Prólogo

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Lisa estaba esperando a su novia afuera de la universidad, cómo siempre. Aunque ésta vez, su novia le había dicho que no esperara por ella. Pero Lisa quería despedirse de mejor manera, y decidió hacerlo de igual manera.

Sonrió al escuchar la voz de su amada novia, y quiso hacerle una pequeña broma, ya que su novia es muy asustadiza. Se escondió mientras tapaba su boca para no dejar salir el sonido de su boca.

- Jennie, algún día Lisa se va a enterar, y vas a ver que la perderás.– Lisa escuchó la voz de Jisoo, la amiga de Jennie.

- ¿Tú crees que sí?.– Escuchó la risa de su novia. A Lisa le llamó la curiosidad de lo que hablaban.– Vamos, si se llegara a enterar, lo que es casi imposible, me perdonaría. Está demasiado tonta con el amor por mí, que puede que se enoje un par de días, y luego volvería a mis brazos. Tendríamos sexo, y todo sería cómo antes. No hay de qué preocuparse.– Lisa sintió un pequeño dolor en su pecho al escuchar a Jennie hablar así de ella...

- ¿Y si no te perdona?.– Le preguntó Jisoo.

- Tengo chicas de sobra, no me importaría perder una, di al día siguiente gano cinco.– Una lágrima recorrió la mejilla de Lisa. Su novia la engañaba, pero estaba tan enamorada, que se negaba a aceptarlo.

Decidió volver a casa, que para su mala suerte, compartía con Jennie desde hace ya dos años. ¿Debería fingir que nunca escuchó eso?. Si eso era por mantener a Jennie a su lado, claro que lo haría...

- Hola.– Saludó con una sonrisa fingida, al ver llegar a su novia.

- Hola, amor.– Se acercó Jennie, y le dejó un pequeño beso en la mejilla.

- ¿Quieres ver una película conmigo?.– Le preguntó. Necesitaba distraerse con algo, y qué mejor que pasar el tiempo con su novia...Aunque obviamente no era la mejor idea, ya que era por su causa.

- Lo siento, voy a salir.– Dijo sin prestarle mucha atención.

- P-pero hoy es nuestro aniversario, Nini.– Dijo con unas pequeñas lágrimas en los ojos.

- Otro día, ¿Si?.– Lisa notó que no la estaba escuchando, y eso la enfureció. Pero, ¿Qué podía hacer?...Terminar no era una opción para ella. No podría soportar estar sin Jennie.

- Por favor, quédate sólo por hoy...Compré una torta para ambas, y se echaría a perder si no la comemos.– Suplicó.

- ¿No entiendes lo que es un "no"?.– Contestó Jennie con el ceño fruncido.– Por tu culpa llegaré tarde. Será mejor que no me esperes, porque no voy a llegar. Adiós.– Le dió un beso en los labios, cómo costumbre, y se fue.

Lisa comenzó a llorar... ¿Desde cuándo su novia había cambiado tanto?. ¿Desde cuándo había dejado de amarla?. ¿Había hecho algo mal?. Las preguntas atacaban su mente, hiriéndola aún más de lo que ya estaba.

- Quizás ya es tiempo para dejar de ser una molestia...– Dijo, aún sollozando.

Se sentó, y comió un pedazo de pastel del que ella había comprado, pero no precisamente para comerlo sola. Sus lágrimas recorrían sus mejillas, y su amarga sonrisa se mostraba en su rostro.

Le dolía, pero ya no había opción. La mejor decisión que podía tomar era dejar libre a Jennie...

Decidió dormir, para no seguir pensando en que quizás su novia estaría en otros brazos en ese momento, sin pensar siquiera en ella.

Al despertar, notó que Jennie estaba a su lado. Apestaba a alcohol, lo que significa que se había emborrachado la noche anterior. Le dolió verla así...

- ¿Lisa?.– Se sentó y le sonrió.– Traeme una pastilla, ¿Si?. Me duele la cabeza.– Dijo mientras se masajeaba la sien.

- Jennie... Tengo que hablar contigo.– Dijo Lisa con la cabeza gacha.

- Después de traerme la pastilla. Mi cabeza va a explotar.– Dijo mientras volvía a recostarse.

- Es importante.– La miró con sus ojitos llenos de lágrimas que deseaban salir con desesperación.

- ¡Traeme una puta pastilla!.– Gritó Jennie enfadada. Lisa se sobresaltó, y en ese instante explotó.

- Lo nuestro se acabó, Jennie.– Dijo, dejando salir todo el llanto que había intentado contener.

- ¿A qué te refieres?.– Contestó su novia con el ceño fruncido. No estaba convencida de que su novia estuviera terminando con ella sin ninguna razón.– ¿Por qué terminas?.

- Y-yo...No quiero seguir molestándote, Nini. Prefiero dejarte libre.– Contestó, limpiando las lágrimas.

- ¿Eres tonta o qué?. Es obvio que lo eres, si intentas terminar con alguien cómo yo.– Se contestó a sí misma. Su ego se había dañado por culpa de Lisa.

- Si, lo soy.– Fue lo último que contestó, antes de vestirse e irse de casa. Tuvo la pequeña esperanza de  que Jennie fuera tras de ella, pero sabía que sólo estaba soñando. Jennie jamás dejaría de lado su orgullo por ella.

Caminó sin rumbo alguno, sin saber a donde ir. Sus padres no eran una opción, puesto que dejaron de ser sus "padres" desde que comenzó a salir con Jennie. El mundo le dió, prácticamente, la espalda cuando se enteraron de que le gustaban las chicas. Pero no le importó, porque amaba a Jennie, y eso era suficiente para ella...

No tenía amigas, ni a nadie a quien recurrir. Estaba sola, y recién caía en cuenta de que había dejado todo por Jennie.

- ¿Estás bien?.– Le preguntó una chica. Pensó que quizás le robaría o algo, al ver su aspecto. Aunque nunca fue una chica que se guiara por lo que ve, así que no le dió mucha importancia y sólo le sonrió.

- No, no te preocupes. Gracias por preocuparte.– Dijo. La chica estaba realmente conmovida por Lisa. Nunca había visto a alguien en un estado tan... Deplorable.

- ¿Tienes donde quedarte?.– Le preguntó con amabilidad.

- No...– Contestó sincera.

- Estoy en la fraternidad del centro, si quieres puedes quedarte por ésta noche.– Le sonrió. Lisa sabía que no era bueno, pero era la única opción que tenía por ahora, y prefiere dormir en una fraternidad con una desconocida, a dormir en la calle, frente a muchas personas que podrían lastimarla.

- E-eso...Me encantaría.– Dijo Lisa, sonriendo aún más. Después de tanto tiempo, alguien era amable con ella.

- Ven conmigo.– Le dijo la chica. Mientras caminaban, Lisa comenzó a estudiar su aspecto. Tenía un piercing en la ceja, y uno en el labio. Muchos piercing's en la oreja izquierda, y uno que otro tatuaje que se asomaba por el cuello. Era una chica muy llamativa, y no podía negar que también muy hermosa.

Dejó de mirarla, para que la chica no se sienta incómoda con su mirada.

Esperó a llegar a la fraternidad que le había dicho la chica, y ahí pensaría qué hacer exactamente.

Rebelde.- JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora