Prólogo

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Varios años atrás. Londres

-Bien, una vez firmados estos papeles, nuestro trato entrará en vigencia- la mujer de ojos grises, le sonríe, pero su sonrisa es tensa, como si no pegara con la seriedad del rostro, porque es falsa. Reina lo sabe y por eso no se la devuelve.

-Firme aquí, señorita Mallwood- El hombre de ojos verdes le habla en un inglés británico perfecto. Le da unas cuantas hojas, junto con una birome.

Le tiemblan las manos mientras lee el contrato. No termina de comprender lo que dice pero se hace una idea. Entiende palabras sueltas: bebé, comida, pago, experimentos, quirks, riesgo de muerte.

Lo único que es seguro es que si firma, tendrá un resguardo de Él, de los militares, de sus dueños. Si firma, una vez pasados los siete meses, tendría dinero suficiente como para pagarles a las personas que la compraron, a su ex y para vivir bien por unos cuantos meses. No tendrá que preocuparse por el alien que crece dentro de ella. Si firma, hay una pequeña posibilidad de que pueda ser libre.

Solo serían siete meses. No sería nada en comparación con la mayor traición de sus padres, en comparación con estos diez últimos años.

Toma la birome, y firma. Improvisa una en el momento, ya que no tiene una. Escribe con una caligrafía temblorosa: Reina. En la aclaración escribe su nombre completo, Reina Mallwood. Y así de fácil compra su libertad.

Apoya el contrato en el escritorio de vidrio enorme y se lo pasa a la pareja frente a ella. Son los directores de este lugar, doctores reconocidos mundialmente y los dueños del laboratorio. Millonarios que se dedican a estudiar la genética del ser humano, y por estudiar también vale jugar a ser dioses. Ellos le sonríen, parece que le tiran de dos hilos para que sonrían. Le dicen que tiene que hacerse estudios de sangre, de orina, tienen que pesarla, medirla y otras cosas más que no entiende para qué son necesarias.

Ella asiente.

Te cuidaremos bien, le aseguran. Ahora es de su propiedad hasta que tenga al alien y obtengan lo que quieren.

Los sigue por unos pasillos blancos sin vida, como siempre imaginó que serían los pasillos de un hospital. Supone que ella nació en algún hospital como ese, pero no puede estar segura. Le abren una puerta a una sala igual de blanca, solo que ahora hay un escritorio, con un señor con bigote espeso y gris, cabello igual de gris, ojos claros, frente a una computadora. El director le entrega una ficha y le dice algo en voz baja. Reina supone que es el doctor, él asiente, la mira y le sonríe. Reina se sienta en la silla giratoria negra frente al escritorio mientras el director y la mujer se retiran.

-Con que Reina Mallwood, ¿eh? Bien, empecemos con unas preguntas básicas- toma una birome y apoya el papel en el escritorio, lo alisa con la mano y luego la mira.

- ¿Edad?

-Dieciocho- el pulso le tiembla, niega levemente con la cabeza al anotar la respuesta.

- ¿Nacionalidad?

-Inglesa.

- ¿Trabajo?

- Sicario- el hombre levanta la vista de la hoja. - ¿O debería decir militar? - Reina ladea la cabeza hacia un lado ante la mirada del doctor, él niega con la cabeza y continua anotando.

- ¿Familia?

-No tengo.

- ¿Padres? ¿Hermanos? ¿Algún tío, tía?

-Muertos, todos muertos- el hombre la mira a los ojos, cree que lo está engañando. Reina no cambia el gesto, el doctor anota.

-Vamos a pesarte y medirte.

All the chains you coudln't broke [BnHAxOC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora