PARTE 1- El despertar (capítulo 1)

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Capítulo 1

James, Charlie, Cynthia

James contemplaba el mar con solemnidad. Le gustaba despertarse pronto y ver salir el sol desde el balcón de su camarote. Le gustaba el mar, su calma y a la vez su fuerza. Le intimidaba y le infundía mucho respeto, pero había algo en él que le parecía precioso. Al menos lo relajaba, ayudándole a pensar y despejar su mente.

James era un joven de altura media, con el pelo castaño y corto. Vivía solo en un camarote de la octava planta con vistas al mar y se consideraba afortunado por ello. La mayoría de los camarotes no tenían balcón e incluso los había sin ventanas. Nadie tenía muy claro como había acabado en cada camarote o en el propio barco, pero tampoco se preguntaban nada. Así era su vida ahora y nada más importaba. De igual manera que no recordaban como habían acabado allí tampoco recordaban mucho de su vida pasada. Vivian el presente y pensaban en el futuro. Pero el pasado era para todos un recuerdo borroso y oscuro en el que nadie tenía ganas de sumergirse. Y quien lo intentaba, nunca sacaba nada en claro.

En aquel momento James vio un pez parecido a un delfín que saltaba durante unos segundos fuera del agua. Pensó entonces que aquel animal era totalmente libre. Tenía todo el mar a su disposición. Ellos, en cambio, estaban encerrados en aquel barco, sin otro lugar al que poder ir. Muchos interrogantes pasaban por la cabeza de James sobre aquella reflexión. Si el barco se hundía (cosa probable pues no podría estar eternamente a flote) todos perecerían con él. Pensar estas cosas no era del agrado de nadie, así que era un tema tabú del que nunca se hablaba en el barco. Eran los niños los que sobre todo preguntaban estas cosas obteniendo como respuesta tan solo una señal de silencio de sus padres.

Justo en aquel momento James salió de su tan querida ensoñación cuando picaron a su puerta. No le gustaba que le molestaran en esos momentos, pero debido a la insistencia de la otra persona que no dejaba de picar, no le quedó más remedio que abrir a regañadientes.

-¡James!- exclamó contento Charlie entrando atropelladamente y sin miramientos- Hoy hace un día genial, ¿Qué narices haces aquí encerrado?

-Estamos todos encerrados Charlie- le dijo James sombríamente- Pero ahora estaba perfectamente.

Charlie era uno de los mejores amigos de James en el barco. Era bajito, rondando el metro sesenta, pero estaba muy fuerte y le encantaba ir al gimnasio. Era un nervio y nunca paraba quieto.

-Eso no puede ser, necesitas salir un poco para que te dé el aire. Mañana es tu cumpleaños y debes estar guapo, así que vamos a comprarte algo decente.

A James le sorprendió el hecho de que al día siguiente era su cumpleaños (cosa descubierta mirando su DNI). No se acordaba, pues no era algo en lo que pensara mucho. En el barco todos los días eran iguales, por lo que era fácil olvidar en que día estaban. Allí dentro nadie tenía responsabilidades, su única preocupación era pensar cómo iban a gastar su tiempo aquel día. El dinero tampoco les importaba mucho, pues todos los servicios básicos los tenían cubiertos y cada mes tenían derecho a un “vale”. Eso era lo más parecido al dinero en el barco. Esto despertó en James otro interrogante.

-¿Aún queda ropa en las tiendas?

-Se nota que no paseas mucho por el barco últimamente, hay la misma que el primer día.

-¿Cómo es posible?

-Dijeron que habían almacenado mucha.

A James no le gustaba nada ese tipo de respuestas, pues en realidad no respondían a nada. De todas formas, decidió dejar pasar el tema. Aunque cada día se preguntara cosas, por ahora aun respetaba los temas tabú.

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