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Jennie la miró sin poder reaccionar de alguna manera a lo que ella había dicho...¿Realmente era así?.

- No me mientas.– Dijo Jennie.

- No te estoy mintiendo.– Lisa no podía dejar que todo vuelva a ser cómo antes. Ya no quería dejarse pisotear.

- Me mientes...Siempre que mientes te tirita el labio inferior, cómo ahora.– Jennie se acercó más a ella y puso su mano en la barbilla de la contraria.

- No hago eso...– Nuevamente Lisa comenzó a flaquear. ¿Por qué no podía ser fuerte igual que ella?.

- En éste momento, ni siquiera me estás apartando.– Dijo Jennie, mirándola fijamente a los ojos.

- Es lo que iba a hacer.– Respondió Lisa, poniendo su mano sobre la de Jennie para apartarla, pero antes de incluso hacer esfuerzo alguno, fue besada.

Quizás fue el momento, o los sentimientos y emociones que ha guardado, pero le correspondió el beso con necesidad. Ni siquiera sabe el porqué aún está enamorada de aquella chica que tanto daño le hizo.

Lisa pensaba que quizás debería dejarlo ser...Se dejaría llevar, y después se iría, para jamás regresar.

Jennie la deseaba, más que su cuerpo, a ella. No entendía muy bien si hacerlo era lo correcto, pero lo quería.

- ¿Q-quieres...– Dijo Jennie, intentando que Lisa se sienta cómoda.

- No, realmente. Pero ya qué.– Respondió con desinterés. Algo que realmente lastimó el corazón de la morena.

- ¿Querías hacerlo con él?.– Se atrevió a preguntar. No quería escuchar la respuesta, pero tenía curiosidad.

- Si.– Respondió Lisa suspirando.– Creo que es mejor que me vaya.– Dijo mientras se levantaba.

- ¿M-me dejarás?.– Preguntó Jennie, tomándola de la mano, pero ésta vez no sirvió, ya que Lisa se soltó con delicadeza.

- Jennie, es mejor que no nos volvamos a ver.– Le dijo sonriendo, pero su sonrisa estaba cargada de tristeza.

- P-pero...Vine aquí por tí.– Le dijo.

- Adiós.– Acarició su mejilla y salió.

Jennie no sabía si volver a ir tras ella. No sabía si quedarse en donde estaba y olvidarse, aunque se le hace imposible. Ella realmente no sabía que hacer. Siguió a su corazón, y salió mal. ¿Debería seguir a su mente?. Pero su mente le dicta que debe seguirla. ¿Qué era lo correcto?.

De pronto, entró una chica hermosa, y se sorprendió al verla.

- ¿Estás bien?.– Le preguntó. Jennie asintió, limpiando esas lágrimas que recorrían sus mejillas.

- Si.– Respondió. Se levantó con la frente en alto y salió. Siempre ha sido una terca, así que si Lisa no quería estar con ella, apesar de que se humilló, no volvería a buscarla. No es cómo si la fuera a amar toda la vida. Aparte, ella tenía a un montón de chicas más. ¿No?.

He ahí, el mismo pensamiento que hizo que su relación fracasara. ¿Pero qué podía hacer?. Nada, no podía hacer nada. Lisa había decidido alejarse de ella.

"Eres una cobarde..."

Eso le decía su mente. ¿En serio era tan tonta?. Hablando consigo misma. Qué patética.

- ¿Segura?. No pareces estar bien.– Al parecer la había seguido. Tan amable esa chica...Quizás si fuera como ella, podría merecer a Lisa. Quizás todo sería más fácil si tan solo fuera otra persona.

- Estoy bien.– Decidió salir lo más rápido posible y alejarse de todos. Ya no le importaba nada. Lisa ya había decidido irse con aquel idiota. Se ganó en un parque, que generalmente estaba vacío.– Vaya mierda.– Dijo pateando una piedra. El sonido que provocó aquella piedra al chocar con algo, le causó curiosidad. Así que se acercó a esos arbustos, y decidió echar una mirada.

Era una especie de frasco. No parecía tener nada adentro, pero en una parte de aquel frasco decía "Abrir". ¿Y qué hizo la joven Jennie?. Si...Lo pateó. Sentir como se rompía el vidrio de aquel frasco le resultó extrañamente satisfactorio.

- No debiste haber hecho eso, jovencita.– Dijo un señor a su lado. Saltó del puro susto que le metió.

- ¿Y tú quién eres, viejo pulgoso?.– Dijo con el ceño fruncido.

- Soy quien vivía en ese frasco, mocosa.– Rodó los ojos. Jennie, quien creía en fantasias, quedó asombrada. ¿Un genio?.– No te creas.– Rió el hombre.

- Vete a la mierda.– Dijo Jennie alejándose sin mirar atrás. ¿Qué se creía aquel hombre para bromear con ella?.

Quizás Lisa lo estaba pasando de maravilla con su nuevo novio, y ella siendo humillada por un viejo decrépito.

Tal vez era hora de hacer algo, o tal vez no.

Al día siguiente, no quería asistir a clases,  así que no lo hizo. En lugar de eso, decidió salir. Lo impresionante es que no fue a un prostíbulo, sino que fue a una cafetería, como la gente...Normal.

- ¿Qué desea servirse?.– Preguntó una chica bastante hermosa.

- Un poco de pastel estaría bien.– Contestó desinteresada. La joven asintió y se retiró. Esa chica no es Lisa...– Diablos, ¿Por qué pienso en ella aún?.– Jennie de verdad empezaba a pensar lo peor.– ¿Y si me hizo un amarre?.– Se preguntaba.

- Usted está loca.– Rió la camarera. Le entregó su pedido, pero en vez de irse, se sentó junto a ella.– Hola. Me llamo Billie. Mucho gusto.– Le estiró la mano.

- Soy Jennie.– Jennie era un poco especial, así que tan solo la dejó con la mano estirada. A la chica no pareció importarle, ya que solo rió y bajó la mano.

- Eres muy hermosa, Jen.– Le dijo Billie. En ese mismo instante recordó cuando Lisa le decía eso...¿Cuantas veces no apreció lo que ella hizo?. Muchas...– ¿Pasa algo?.

- No, nada.– Contestó. ¿Y si jugar un poco era lo correcto para olvidarse de Lisa?. No le había funcionado antes, pero quizás ahora sea diferente.– ¿Quieres mi número?.– Le preguntó, llendo directamente al grano.

- Claro.– Le sonrió Billie. Jennie le dictó el número, y quedaron en que se llamarían al anochecer.

No era algo nuevo para Jennie, pero por alguna razón se sentía diferente.

Rebelde.- JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora