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Faltaba una canción, el plato fuerte. Para tener la voz fresca y poder dar todas las notas me tomé un descanso de cinco minutos. Fijé mi mirada en el público y, como de costumbre, gente pija. Gente de dinero que decidían entrar en aquellos locales de mala muerte simplemente para sentirse modernos. Que asco daban. Si supieran solamente un poco donde se meten... Todo el esfuerzo que debemos hacer la gente que trabaja ahí para llevarnos algo de comer a fin de mes... Si lo supieran les daba un infarto.

Llevo un año justo viviendo en California, viviendo de lo que puedo. Conocí a un tío una noche que resultó ser propietario de un local de la zona, el mismo donde tocaba esa noche pues él me enchufó a un grupo de mala muerte como cantante y actuábamos cada viernes, sábado y domingo. Ese hijo de perra, al menos, me pagaba lo suficiente para vivir en esa ciudad, Los Ángeles. Una ciudad donde todo el mundo parece ser rica, donde a nadie le importa pisotear a los demás con tal de conseguir lo que ellos quieren. Una ciudad de inútiles. Eso sí, debía soportar su acoso diario.

- Míralo, ese imbécil grasiento... Qué asco me da - me decía para mi misma.

Eché un último vistazo a la muchedumbre y lo vi. Vi a un chico que destacaba entre los demás, no solo por ser el más alto, sino por su ropa. Vestía de una manera diferente. No era un niño de papá como los otros.

Tomé un trago de lo que fuera que había en esa maldita copa y volví al escenario. Los mismos borrachuzos de antes de la primera fila empezaron a silvarme y gritarme cosas obscenas otra vez. Debía soportarlo si quería seguir viviendo.

- Siento decirlo, pero esta es la última canción por hoy - mentí, obviamente. Mis ganas de largarme eran infinitas y aun aumentaban con cada baboso que me intentaba desnudar con los ojos.

Di un vistazo general y la única persona que valía la pena de ver era ese chico. Al menos iba a algrearme la vista duranto 4 minutos.

- Take me im alive, never was a girl with a wicked mind but everything looks better, when the sun goes down... - empecé a cantar con la mirada perdida en el humo de los cigarrillos - I had everything, opportunities for eternity and i
could belong to the night... - di un pequeño rodeo con mis ojos y él me estaba mirando - I, see your eyes, i can see in your eyes, your eyes... - me estaba observando con su mirada fija - You make me wanna die - agarré el micrófono con fuerza e hice lo mismo, clave mi mirada en él - I'll never be good enough...you make me wanna die - seguíamos mirándonos - And everything you love...right up in the light - todo apuntaba a que esa noche la íbamos a disfrutar - Every time i look inside your eyes...
make me wanna die -

La canción terminó y una pequeña y falsa ovación remplazó el silencio. Ahora un dj ocupaba mi lugar.

Me acerqué a la barra dónde estaba ese chico alto y rubio para reclamarle mi paga a Craig, el dueño, que estaba detrás.

- Hola - le dije con una mirada seductora para llamar su atención.

Él simplemente sonrió un poco nervioso.

Me apollé en la barra y llamé a Craig.

- Craig, la pasta -

- ¿Qué pasta, bonita? - dijo con su tono de superioridad y esa sonrisa odiosa normales en él.

- Es fin de mes, me toca cobrar - dije seria

- Pequeña - se rió y se acercó a mi quedándose a escasos centimetros - ya sabes como va esto - me guiñó el ojo

- ¡NO! - le grité sorprendiéndole a él y al rubio - Tengo un contrato y no tengo que acostarme contigo para conseguir mi sueldo -

- Solo con que me hagas un trabajillo me vale, preciosa - volvió a guiñarme el ojo.

Odiaba que a cada frase tuviera que llamarme de alguna manera cursi. Me estaba cabreando y ese chico estaba atónito de lo que estaba escuchando.

- ¡No soy una puta! Dame mi dinero, Craig -

- ¿Ah no? - volvió a reirse - Llevas haciéndolo todo este tiempo, bonita -

- Ya basta - a mi sorpresa el chico rubio salió a mi defensa - paga a la chica de una vez -

- Esto no es asunto tuyo, marica - su voz cojió un tono rudo.

- ¿Perdona? - dijo ofendido - Págale, el contrato te obliga - aun así seguía hablando calmado.

- ¿Qué contrato? ¿Éste? - soltó mientras metía la mano bajo la barra y sacaba un papel. Mi contrato.

- ¿Quieres darme el maldito dinero? - dije yo ya histérica.

- Cariño, no tienes contrato - lo rompió.

- ¡¿Qué cojones haces?! - exclamé avalanzándome sobre él.

Craig me empujó y me hizo caer al suelo.

- ¡Estás despedida, perra! -

Todo el mundo nos estaba mirando.

- ¿Eres imbécil, tío? - el chico que me había defendido se acercó a mi para ayudarme a levantar.

- Más os vale a vosotros dos salir de mi local antes de que os meta una paliza -

Craig se esfumó entre la multitud para volver con dos seguratas que nos echaron a patadas.

Empecé a darle patadas a Bladimir, el que me sujetaba a mi, mientras le insultaba para que me dejara en el suelo.

- No volváis por aquí - dijo con su notable acento ruso desde la puerta después de tirarnos al suelo casi literalmente.

Me coloqué bien el vestido y me quedé mirando a la puerta.

- Genial - me quejé. Le di una patada a una lata de la acera y me senté en el bordillo.

- ¿Estás bien? - el rubio se sentó a mi lado mientras preguntaba.

Lo miré a los ojos. Por primera vez lo tenía cerca y a plena luz pues una farola nos iluminaba.

- No deberías haberte metido - dije apartando en seguida mi vista de él - al menos tu aun estarías dentro -

- Nah.. - soltó acompañado de un suspiro - el dj era malísimo - perdió su mirada entre la noche.

HELL ABOVE (Bill Kaulitz)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora