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Catorce de Febrero de dos mil diecinueve

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Catorce de Febrero de dos mil diecinueve

Vértigo.

Extraña sensación cuando hablas de amor. En mi caso sería la palabra exacta para referirme a ti. No tenía miedo a las alturas y sin embargo me dabas vértigo. Yo me situaba al borde de un precipicio, con caída imprevisible y tú me invitabas a que yo me lanzara, que cogiera tu mano y saltáramos juntos al precipicio, a pesar de la incertidumbre.

Algo recorrió mi pecho, la altura me pareció exagerada y la caída abrumadora. Nunca antes había hecho algo así, tirarme por un precipicio. Era de locos, nosotros éramos los locos. El vértigo me recorrió y quise alejarme cuanto antes de aquel temible abismo que se burlaba de mí, provocándome vértigo.

Nunca te lo expliqué del todo, quizás pensaste que no me gustabas. Aquel miedo irracional me controlaba, tenía miedo a lo desconocido, tenía miedo a las consecuencias, si tú aceptases tirarte conmigo o me dejarías sola en la caída.

Finalmente, acabé alejándome del borde y a la vez alejándome de ti. Siempre me pregunté: ¿Qué hubiera pasado, te habrías tirado conmigo? ¿Me hubieras empujado, me habría estampado contra el final?

Permití que aquel vértigo me controlara, que aquel mareo y aquellos temblores me alejasen de ti. Pensé mil veces en las consecuencias de la caída, pero nunca pensé las consecuencias de alejarme del precipicio. Me centré en la parte negativa, en el después, y olvidé la causa por la que me encontraba allí, al borde de un precipicio oscuro.

La causa fuiste tú, me gustabas, me gustabas de verdad. Aún no sé qué es el verdadero amor, pero sé que algo de sentimiento había ahí. Consecuencias, pensé en el futuro, no en el presente. Traté de limitarme, no de vivir. La vida no es un camino de rosas, debía asumir que a veces acabaría cayendo sola en algún vacío desconocido o que a veces me esperaría algo hermoso al final. Si iba acabar en desastre que así sea, no debí quedarme con la duda. El caos es lo más hermoso y más desolador que existe, no tiene orden, no piensa en el futuro. El caos te empuja a vivir en un presente eterno dónde intentas constantemente mantener a raya ese caos, esa tormenta de sentimientos que te domina.

Vértigo, maldito vértigo. El vértigo no es miedo a las alturas es miedo a las consecuencias si te caes.

Escaso tiempo después, supe que te gustaba alguien más. Había alguien que te ponía nervioso y te hacía sudar las manos, y no era yo.

Aun así, sabiendo que hubiera terminado en desastre, deseé haberme tirado contigo al abismo cuando tuve oportunidad.

Unos segundos de ingravidez por una eternidad al fondo del precipicio. Acepté el trato.

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♥14/14♥

San solterin [Hablando con los solteros]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora