Mañanas iluminadas

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Admiro a mi alrededor un desorden de utensilios de cocina, ingredientes esparcidos en el suelo y como ambos parecen haber peleado con una bolsa de harina en mano.

Los cabellos claros de ambos, sus rostros e incluso vestimenta están manchados con harina y huevo, me observan con una sonrisa cómplice conociendo que tendrán que limpiar el desastre luego.

Deteniendo una lluvia de quejas y órdenes contra ellos, me llevan rápidamente al comedor donde la mesa está decorada, con desayunos recién preparados y cafés calientes que esperan ser tomados.

Sorprendida me quedo sin palabras, una alegría invade mi cuerpo entero, sentía que volvía a la adolescencia y a esas hermosas mañanas casi perfectas donde intentabamos llegar temprano a clases.

Nazarena- ¿Y todo esto? -

Me acerco de inmediato a la brillante mesa llena de comida, el olor invade mi nariz y me saca una sonrisa. Al verlos así, tan juntos, siento que el reloj volvió atrás y me da un breve instante para revivir lo que tanto extraño.

Acerco a mis labios a la taza de café amargó, mientras observo a la alejania a los niños corriendo en el jardín, esto es realmente calma. Escuchar sus voces, la felicidad que los desborda y la gran imaginación que transforma un jardín simple en un pantano, castillo e incluso puede ser el mismísimo Amazonas lleno de aventuras...

Realmente es una mañana surrealista, debo de seguir envuelta en las sábanas de mi agradable cama, soñando con esto qué es tan perfecto.

Miguel- Sabía que te gustaría -

Volvemos a compartir mañanas juntos, el desayuno, solo que siguen faltando sus besos, dulces te quiero y amor en el aire. Acompañándome con un café en su mano se deja caer en el asiento a mi lado, a la par de mi hermana.

Intercambiamos palabras, anécdotas e inolvidables recuerdos del valioso tiempo que pasamos juntos cuando éramos más pequeños.
Ninguno puede olvidar, deshacerse de todo lo que nos hacía felices, y vernos aquí compartiendo como hace años atrás un desayuno, riendo a carjadas e intercambiando ese café frío del trabajo por ellos me hace tan feliz.

Tiempo después me encuentro limpiando el desastre que dejaron en la cocina, mi hermano se ofreció voluntariamente a llevar a sus sobrinos e hijos a la escuela y dejar a Cath con mamá para que pueda acompañarla a las secciones con el médico.

Quedándome completamente sola, vuelve el abrumador silencio que envuelve mi hogar cuando invade la soledad, cierro el agua cuando terminó con la última taza y comienzo a limpiar la mesada de la cocina, llena de harina, huevo, un desastre total.

Miguel- Lamento el desastre... -

Aparece en el silencio dejando las llaves de su auto en un costado de la cocina, levanto la mirada a el, acercándose con un trapo húmedo en sus manos para ayudarme a limpiar.

Limpiamos la mesada, el desastre de la cocina desaparece tras unos minutos, cansados nos quedamos ahí, el apoyado contra la barra y yo sentada sobre la mesada.

Escapa de mis labios una pequeña risa, me acerco a el con un pañuelo en mi mano para limpiar de su mejilla los restos de harina, sonríe ante mi gesto quedándonos ahí, breves centímetros de distancia, un silencio, nuestras miradas más que conectadas.

Nazarena- Extrañaba las mañanas cómo estás -

Pareciera coincidir con mis palabras, el tiempo y los años nos quitaron tanto a ambos. Grande es la distancia que nos separaba, que pareciera ahora desvanecerse, teniéndolo delante mío nuevamente.

Aparta el suave pañuelo de mi mano dejándolo a un costado, veo dentro suyo las grandes ganas de acercarse a mi, besarme, tenerme como hace tiempo atrás...

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⏰ Última actualización: Jun 03, 2019 ⏰

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