquido color rojo.

Savannah mordió su labio inferior, luchando contra el impulso de querer entrar en la celda y ayudarlo.

Quería, pero no podía.

No podía porque su líder se hallaba paseando por los alrededores de la comunidad.

No podía porque eso significaba romper, nuevamente, otra de las reglas de Rick, así mismo como también abusar de su confianza que tanto le había costado ganar.

No podía porque sabía que se estaba empezando a preocupar por Negan más de lo debido y tenía que mantenerse al margen del asunto.

No podía porque aquello no era sano para ella. No era sano involucrarse con una persona que poseía aquel pasado tan oscuro el cual a día de hoy seguía persiguiéndolo. No era para nada sano involucrarse con una persona que poseía tantos enemigos, y esos enemigos resultaban ser los propios amigos de ella.

—Negan, si no me dices quién fue, iré a buscar a Rick y hallaremos al culpable.

Él suspiró, más no dijo ninguna palabra.


—Cada vez que te veo con ese sombrero, me recuerdas a tu hermano, ángel. —comentó Negan desde la ventanilla de su celda.

Judith había aceptado el simple trato que Negan le había propuesto hace una semana atrás, cuando ella se dirigió por segunda vez a la celda para hablar sobre aquel tema que tenían pendiente. El cual consistía en que la jovencita se escabullera cada vez que tuviese la oportunidad y se dirigiera a la celda para charlar con él, y así, Negan estaría dispuesto a contarle toda la historia que su padre se rehusaba a rememorar y a relatar a su hija, quien estaba en todo su derecho de conocerla.

—¿Cómo era él? —Ella preguntó desde su posición. Se encontraba sentada en unos escalones que pertenecían a la casa de al lado de donde se hallaba la celda. Llevaba consigo un libro de dibujos que reposaba en su regazo, con el cual fingía que estaba coloreando y no que, en realidad, estaba hablando con el prisionero de Alexandria.

Negan ladeó una sonrisa cuando los recuerdos de Carl abarcaron sus pensamientos.

—Te pareces mucho a él, ángel. Eres igual de ruda que lo que tu hermano alguna vez fue. —confesó, con total sinceridad, dejando escapar a su vez un suspiro melancólico—. Hubo un día en el que Carl se coló como un maldito ninja en uno de los camiones que recogían la mitad de los suministros de Hilltop. Cuando llegaron al Santuario, él salió como si fuese un jodido Rambo y asesinó con una ametralladora a tres de mis hombres, a su vez que le exigía al resto que nadie más debía de morir, que solo debían entregarme y él se encargaría de matarme y finalizar la guerra para colgarse la medalla como un puto superhéroe. —Negan dejó escapar una suave risa ante lo último.

TEAR IN MY HEART ¹ ( negan. )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora